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06 de mayo de 2024

Napoleón, muerto, en la isla de Santa Elena, en un cuadro pintado por Horace Vernet en 1826

Napoleón, muerto, en la isla de Santa Elena, en un cuadro pintado por Horace Vernet en 1826

Picotazos de historia

¿Quién mató a Napoleón Bonaparte?

Desde el primer momento de su muerte hubo sospechas de juego sucio; sin embargo el examen forense dictaminó que el ex emperador de los franceses había fallecido debido a un cáncer de estómago. Pero esto no acalló los rumores

El 5 de mayo de 1821 falleció en una pequeña isla situada en el océano Atlántico, a más de 1.800 kilómetros de la costa más cercana, Napoleón Bonaparte. El Monstruo, la Fiera, el Ogro… muchos fueron los epítetos que le pusieron sus enemigos y detractores, que en muchos casos no pudieron dejar de admirarle.
Desde el primer momento de su muerte hubo sospechas de juego sucio, sospechas que habían sido alentadas por el propio Napoleón, como dejó constancia en sus últimas voluntades firmadas a finales de abril de ese año. Es por este motivo y por las responsabilidades que se le exigirían al gobernador y carcelero de la isla, sir Hudson Lowe, que se realizó, al día siguiente, un examen forense al cadáver en el que intervinieron hasta siete médicos y con 16 testigos en total. El informe dictaminó que el exemperador de los franceses había fallecido debido a un cáncer de estómago. Sin embargo esto no acalló los rumores.
Napoleón en Santa Elena, por François-Joseph Sandmann

Napoleón en Santa Elena, por François-Joseph Sandmann

La primera mención de intento de asesinato en la persona del prisionero nos viene por el médico cirujano del HMS Bellerophon Barry O´Meara. El Bellerephon transportó a Napoleón a la isla de Santa Elena. O´Meara se dejó ganar por la personalidad del prisionero a su cuidado y acusó al gobernador de la isla, antes mencionado, de «ordenar que se acortara la vida de Napoleón». Obviamente, tales declaraciones le costaron el puesto.
Lo cierto era que las propias autoridades inglesas eran conscientes de lo poco adecuadas que eran las instalaciones donde mantenían a su prisionero. La residencia Longwood, antigua residencia de verano del vicegobernador de la isla, era fría, húmeda e inadecuada para las necesidades del Emperador y su reducida corte.

Envenenado con arsénico

En el año 1962 un dentista sueco y toxicólogo aficionado –el doctor Sten Forshufvud– publicó su libro titulado ¿Quién mató a Napoleón?. En él recogía los datos del análisis de cinco muestras de cabello del Emperador, reliquias familiares de procedencia documentada de los mechones de pelo que se repartieron entre el personal de Napoleón en la isla de Santa Elena.

El resultado mostraba unos niveles muy elevados de arsénico, suministrado a lo largo de un dilatado periodo de tiempo y con tres ingestas de carácter letal

El resultado mostraba unos niveles muy elevados de arsénico, suministrado a lo largo de un dilatado periodo de tiempo y con tres ingestas de carácter letal. El dentista señalaba como posible ejecutor del crimen a Charles Tristán de Montholon. Esta era una opción ideal: vanidoso, resentido, cornudo (su mujer era la amante de Napoleón en Santa Elena). A su vuelta, tras la muerte de Napoleón, recibió una pensión/indemnización de dos millones de francos y se le elevó a la dignidad de marqués. Como curiosidad y ajeno al tema, Montholon cayó prisionero, durante los combates del 2 de mayo de 1808, a manos de los defensores del parque de Monteleón comandados por los capitanes Daoiz y Velarde.
Volviendo al tema, las acusaciones y los datos aportados por la investigación del dentista sueco se actualizaron y reescribieron en una nueva publicación en el año 1981 y durante mucho tiempo se consideró como altamente probable. Hoy se tiene la certeza de que Napoleón murió a consecuencia de un envenenamiento prolongado por arsénico. Este elemento químico conocido desde la antigüedad era utilizado en ungüentos, pomadas, cosméticos, etc. Pues bien el asesino fue su habitación.

El culpable del asesinato: su habitación

En 1775 el químico sueco Carl Wilhelm Scheele creó un pigmento de origen sintético mezclando diferentes sustancias con cobre y arsénico. El resultado fue un brillante color verde con una mayor durabilidad y altamente tóxico cuando, además, se combinaba con algún tipo de moho en los papeles pintados para las paredes. Esto fue lo que sucedió. Napoleón expresamente solicitó que su dormitorio se adornara con papel de ese color que, combinado con la humedad del lugar, liberó gases tóxicos de arsénico. Napoleón cuanto peor se encontraba más tiempo permanecía en su dormitorio, aumentando y alimentado el envenenamiento.
El verde Scheele se identificó como agente de envenenamiento por arsénico y dejó de producirse en la década de 1860.
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