
Martin Luther King y Sabino Arana
El sueño diferente de Martin Luther King y de Sabino Arana, a pesar de lo que dice el PNV
Fueron sueños diversos, el uno buscando salir de la violencia para encontrar la paz, el otro alejarse de la verdad para encontrar en la violencia la oportunidad de crear una nueva realidad
La presidenta de la Fundación Sabino Arana y dirigente del PNV, Mireia Zárate, hizo recientemente un discurso en el que quiso establecer paralelismos entre Sabino Arana y Martin Luther King porque, según Zárate, «ambos quisieron cumplir con un sueño». Sin embargo, los sueños de estos dos hombres fueron bien diferentes.
Luther King fue un ministro baptista que se convirtió en el portavoz y líder más visible del movimiento de derechos civiles de los afroamericanos contra el régimen de segregación que vivían en los Estados Unidos, y que fue asesinado en 1968, convirtiéndose en un mito de la lucha por la igualdad de derechos y la lucha pacífica contra el racismo.

Día de Martin Luther King
Martin Luther King y su sueño siguen siendo referentes en la defensa de los Derechos Humanos
En su famoso discurso I have a dream durante la Marcha a Washington por Trabajos y por la Libertad recogió su sueño de conocer una América unida en la que vivir sin discriminación y en igualdad, en aquel mismo discurso expresó su mayor rechazo por el odio y la violencia: «No saciemos nuestra sed de libertad tomando de la copa de la amargura y el odio. Siempre debemos conducir nuestra lucha en el elevado plano de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física».
Palabras que contrastan con las del fundador del nacionalismo vasco, Sabino Arana, quien decía «Nosotros, los euskerianos, debemos saber que la Patria se mide por la raza, la historia, las leyes, las costumbres, el carácter y la lengua, y que esta Euskeria nuestra podría ser tan Euskeria, asentada en las estribaciones occidentales del Pirineo y en el golfo de Bizkaya, como trasladada a una isla del Pacífico o a las costas de los grandes lagos africanos; así como no sería tal Euskeria la que, si las cosas siguen como hasta ahora, habría de resultar, andando el tiempo, constituida por la raza maketa en esta tierra». (Bizkaitarra n.º 18, 31 de diciembre de 1894).
Su aparición se produjo como oposición a la crisis de identidad producida por la industrialización y la llegada masiva de un proletariado inmigrante. La única defensa posible ante el mundo moderno era, según expresaba Sabino Arana, mediante la ruptura de todo vínculo con España y la proclamación de la independencia. De esta forma, la independencia política preservaría la sociedad vasca de los males del mundo moderno, como el laicismo, los emigrantes, la industrialización.
Desde entonces, el nacionalismo contribuyó a la afirmación de una personalidad vasca que fuese diferenciándose y enfrentándose al ser nacional de España. Para ello fue necesario armar una tradición vasca inventada, siguiendo los textos de los románticos vascongados, como bien los describe Jon Juaristi en su obra, El linaje de Aitor, la invención de la tradición vasca.
La raíz del odio que el nacionalismo vasco ha desarrollado desde su origen procede de su mimetismo con el movimiento völkisch germano que abogaba por la preservación y promoción de la identidad étnica y cultural excluyendo el mestizaje y la relación con otros pueblos. La relación sangre y suelo, será copiado por el nacionalismo vasco.
No es de extrañar que cuando los nazis ocuparon el País Vasco francés, sus especialistas en tema vasco fuesen destinados a tomar contacto con los nacionalistas exiliados y recibiesen su ayuda. Jose Antonio Aguirre visitó Berlín, como cuenta en su diario, el 27 de marzo de 1941: «He llegado hasta la chancillería donde un numeroso público esperaba la salida de Hitler y el ministro japonés después de su entrevista. Ha durado dos horas y media. He esperado, firme en pie, con intenso frío, el momento. Salen al fin Hitler, Oachim van Ribbentrop y Oshima. Yo estaba a 50 metros. Tenía en mi mano unas banderolas nazis y japonesas que nos han repartido gentilmente unos miembros de las SS. He disfrutado mucho».
Cuando inicie su colaboración con los estadounidenses este viaje se transformará en un relato de persecución y clandestinidad hasta su llegada a Nueva York desde la Noruega ocupada. El nacionalismo vasco en el exilio sobrevivirá al subsidiarse a la Office of Strategic Services (OSS), la United States Information Agency (USIA) y el mismo Federal Bureau of Investigation (FBI).
Tiempo después, el PNV evolucionó de forma similar al resto de los conservadores europeos hacia la Democracia Cristiana, la formación de centroderecha promocionada desde los EE. UU. en la Europa libre. No obstante, en sus sectores juveniles más idealistas y puristas, la búsqueda de una mayor actividad será canalizada hacia la creación de una organización que viese en la lucha armada un instrumento para acabar con el franquismo. El nacionalismo vasco se escindirá en dos instrumentos de acción, un PNV limpio y «durmiente» hasta la llegada de la democracia, y un grupo terrorista que a través del derramamiento de sangre favoreció una transición donde el nacionalismo tuvo un protagonismo determinante.
Finalmente fueron sueños diversos, el uno buscando salir de la violencia para encontrar la paz, el otro alejarse de la verdad para encontrar en la violencia la oportunidad de crear una nueva realidad.