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05 de mayo de 2024

Monasterio de la Tentación

Monasterio de la Tentación, en JericóGTRES

Esta es la ciudad más antigua del mundo que ha estado habitada desde hace 11.000 años

Algunos de estos yacimientos han sido declarados recientemente por la Unesco como Patrimonio Mundial de la Humanidad

Ubicada en el corazón del desierto de Judea, aún hoy, permanece en pie la que se considera la ciudad más antigua del mundo habitada de manera ininterrumpida desde el año 9.000 a.C. cuando se asentó el primer poblado humano. Hablamos de Jericó, una ciudad palestina donde hace 11 mil años los primeros asentamientos se establecieron para fundar un campamento de cazadores-recolectores al considerar esta zona un lugar adecuado para sembrar, cultivar y hacer que su comunidad creciera.
Los restos arqueológicos que han ido apareciendo a lo largo del tiempo son prueba de que Jericó estuvo habitada en la Edad de Hielo: se han encontrado restos de cerámica, tallas de piedra y bloques grabados con inscripciones prehistóricas. Fue uno de los escenarios que escogieron los grupos humanos para cambiar del nomadismo a una vida mucho más sedentaria favorecida por el desarrollo de actividades agrícolas cerca del río Jordán y de manantiales naturales.

Lo que sabemos gracias a la arqueología

Según los registros de la Enciclopedia de Historia Mundial, los asentamientos más antiguos se encuentran al norte de la ciudad, cuyo nombre se tradujo como «el lugar de las palmeras». Otras misiones arqueológicas contemporáneas sacaron a la luz al menos 70 viviendas prehistóricas circulares, de unos cinco metros de diámetro, hechas de barro y paja cerca del manantial de Ein as-Sultan.
Con el paso del tiempo, los habitantes de la Jericó primitiva fueron aprendiendo a usar las rocas en el espacio para construir muros y torres. La más antigua tenía ya 22 escalones, según recoge la Enciclopedia de Historia Mundial, y servía a los locales como sitio de vigilancia para invasiones extranjeras y para advertir los cambios en el agua del manantial.
Vista aérea del sitio arqueológico

Vista aérea del sitio arqueológico

Sería alrededor del año 8,000 a.C., cuando el asentamiento creció notablemente. Por ello, los habitantes construyeron una muralla de 3,5 metros de alto para protegerse de posibles inundaciones del manantial, sin ser conscientes de que esta fortificación les ganaría un lugar en las escrituras sagradas de la tradición judeocristiana: hacia el año 1.400 a.C., Jericó fue escenario de una violenta batalla entre los israelitas y los habitantes locales, según documenta la Biblia. Tras cruzar el río en busca de la Tierra prometida, los israelitas derribaron los muros, sitiando la ciudad durante siete días hasta hacerse con la ciudad.
Según la tradición, fue Dios quien hizo caer la muralla de Jericó, premiando a su pueblo por seguir sus órdenes. Pero más allá del pasaje religioso, los arqueólogos han documentado que dicha muralla existió y que fue derruida alrededor del mismo tiempo que quedó registrado en la Biblia.
Los israelitas ante la destrucción de las murallas de Jericó - "La batalla de Jericó", por Julius Schnorr von Carolsfeld

Los israelitas ante la destrucción de las murallas de Jericó - «La batalla de Jericó», por Julius Schnorr von Carolsfeld

Atractivos turísticos

Jericó encarna 10.000 años de desarrollo humano que evidencian muchos de sus tesoros arqueológicos entre ellos las ruinas Tel al-Sultan, un yacimiento arqueológico prehistórico ubicado al norte y declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco. Otro conjunto arqueológico que reúne un gran número de turistas cada año es el manantial o fuente de Eliseo, muy cerca de las ruinas Tel al-Sultan que, al igual que éste, está protegido por la organización. El manantial cuenta con un cartel donde puede leerse el título de «Ciudad más antigua del mundo».
En la actualidad se realizan visitas guiadas por la ciudad, al encontrarse a 25 kilómetros de Jerusalén. Una de las paradas obligatorias es el monte de la Tentación, donde Jesús pasó 40 días de ayuno y resistió a las tentaciones del diablo.
El palacio omeya de Hisham datado del siglo VIII es otro de los muchos atractivos turísticos de Jericó. Su característica arquitectura inspirada en las termas de la antigua civilización romana, así como los mosaicos y ornamentaciones con estuco asombra a los visitantes de la ciudad.
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