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29 de marzo de 2024

Firma del Tratado Tripartito de Madrid 1975

Firma del Tratado Tripartito de Madrid 1975

El final de la Marcha Verde y la firma del acuerdo con el que se cedía el Sáhara Occidental a Marruecos

El 26 de febrero de 1976, las últimas tropas y funcionarios españoles abandonaron el Sáhara y España daba por terminada su presencia en el territorio tras la firma del Acuerdo Tripartito

El 6 de noviembre de 1975, Franco agonizaba en la cama del hospital. Los partes médicos trataban de suavizar el estado crítico de una vida sostenida artificialmente. A España se le planteaba un futuro próximo en el que las cosas no estaban bien atadas ni mucho menos. Se necesitaba un gran acuerdo nacional para dar paso a una democracia, lo llamaron transición.
Las cuestiones internas de vital importancia dejaron al margen otras que ya no interesaban a la mayoría. Ese día los españoles desayunaron con la noticia de que Marruecos había decidido la invasión pacífica de la última colonia española: el Sahara Occidental. Desde el año anterior estaba decidido la celebración de un referéndum de autodeterminación previsto por Naciones Unidas y el censo de la población local se había realizado, solo faltaba la fecha de efectuarlo. Pero las maniobras diplomáticas de Marruecos, en busca de anexionarse el territorio, y las acciones terroristas el Polisario lo retrasaban.

La Marcha Verde se produjo en un momento en el que a los españoles el Sáhara no les interesaba

A los problemas e incertidumbres internas había que sumar una crisis internacional provocada por la ejecución de las últimas penas de muerte en septiembre. Muchos frentes abiertos en una etapa en que se necesitaba calma y seguridad en las decisiones. La Marcha Verde, que así se llamó la invasión, se producía en un momento en que a los españoles el Sáhara no les interesaba; ya estaba decidida su suerte. No obstante, la prensa y la televisión tomaron el asunto como una cuestión de honra nacional. Seguramente eran las consignas de los servicios de información del régimen que, por otra parte, negociaba sin transparencia. De las noticias nos llegaban imágenes del ejército español preparado para repeler la agresión, de campos minados, de diferencia de potencia militar entre los dos países, de pundonor y gloria. Veíamos al entonces príncipe Juan Carlos acudir a la zona para mostrar apoyo a las tropas y a legionarios sonrientes, al general Mizzian tratando de mediar. Pero nunca se informó de las negociaciones que se mantenían, de los pactos secretos, de las cesiones y contraprestaciones y de la intervención de Estados Unidos que, por medio de su Secretaría de Estado a cuyo frente estaba Henry Kissinger, eran los verdaderos artífices de la estrategia con el apoyo de Francia. Nos mostraban las declaraciones impecables del embajador Jaime de Piniés en la ONU y las de López Bravo en Las Cortes defendiendo el derecho internacional y los compromisos de España con el pueblo saharaui. Y, como era habitual, se organizó una concentración de apoyo a Franco en la plaza de Oriente. Pero la realidad era que desde octubre se venía negociando y el ministro Solís, que por otra parte era el que llevaba algunas inversiones de Hassan en España, ya había acudido a Marruecos para tratar de negociar en secreto.

El Acuerdo Tripartito

Iniciada la Marcha, el Consejo de Seguridad de la ONU deploró la situación, instó a Marruecos a abandonar la situación de fuerza e hizo un llamamiento a los dos países para iniciar un diálogo. El 9 de noviembre el ministro de la Presidencia Carro Martínez visitó al rey marroquí en Agadir, inmediatamente después Hassan II ordenó el final de la Marcha Verde y el regreso de los miles de marroquíes a su casa.
El monarca alauita no quería hablar con el ministro de Asuntos Exteriores Cortina por considerarlo más intransigente. Una semana después, el príncipe Juan Carlos –como jefe de Estado en funciones–, anunciaba que España ponía fin a su proceso colonial cediendo sus responsabilidades y poderes como potencia administradora a Mauritania y Marruecos. Se hizo mediante unos acuerdos tripartitos –declaración de principios– cuyo contenido no se dio a conocer. Trataban de conciliar la cesión con la Ley de Descolonización aprobada con las cortes y con una serie de acuerdos de cooperación donde se recocían las contraprestaciones. Franco murió el 20 de ese mismo mes. El 26 de febrero de 1976, las últimas tropas y funcionarios españoles abandonaron el Sáhara y España daba por terminada su presencia en el territorio. Los acuerdos nunca se publicaron en el BOE, permanecieron secretos hasta 1977 en que fueron filtrados a revistas como Posible e Interviú.

Según los acuerdos, solo se había trasmitido de forma temporal la administración y no la soberanía del Sáhara Occidental

Firmados los acuerdos hubo pescadores en río revuelto. Políticos que, entendiendo que las cosas no tenían otra salida, aprovecharon las oportunidades de negocio. Opinadores que se pusieron al servicio del lobby alauita, que pagaba bien. Personas que pensaban que era lícito el lucro personal porque no se perjudicaba a nadie. Se vendieron los acuerdos como la mejor manera para España de beneficiarse de una situación que no podía cambiarse. Las declaraciones oficiales insistían en que se trasmitía solo la administración temporal y no la soberanía y que las partes se comprometían a realizar el referéndum. Han pasado casi 47 años y se sigue preparando el referéndum.
¿Qué obtenía España? Los acuerdos tripartitos, que se denominaron oficialmente Declaración de principios, iban acompañados de unos acuerdos marco de cooperación que señalaban las ventajas para España: Derechos de pesca en el banco sahariano, proyectos de joint venture para explotar recursos naturales y la delimitación definitiva de las aguas territoriales de Canarias. No se decía nada del respeto a la soberanía española en Ceuta, Melilla y peñones. Marruecos poco a poco fue vaciando de contenido los acuerdos. Cada vez menos barcos españoles obtuvieron licencia, la explotación de riquezas minerales se hizo sin empresas españolas aunque el INI aún conservó durante unos años una participación en los fosfatos de Bu Craa y respecto a las aguas canarias, todavía se espera la delimitación.
En 1975 Marruecos era más débil que ahora, pero su política internacional ha cambiado poco. De nuevo el Gobierno español decide una postura sin transparencia, sin que se sepa el contenido de los pactos y con las mismas declaraciones de protección del interés español y de única salida posible. Hay muchos paralelismos entre las dos situaciones con muchos años de diferencia. Cabe preguntarse sobre si los efectos serán igual de exiguos y la sensación de debilidad tan grande como antaño.
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