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Monumento al Cabo Noval

Monumento al Cabo Noval

La gesta del Cabo Noval y su grandiosa escultura: «Patria, no olvides nunca a los que por ti mueren»

Muy pocos conocen la gesta del Cabo Noval pero hay un extraordinario monumento que la recuerda y que constituye una perpetua lección de historia en bronce y piedra

Aunque hoy muy pocos conozcan la gesta del Cabo Noval, el extraordinario monumento que la recuerda constituye una perpetua lección de historia en bronce y piedra. Gracias a esta pieza, como a tantas otras, la escultura histórica consolida para la eternidad valores que un día ostentaron los héroes de la Patria.

Una guerra y un capítulo en el olvido

Fue un glorioso capítulo de una de las contiendas más olvidadas: la llamada Guerra de África, cuando España comenzando el XX arbitraba en régimen de protectorado el Rif, una franja que comprendía desde la frontera de Argelia hasta el Atlántico. La conferencia de Algeciras de 1906 así lo había dispuesto y el ten con ten al que jugaban Inglaterra y Francia. Inglaterra no quería que al otro lado del Estrecho se estableciera Francia, y Francia pensaba que al ser Inglaterra dueña ya de Gibraltar el dominio británico en la zona era excesivo. España era ideal porque poseía «derechos históricos» sobre el territorio y por razones geopolíticas tuvo que aceptarlo.

Una vez establecida allí, España iniciaba la construcción de un tren minero para el transporte del hierro de los yacimientos de Uixán al puerto de Melilla. Pero pronto, las tribus rifeñas se opusieron con firmeza y el 9 de julio de 1909 atacaban a traición y con violencia a los obreros españoles de la obra, situada a seis kilómetros de Melilla. Lógicamente el hecho no podía quedar impune y se realizó una operación de castigo que marcaría el comienzo de la «Campaña de Melilla de 1909».

Se solicitaron fuerzas de apoyo desde la península: tres brigadas de Cazadores y tropas de infantería ligera que se desplegaron con rapidez tres Brigadas Mixtas: la de Madrid, Campo de Gibraltar y Cataluña, y el embarque inmediato de esta última desencadenó airadas protestas de los familiares de los soldados que se debían reincorporar a filas. Protestas que fueron manipuladas por radicales y revolucionarios para desembocar en la orgía de sangre conocida como Semana Trágica de Barcelona.

La Semana Trágica

La motivación antibelicista mágicamente mutó en protesta anticlerical. Daba igual que la Iglesia fuese ajena a la movilización militar y se incendiaron más de 80 iglesias, conventos y escuelas religiosas y decenas de edificios civiles.

Hoy los libros hablan de la cruel represión ejercida sobre los cinco considerados culpables y ejecutados por ello. Incluso uno de ellos, Ferrer Guardia, se ha elevado a un martirologio civil. Y por cierto, ni uno de ellos tenía familiares movilizados al frente. Pero los mismos libros obvian los tiroteos, saqueos a instituciones de beneficencia que enseñaban, protegían y curaban a los más humildes, profanaciones, insultos y escarnios a religiosos, como el de a una monja anciana que fue obligada a desnudarse en público para cerciorarse de que no ocultaba nada en sus hábitos. Y mucho menos hablan de los sacerdotes asesinados, de los 80 muertos y del medio millar de heridos.

Llega Noval a Melilla

Según Rivera Chamorro las unidades que llegaban a Melilla no eran suficientes para garantizar la seguridad de las líneas de ferrocarril. Las cabilas levantiscas eran mucho más poderosas de lo que los españoles preveían. Entre las refriegas, la más sangrienta sería la emboscada de julio de 1909: el «Desastre del Barranco del Lobo» que se saldó con 150 muertos y cientos de heridos.

En uno de los contingentes de tropa hacia Melilla iba Luis Noval Ferrao, natural de Oviedo. Tenía tan solo 21 años. Había estudiado en la Escuela de Artes y Oficios y era ebanista. El 4 de marzo de 1909 se incorporaba al Regimiento de Infantería del Príncipe nº 3 que salía de Oviedo con dirección a Málaga.

Medina del Campo, Valladolid, Madrid, y decenas de pueblos y ciudades de Castilla la Nueva, y Andalucía los fueron recibiendo por todo lo alto y con bandas de música y ciudadanos con la bandera nacional que agradecían su sacrificio. El 13 embarcaron en el Ciudad de Cádiz rumbo a Melilla. La juventud e ilusión del joven rezuma en las letras de la carta que escribió a su padre y que hoy descolocarían a presentistas modernos:

«En cuanto tuvimos noticias de que iríamos para Marruecos, todos nos hemos mostrado sumamente alegres. En pocos regimientos reinará tanta cordialidad como en éste para partir a la guerra. Nuestro regimiento marchará muy pronto para Melilla, es un sagrado deber defender a la patria. Dígale a mi madre que acordándome de ella, de sus caricias, de lo buena que siempre fue para mí, tendré en su persona puesto el pensamiento cuando esté en la guerra. Yo lo que siento es que en el tiempo que yo esté en Melilla no pruebe la sidra que tanto abunda en nuestra casa»

Cabo Noval

La gesta del Taxdirt

El Regimiento Príncipe permaneció en alerta durante la conocida Batalla de Taxdirt, una de las gestas españolas más recordadas de la Caballería donde soldados españoles fueron sometidos durante horas al fuego rifeño. Y el joven teniente coronel Cavalcanti, al mando de un escuadrón, comandó las tres heroicas cargas del Taxdirt que facilitaron el repliegue de compañías de Infantería y Zapadores.

El Zoco el Had de Beni Sicar

Tras la batalla, el Regimiento Príncipe se estableció en el Zoco el Had de Beni Sicar, un gran campamento protegido con un parapeto a base de sacos terreros y cerrado por alambradas, pero aún así muy expuesto a cualquier ataque. Se habían construido a su alrededor «pozos de tirador» que eran pequeñas trincheras y patrullas nocturnas recorrían la zona para evitar ser atacados por sorpresa. Las avanzadillas, compuestas por cinco hombres, estaban encargadas de la vigilancia del perímetro. En la oscuridad debían estar atentos a ruidos y movimientos sospechosos y cerciorarse periódicamente de que estos puestos no habían caído en manos enemigas.

A Noval el 28 de septiembre le adjudicaron la avanzadilla. Pero nadie sabía que esa noche en el fondo de un barranco cercano más de un millar de rifeños esperaba la oportunidad de asaltar el campamento. Iniciaron un fuego sobre las trincheras, pero los puestos consiguieron replegarse sin conocer la magnitud del peligro.

El objetivo de los enemigos era localizar la entrada al campamento y asaltarlo por sorpresa al amanecer. Pero para ello, era imprescindible la ayuda de alguien desde dentro.

El ataque a la Patrulla

Siete moros, enlazados con unas cuerdas para que en caso de muerte sus cadáveres pudieran recogerse, fueron en vanguardia para atacar a la patrulla española que rondaba la zona. Se arrastraban con sigilo y gracias a sus chilabas pardas que se camuflaban con la tierra, y favorecidos por la oscuridad y el conocimiento del terreno, pronto la localizaron. La idea era capturar a uno de los soldados con vida y que el prisionero los llevase hasta la entrada del campamento.

Los siete rifeños se posicionaron tras los españoles y saltaron sobre ellos. Asesinaron a tres soldados degollándolos con sus gumías, hirieron al cuarto y el cabo Noval, fue el apresado.

Uno de los moros informó en español a Noval de que le perdonarían la vida si los conducía a la entrada del campamento. Y que cuando los descubrieran tenía que decir a la guardia: «No hacer fuego soy español».

Nadie puede saber qué paso por la cabeza del joven asturiano pero, a la luz de los hechos, aceptó el trato.

Noval apresado

Con Noval encañonado, el grupo se dirigió hacia el campamento y al llegar a la puerta no dudó. A sabiendas de que moriría, sintió que su deber de español y de militar era dar la voz de alarma y la dio «¡Tirad, que vengo entre moros!». En el acto, una gumía hereje le atravesaba la espalda, y herido de gravedad por la cuchillada, sacó fuerzas de flaqueza y atravesó con su bayoneta a su captor. Y algo más tarde un balazo de los centinelas le horadaba el cráneo y caía muerto. Pero también morían los siete rifeños.

Cuando los testigos recogieron su cadáver se constató que había muerto sin soltar su fusil que hoy conserva el Museo del Ejército y su bayoneta estaba ensangrentada. La acción de Noval había salvado el campamento y la vida a sus compañeros.

Recorte de prensa de la época

Hubo otra versión sobre su hazaña que no le resta un ápice de heroísmo, al revés magnifica su gesta. El ruido de los tiroteos de unos y otros habrían hecho percatarse a Noval de que los moros se acercaban a la alambrada. Podía salvarse escondiéndose amparado por la negrura de la noche. Pero no lo hizo y quiso continuar su marcha en dirección al campamento para dar el aviso y se convirtió en señuelo. Cuando se acercaba a la entrada fue reconocido y el de guardia dijo «No haced fuego todavía, que viene un centinela nuestro!». Pero Noval, con los moros tras él dispuestos a atacar por sorpresa contestó en voz alta: «¡No importa, haced fuego, que los moros se acercan!». Las fuerzas españolas hicieron entonces varias descargas sobre ellos y el cabo sería una de las víctimas.

Una victoria tras su sacrificio

Fuera como fuera consiguió que el ataque fracasara. Los rifeños que ocupaban una altura cercana, fueron desalojados tras soportar fuego español durante horas. Era un contingente de unos 1.500 hombres que, sin el aviso de Noval, hubieran pasado a cuchillo al campamento con la crueldad y sadismo que siempre les caracterizaba. Tras la victoria, su regimiento pudo recoger el cadáver de Noval y de sus compañeros muertos.

Una historia que conmovió

En las guerras españolas siempre ha habido héroes. Pero la historia del valiente cabo Noval fue especial porque se difundió por toda España en apenas semanas. No era un general condecorado, era un chico del pueblo. Los diarios y semanarios eran conscientes de que los héroes elevan el honor y la moral tras las tragedias y aumentan el patriotismo y la nación necesitaba algo así. Su gesta se convirtió en un símbolo de sacrificio por la patria que inspiraría poemas, obras de teatro y novelas.

Quizás por ello tan pronto, en 1910 Alfonso XIII concedía al cabo Noval a título póstumo la Cruz Laureada de San Fernando de 2ª Clase, el mayor mérito militar en acto de servicio.

El funeral

Su funeral se celebró en la catedral de Oviedo. Aunque sus restos no volverían hasta años después, se le dio todo el boato de héroe nacional y su cuerpo fue enterrado con la pequeña bandera de mochila por la que entregó su vida.

Escultura al Cabo Noval

Tras las honras fúnebres, se descubrió un relieve con su rostro enmarcado en una bandera y una hoja de laurel y la inscripción: «En esta casa nació el 15 de noviembre de 1887 – Luis Noval Ferrao – Cabo del regimiento del Príncipe – Ofreció su vida en aras de la patria y murió gloriosamente – en el zoco el-Had de Melilla el 28 de Septiembre de 1909».

Recuerdos y homenajes al héroe

La guerra de 1909 tuvo una ingente repercusión iconográfica y mediática y generó una gran solidaridad. Llegaron ayudas desde todas las regiones y homenajes a militares que habían muerto de forma heroica en los combates. Monumentos, relieves, placas, panteones y nombres de calles se erigieron en toda España. Noval las tuvo en Oviedo, Sevilla y Valencia. Y el gran artista Muñoz Degraín pintó un lienzo extraordinario, El Cabo Noval, que fue medalla de oro de la Exposición Nacional.

La pieza más relevante: Mariano Benlliure

Pero la pieza más relevante la ejecutaba Benlliure, uno de los mejores escultores europeos del siglo. Para financiarla se formó una «Junta de Señoras», presidida por la Reina Victoria Eugenia y entre ellas estaba doña Emilia Pardo Bazán, suegra de Cavalcanti el gran héroe del Taxdirt. Se erigió en los jardines del Palacio de Oriente. En la base frontal puede leerse la inscripción:

«Iniciado por las MUJERES ESPAÑOLAS se eleva este monumento a la gloria del soldado LUIS NOVAL Patria no olvides nunca a los que por ti mueren».

El 8 de junio de 1912 se inauguraba con la presencia de Alfonso XIII y la familia real en una relevante ceremonia, que extrapolaba el homenaje al asturiano, al espíritu de una nación unida en el recuerdo y la gratitud hacia sus héroes.

La pieza de excelsa calidad respondía a los principios eternos de la estatuaria clásica y aportó los elementos fundamentales de la narración de la gesta.

Análisis de la escultura

Hoy, luce espléndida. El pedestal está formado por un basamento prismático truncado de piedra arenisca con escenas bélicas en altorrelieve que narran el episodio de la muerte de Noval en las puertas del campamento: soldados españoles disparando sus fusiles y en el centro, el humo de los disparos difumina la visión de los enemigos. El soldado Noval cae hacia atrás mortalmente herido, unos moros mueren acribillados y otros huyen abandonando sus armas.

Detalle de la escultura al Cabo Noval

Sobre el pedestal se alza la figura del homenajeado de cuerpo entero. Es el único elemento modelado en bronce y destaca cromáticamente. Luis Noval en marcha camina hacia el campo de batalla. Su rostro juvenil es enérgico y sereno. Va vestido con el uniforme de rayadillo de Marruecos: traje de campaña, con correajes y cartucheras, el fusil con bayoneta, morral y cantimplora cubierto con ros con cogotera. Con la mano derecha sujeta el Mauser que apoya en el hombro y la manta la enrolla en torno al pecho en bandolera. El cinturón, exhibe el número 3 de su regimiento en la hebilla y el capote luce con faldones recogidos para facilitar la marcha.

El conjunto está rematado por una gigante bandera española desplegada con el Escudo del reino en el centro, sostenida por una figura femenina, alegoría de la Patria que recogerá el alma del soldado. Bandera y Patria son el cenit artístico y emocional de la composición.

El ejército no lo olvida

Hoy Noval no está olvidado. Así se llama una Asociación Histórica de recreadores ,el Ejército lo recuerda en ofrendas florales cada 28 de septiembre, y el acuartelamiento del Regimiento de Infantería Príncipe 3, de la BRILAT «Galicia» VII. Esta sede de hombres y mujeres valientemente desplegados en Bosnia, Kosovo, Líbano, Afganistán o Malí lleva con orgullo el nombre de Cabo Noval. Aquel muchacho asturiano que decidió perder la vida por su patria y sus compañeros en un paraje inhóspito del Rif encarnó la figura del heroísmo del soldado del pueblo como Eloy Gonzalo, el del Cascorro, o Lois héroe del Baleares y tantos otros militares sencillos y humildes, pero de corazón y patriotismo inconmensurable.

Escultura Cabo Noval

Y desde los jardines del Palacio de Oriente de Madrid, la grandiosa escultura de Benlliure de Noval, fusil al hombro, seguirá recordando la gesta del joven cabo durante siglos. Porque la estatuaria es esencial en la reafirmación simbólica e histórica de las naciones y cumple con brillantez y eternidad el fin que reza en la propia inscripción del monumento: «Patria no olvides nunca a los que por ti mueren».