
Reina Victoria Eugenia con las enfermeras
Las damas enfermeras o las desconocidas heroínas del desembarco de Alhucemas que salvaron miles de vidas
Esta operación militar fue un ejemplo sobresaliente de la colaboración entre las fuerzas armadas y los servicios de salud, en especial el cuerpo de enfermería
El desembarco de Alhucemas, llevado a cabo en septiembre de 1925, no solo representó un hito militar en la historia de España, sino también un ejemplo sobresaliente de la colaboración entre las fuerzas armadas y los servicios de salud, en especial el cuerpo de enfermería. Este episodio, enmarcado en el último esfuerzo por consolidar el protectorado español en Marruecos, fue también una oportunidad para destacar el papel clave que desempeñaron las damas enfermeras y las enfermeras profesionales en la atención a los heridos.
Inicios del cuerpo de enfermería en España
La necesidad de contar con un cuerpo de enfermería especializado se hizo evidente tras el impacto de conflictos anteriores, como la guerra de Crimea en el siglo XIX, donde Florence Nightingale sentó las bases de la enfermería moderna. En España, este concepto comenzó a desarrollarse formalmente en 1918 con la fundación de la Escuela de Enfermeras en el Hospital de San José y Santa Adela, impulsada por la Cruz Roja. Las aspirantes a enfermeras debían superar rigurosos programas de formación teórica y práctica, obteniendo el título de «Dama Enfermera», aunque su trabajo era estrictamente altruista, dado que la mayoría pertenecía a familias acomodadas.
La creciente intensidad de los conflictos en el protectorado español en Marruecos, que se extendió desde 1909 hasta 1927, demandó la creación de una categoría adicional de enfermeras profesionales, vinculadas también a la Cruz Roja, pero con remuneración. Ambas categorías trabajaron de forma separada, pero compartieron la responsabilidad de atender a los soldados heridos en circunstancias sumamente adversas.
El servicio de enfermería en el desembarco de Alhucemas
El 5 de septiembre de 1925, mientras se ultimaban los preparativos para la operación militar, la presidenta en funciones de la Junta de Señoras de la Cruz Roja de Melilla, Esperanza Mas de Coll, solicitó formalmente la incorporación de las damas enfermeras al buque hospital Villarreal. La solicitud fue aceptada, y tres damas enfermeras –Irene Iribarren de Ostáriz, Paz Sancho Miñano y Luisa Sancho Miñano– se unieron a la flota que partía del puerto de Melilla rumbo a Alhucemas, escoltada por la escuadra francesa dirigida por el almirante Hallier.
El ambiente en el puerto de Melilla era electrizante. Según relata la Memoria del Hospital de la Cruz Roja de Melilla de 1925, la ciudad se desbordó de gente que despedía emocionada a los soldados y a las damas enfermeras. La flota partía con la esperanza de que esta operación marcara un punto de inflexión decisivo en el conflicto del Rif.
La duquesa de la Victoria y su liderazgo
En paralelo, desde Ceuta, la duquesa de la Victoria, Carmen Angoloti y Mesa, se embarcó en el buque hospital Barceló junto al destacado cirujano Mariano Gómez Ulla, autor del plan sanitario para la operación. La duquesa, conocida por su inteligencia, tenacidad y energía, asumió de inmediato la organización del servicio de enfermería en todos los barcos hospital. Bajo su dirección, se garantizó que ninguna embarcación careciera de representantes de la Cruz Roja.
Cuando el Barceló alcanzó su capacidad máxima de 330 camas ocupadas, la duquesa se trasladó al Villarreal para coordinar las tareas con las damas enfermeras y las Hermanas de la Caridad. Este esfuerzo continuo incluyó desembarcos temporales en la playa de la Cebadilla, donde supervisó la atención en el hospital móvil de campaña, y visitas al hospital de campaña en Cala Bonita. En este último lugar, la Cruz Roja estableció un hospital fijo en 1926.
Impacto y reconocimiento
El servicio de enfermería durante el desembarco fue vital para salvar innumerables vidas. Las damas enfermeras trabajaron incansablemente en los barcos hospital y en los hospitales de campaña, atendiendo heridos en condiciones extremadamente difíciles. Sus tareas fueron variadas: preparar compresas y algodones, esterilizar instrumental quirúrgico, asistir a los cirujanos y limpiar heridas, muchas veces trabajando durante largas jornadas sin descanso.

Carmen Agoloti Mesa, dama Enfermera de la Cruz Roja
La figura de la duquesa de la Victoria recibió múltiples reconocimientos. Entre ellos, la Gran Cruz de la Orden Civil de Beneficencia, otorgada en 1921 por su labor tras el desastre de Annual; la Medalla Nightingale del Comité Internacional de la Cruz Roja en 1925; y la Gran Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo, siendo la primera mujer en recibir este honor. Además, diversas calles y espacios en Melilla y otras ciudades llevan su nombre como homenaje a su dedicación.
Un legado perdurable
La operación de desembarco en Alhucemas no solo consolidó el control español en el Rif, sino que también destacó el papel esencial de la enfermería en los conflictos modernos. El compromiso de las damas enfermeras y las enfermeras profesionales, así como la visión del doctor Gómez Ulla y el liderazgo de la duquesa de la Victoria, sentaron un precedente para la profesionalización de la enfermería y la colaboración civil-militar en contextos de guerra.
Hoy, este episodio sigue siendo un recuerdo del valor del servicio humanitario en los momentos más difíciles de nuestra historia y del impacto duradero que pueden tener las acciones de personas comprometidas con el bienestar de los demás.