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18 de abril de 2024

El Bal des Ardents, miniatura de 1450-80

El Bal des Ardents o Baile de los Ardientes miniatura de 1450-80

Picotazos de historia

El trágico «Baile de los Ardientes» de 1393, el accidente donde casi pierde la vida el Rey de Francia

Carlos VI de Francia realizó una danza junto con cinco miembros de la nobleza francesa: cuatro de ellos fallecieron en el fuego causado por el hermano del Rey

El Rey Carlos VI de Francia ( 1368 – 1422) fue coronado a los doce años de edad, a los veinte fue declarado mayor de edad y suprimió la regencia de sus tíos. En julio de 1392 uno de los miembros de su consejo y amigo personal, Oliver de Clisson, sufrió un intento de asesinato, lo que afectó al comportamiento del monarca. Se obsesionó con castigar al culpable, un noble bretón que había buscado refugio en sus tierras, y organizó una campaña contra este. En agosto, de camino a las tierras del presunto culpable, Carlos VI sufrió un ataque de locura homicida. Creyéndose traicionado atacó a los nobles que le acompañaban matando e hiriendo a varios hasta que consiguieron reducirlo. Este sería el primero de una larga serie de ataques en los que, médicos de hoy en día, han querido ver síntomas de porfiria, esquizofrenia, etc.
Arrebato de locura del rey Carlos VI en un bosque de Le Mans. Escena de las Crónicas de Jean Froissart

Arrebato de locura del rey Carlos VI en un bosque de Le Mans. Escena de las Crónicas de Jean Froissart

Tras el ataque Carlos estuvo varios días en coma, luego con fiebre alta y, poco a poco, gracias a los cuidados del médico Guillaume de Harsigny se recuperó, pero no del todo. Su salud quedó debilitada, lo mismo que su mente. Sus tíos, los duques de Borgoña y Berry, asumieron la regencia y el Rey fue confinado en un entorno de distracciones que le mantuviera lejos de preocupaciones que pudieran alterarle.
Es en este ambiente que el 28 de enero de 1393, con motivo de la celebración del matrimonio de una dama de compañía de la Reina Isabel de Borgoña, esposa de Carlos VI, se organizó una mascarada en la que seis caballeros se disfrazaron de salvajes para entretener y animar a la concurrencia. Los disfraces fueron cosidos sobre los hombres y untados con resina para facilitar la adherencia de las hebras de linaza que les daba un aspecto hirsuto. Por lo inflamable de los materiales se prohibió que nadie que portara antorchas permaneciera en la sala.
Estaba la fiesta en su punto álgido, con los «salvajes» saltando y danzando entre los invitados, cuando entró en la sala el hermano del Rey, Carlos de Orleans, acompañado por Philippe de Bar, ambos borrachos y portando antorchas. Las crónicas no se ponen de acuerdo si fue por acercar la antorcha a la cara de uno de los bailarines, para adivinar su identidad, o de otra manera, lo cierto es que uno de los disfraces prendió. Rápidamente el fuego fue pasando de un bailarín a otro. La Reina Isabel cayó desmayada, pues era de las pocas personas que sabía que uno de los disfrazados era su marido: el Rey Carlos VI. Carlos, que se había acercado a su joven tía la duquesa de Berry, de apenas quince años de edad, se vio envuelto en un peligro mortal. Juana de Auvernia, que tal era el nombre de la joven duquesa, envolvió al aterrado Rey en la larga cola de su vestido protegiéndole así de las chispas que llenaban la estancia.
Bal des Ardents por el Maestro de Antonio de Borgoña (c. década de 1470), adelante se observa un bailarín dentro de una cuba de vino, Carlos arropado bajo la falda de la Duquesa de Berry en el centro a la derecha, y bailarines en llamas en el centro

Se observa un bailarín dentro de una cuba de vino, Carlos arropado bajo la falda de la Duquesa de Berry en el centro a la derecha, y bailarines en llamas en el centroBal des Ardents por el Maestro de Antonio de Borgoña

Ese mismo día murió el conde de Joigny, abrasado hasta el tuétano. Durante los siguientes días morirían entre horribles sufrimientos: Yvain, hijo del conde Gastón Febus de Foix; Aimery de Poitiers, hijo del conde de Valentinois y Huguet de Guisay, quien había sido el inspirador de la idea. Guisay vivió un día mas que los otros, maldiciendo a sus compañeros, a los vivos y a los muertos, hasta su último aliento. Solo se salvaron el Rey, gracias al arrojo de su tía, y el señor de Nantuillet, quien saltó dentro de una barrica de vino.
Mucho tiempo más tarde, los trágicos sucesos de esta fiesta de desposorios fueron recogidos por un escritor norteamericano para una historia de terror. El escritor se llamaba Edgar Allan Poe.
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