El escritor Arturo Pérez-Reverte, durante la presentación del monumento al Capitán Alatriste, en la Real Academia de la Lengua Española
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El restaurante tradicional de Madrid que elige Pérez-Reverte para comer cordero
El escritor tiene su lugar predilecto para disfrutar de la cocina madrileña
En pleno corazón del Madrid de los Austrias, Arturo Pérez-Reverte ha encontrado su rincón predilecto para disfrutar de la gastronomía más tradicional de la ciudad. El escritor, amante confeso de la historia y de los escenarios con alma, ha compartido en redes sociales imágenes de su sombrero de fieltro descansando sobre el respaldo de una silla en La Posada de la Villa, confirmando que este histórico asador madrileño es uno de sus lugares favoritos para comer cordero lechal con amigos. «Cuando voy a comer cordero en Madrid con mis amigos, cuelgo el sombrero en La Posada de la Villa», ha escrito, dejando patente su devoción por un establecimiento que combina historia, tradición y excelencia culinaria.
No es casualidad que Pérez-Reverte se sienta atraído por este lugar. Fundada en 1642 sobre los restos del único Molino de Harina de Madrid, La Posada de la Villa fue la primera posada de la Corte, situada al amparo de las murallas árabes. Durante siglos, ofreció comida y hospedaje a viajeros, arrieros, comerciantes, cómicos de la lengua y artesanos que cruzaban la ciudad.
Con el tiempo, se convirtió en un punto de referencia no solo para quienes buscaban reposo y buena mesa, sino también para personajes ilustres del mundo de la política, la cultura, el arte y el deporte, que hoy tienen su nombre inscrito en las sillas del establecimiento como testimonio de su visita.
A pesar de su importancia histórica, la posada estuvo a punto de desaparecer. Para 1980, vencida por el paso del tiempo y amenazada de ruina, fue rescatada por Don Félix Colomo Domínguez, un enamorado del Madrid antiguo y del oficio hostelero, que emprendió una minuciosa restauración de dos años para devolverle la vida como Horno de Asar. Gracias a su empeño, la posada recuperó la esencia de antaño: las vigas de madera, las paredes de piedra y el horno tradicional de leña siguen presentes, como si el tiempo se hubiera detenido entre sus muros.
Hoy, La Posada de la Villa cuenta con tres plantas y varios salones privados, decorados con un estilo elegante que recuerda a las grandes posadas del Madrid de los Austrias. Cada rincón invita a sumergirse en la historia y a disfrutar de una cocina castiza y cuidada. Su carta incluye cordero lechal asado en horno de leña, cocido madrileño a fuego lento en puchero, gallina en pepitoria, callos a la madrileña, carnes, pescados y postres típicos como leche frita o arroz con leche. Los precios varían según el plato: medio cordero para dos personas alcanza los 73 euros, el cocido ronda los 40 y la pepitoria de gallina se sitúa en 27, reflejando la calidad de sus productos y la tradición de su cocina.
El restaurante ha sido reconocido con múltiples distinciones, entre ellas la Guía Michelín, el Gran Collar Gastronómico Internacional, el Premio Nacional de Gastronomía Internacional, el Chaine des Rotisseurs y el reconocimiento del Ayuntamiento de Madrid como Comercio Centenario, lo que confirma su relevancia histórica y gastronómica.
Ubicada en el número 9 de la Cava Baja, muy cerca de la Plaza Mayor, La Posada de la Villa sigue siendo un reducto de la vieja guardia madrileña, un lugar donde el pasado y el presente se encuentran. Comer aquí no es solo degustar platos tradicionales; es compartir mesa con la historia, sentir la esencia del Madrid de siempre y, como hace Pérez-Reverte, colgar el sombrero en un lugar que honra la memoria de la ciudad y la grandeza de su cocina.