Francisco Rivera, durante el funeral de Álvaro Domecq
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Multitudinario adiós a Álvaro Domecq en la Catedral de Jerez
El referente ecuestre y ganadero falleció el 18 de noviembre a los 85 años
Jerez despidió este miércoles a Álvaro Domecq Romero con un funeral solemne que reflejó la profunda huella que el rejoneador y ganadero dejó en la ciudad. La Catedral se convirtió en el centro de un homenaje cargado de simbolismo, en el que se reunieron familiares, amigos, representantes del mundo del toro, jinetes y numerosos vecinos que quisieron darle el último adiós.
La jornada comenzó con un cortejo muy especial encabezado por la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, institución que él mismo impulsó y que marcó su trayectoria pública. Una docena de caballos y jinetes acompañaron el féretro en un recorrido que avanzó por varias calles emblemáticas de Jerez antes de llegar al templo, en una imagen que evocó la estrecha relación de Domecq con el arte ecuestre.
Familiares y amigos portan el féretro con el cuerpo del rejoneador y ganadero Álvaro Domecq Romero
A las puertas de la Catedral, los caballos permanecieron inmóviles durante la misa de cuerpo presente, ofreciendo una estampa de respeto y despedida que emocionó a la familia. Dentro del templo, la ceremonia transcurrió con un profundo silencio solo interrumpido por lecturas y palabras de afecto hacia su figura.
Entre los asistentes, junto a los hermanos Rivera que llegaron por separado se encontraban Juan José Padilla, Miguel Báez 'Litri' y los rejoneadores Fermín Bohórquez y Rui Fernandes. Destacó la presencia de autoridades como la de la alcaldesa de Jerez, María José García-Pelayo, el delegado de Turismo y Proyección Turística, Antonio Real y el delegado de Economía, Francisco Delgado. También se han dejado ver referentes de la talla de Curro Romero, El Juli o Juan José Padilla.
Una docena de caballosacompañaron el féretro por varias calles emblemáticas de Jerez
Al término de la misa, el cortejo volvió a ponerse en marcha para acompañar el traslado del féretro en un último recorrido por la ciudad. La salida estuvo marcada por muestras de cariño, abrazos y gestos de emoción entre familiares y amigos, mientras los jerezanos presentes se mantenían en un respetuoso silencio.
El homenaje concluyó con el regreso de los jinetes y caballos a la Real Escuela, cerrando así un adiós profundamente ligado a la tradición ecuestre que Domecq defendió y elevó durante décadas. Su muerte deja un vacío notable en Jerez, pero también un legado que, para muchos, permanecerá vivo en cada rincón de la ciudad y en cada paso de los caballos que él contribuyó a situar como símbolo de identidad.