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Fotografía de Pearl Harbor tomada desde un avión japonés al comienzo del ataque. Se ve la explosión de un torpedo en el West Virginia

Picotazos de historia

El verdadero fracaso del ataque a la base de Pearl Harbor

Al no destruir los depósitos de combustible, Estados Unidos conservó su capacidad logística y se preparó para la respuesta que cambiaría el rumbo de la guerra

Su participación en la Primera Guerra Mundial junto a los aliados supuso al Imperio japonés la adquisición de la mayor parte de las posesiones alemanas en el Pacífico y la confirmación, tras la guerra ruso-japonesa (1904-1905), de que las modernas guerras requerirían de la movilización de grandes masas de población y una reestructuración de la economía y la industria, orientando toda actividad hacia la producción de material de guerra y el sostenimiento del ejército y la armada. Lo que el general alemán Erich Ludendorff denominó «la guerra total».

Japón era consciente de que necesitaba una autosuficiencia económica y de que era dolorosamente dependiente de recursos estratégicos que tenían que ser importados de otros países. En la enorme lista de productos vitales que debían ser adquiridos fuera, destacaban el petróleo y sus derivados. Y es que el Imperio japonés, aún después de la ocupación de Manchuria en 1931, seguía dependiendo de las importaciones de petróleo estadounidense. A pesar de ello —o precisamente por ello—, las relaciones diplomáticas y comerciales entre ambas naciones se fueron tensando cada vez más.

En 1938, el presidente Roosevelt prohibió la venta de armamento y de suministros militares a Japón. En 1940, con motivo de la invasión de la Indochina francesa, se suspendió el envío a Japón de todo material relacionado con la aviación (aviones, recambios, gasolina de alto octanaje, material óptico, etc.). En julio de 1941 se cortó todo tipo de suministro de petróleo y productos derivados de este al Imperio japonés.

El 20 de noviembre de ese año, Japón ofreció retirarse del sur de Indochina y abstenerse de futuros ataques en el sudeste asiático, a cambio de un compromiso por parte de EE.UU., el Imperio británico y los Países Bajos de suministrarle cuatro millones y medio de litros de gasolina para aviación y asegurar el suministro de petróleo para cubrir las necesidades de su país.

No se llegó a ningún acuerdo. En un intento de generar un acercamiento y rebajar la grave tensión existente entre ambas naciones (para Japón el embargo de petróleo era una cuestión de vida o muerte, ya que apenas tenía reservas para tres meses), el presidente Roosevelt envió un telegrama al emperador Hirohito: «Este hijo de un hombre acaba de enviar su último mensaje al hijo de dios».

Esto sucedió el 6 de diciembre. El mensaje le fue entregado al emperador a las 03:00 del 8 de diciembre, hora de Tokio. El ataque a la base norteamericana de Pearl Harbor, que provocó la entrada de los EE.UU. en la guerra mundial, empezó a las 07:48, hora de Hawái, del 7 de diciembre de 1941. «El día de la infamia» para los norteamericanos.

La estrategia, diseñada por el almirante Isoroku Yamamoto (quien estaba personalmente en contra de declarar la guerra a Estados Unidos), se basaba en conseguir rápidas ganancias territoriales en el sudeste asiático por medio de ataques súbitos, precisos y coordinados. Al mismo tiempo, se eliminarían las fuerzas navales y aéreas de los occidentales (franceses, holandeses, británicos y norteamericanos), lo que dejaría a merced del avance del ejército japonés los territorios de estas potencias. Desde esta posición de fuerza deberían iniciarse inmediatamente negociaciones para la paz.

Yamamoto no tenía duda alguna sobre el resultado de la guerra si esta se alargaba: «Combatir a Estados Unidos es como combatir contra el mundo. Pero ya está decidido. Así que lo haré lo mejor que pueda. Sin duda alguna moriré».

Yamamoto se encontraba a miles de millas náuticas de distancia de la base norteamericana de Pearl Harbor, coordinando la gran ofensiva que se desencadenó sobre la isla de Wake, Malasia, Hong Kong, Guam y Filipinas. La operación para el ataque sobre la base naval de Pearl Harbor (Operación Hawái) se confió a la 1.ª Flota Aérea de la Armada (Kido Butai o fuerza móvil era su designación en japonés), bajo el mando del almirante Chuichi Nagumo. Las órdenes que había recibido eran las de destruir los principales navíos de la flota norteamericana (dejándola maltrecha e incapacitada), junto con las instalaciones de la base y los depósitos de combustible.

PBY en la Estación Aérea Naval de Kaneohe arde fuera de controlNational Park Service

Los resultados de la Operación Hawái (uno de los varios nombres que recibió el plan y ejecución del ataque sobre la base norteamericana) fueron espectaculares. Se hundieron cuatro acorazados; otros cuatro quedaron gravemente dañados, lo mismo que tres cruceros y tres destructores. En total, se produjeron 2.403 víctimas mortales y 1.178 heridos entre marinos, militares y personal civil. La defensa aérea de la base quedó gravemente debilitada al ser destruidos 188 aviones y dañados otros 159.

Desde luego, los norteamericanos fueron sorprendidos, ya que jamás imaginaron que los japoneses pudieran tener la capacidad para organizar y ejecutar una operación militar tan compleja. Los portaaviones norteamericanos se salvaron al encontrarse fuera de la base realizando maniobras, casualidad que ha dado pábulo a muchas teorías.

Chuichi Nagumo era un marino cauto, mucho menos osado que el audaz Yamamoto, y desde el principio había estado en contra de la Operación Hawái. Ahora, a pesar del éxito aplastante de las dos primeras oleadas de aviones sobre Pearl Harbor, se negó a continuar el ataque contra las instalaciones y los depósitos de la isla. Consideraba que había tenido una suerte excepcional y se negó a forzar la mano.

Hoy se considera esta decisión como el mayor error que se cometió en la exitosa operación y que determinaría la propia guerra que acababa de desencadenarse. En palabras del almirante Chester Nimitz, que llegaría a ser comandante en jefe de la Flota del Pacífico: «Allí teníamos más de cuatro millones y medio de barriles de combustible. Todos ellos vulnerables a una bala de calibre 50. Si los japoneses los hubieran destruido, la guerra se habría prolongado durante dos años más».

Así, Japón se lanzó a la guerra debido al embargo de petróleo que lo puso en una situación insostenible. Durante el ataque a Pearl Harbor, Chuichi Nagumo no fue capaz de comprender la importancia logística de los depósitos de combustible, haciendo marrar el espectacular éxito del ataque.