
Atentado contra la vida del general Juan Prim en la calle del Turco, la noche del 27 de diciembre de 1870
Así fue el asesinato del general Prim, el primer magnicidio político de la historia de España
Prim se negó a tener escolta a pesar de las numerosas amenazas de muerte que había recibido de unos y otros
En un Madrid oscuro, nevado y centro de una política cambiante se produjo el que está considerado como primer magnicidio de la historia de España. Era martes, 27 de diciembre de 1870. En el Congreso, los diputados estaban debatiendo los últimos flecos de la restauración monárquica porque en pocos días llegaría a Cartagena, Amadeo de Saboya para ser coronado como nuevo rey de España.
En torno a las siete de la tarde, el general Juan Prim, presidente del Consejo de Ministros y ministro de la Guerra, salió del Palacio de las Cortes acompañado por su secretario personal, Juan José González-Nandín y el teniente coronel Moya. Ninguno se imaginó que aquel viaje sería el último para el general Prim.

El general Prim
La pequeña comitiva subió a la berlina y el cochero emprendió la marcha desde la calle de Floridablanca hacia el Palacio de Buenavista, sede del Ministerio de la Guerra (actual Cuartel General del Ejército de Tierra). El carruaje iba sin escolta, como siempre, porque Prim se negó a tener escolta a pesar de las numerosas amenazas de muerte que había recibido de unos y otros.
La ruta elegida era la habitual: desde la Carrera de San Jerónimo la berlina giró hacia la calle Cedaceros, descendió hacia la calle del Turco (hoy llamada Marqués de Cubas), para desembocar después en la sede de su ministerio. Sin que nadie se percatase, al otro lado de la calle del Congreso, había un embozado que encendió un fósforo.Podía parecer casualidad, pero era una señal que repitió otra persona un poco más adelante para avisar que Prim se había puesto en marcha. Cuando la berlina recorría la calle del Turco muy cerca al cruce con Alcalá, dos coches puestos de forma estratégica le cortaron el paso por el frente y por detrás.
El teniente coronel Moya se asomó para ver que ocurría y vio que de la oscuridad surgieron varios hombres armados con trabucos y exclamó: «¡Mi general, nos hacen fuego!». Pocos segundos después, uno de los encapuchados rompió el vidrio del carruaje y asomó su arma de fuego.
Lo siguiente que se escuchó fueron los disparos. Aunque los tres hombres intentaron agacharse, Prim fue alcanzado y su secretario intentó tapar la trayectoria con su brazo y perdió una mano. Aunque sufrió graves heridas, Prim no murió en la calle del Turco.

Atentando contra Prim, en 'La Ilustración de Madrid', 1871
Cronología de una muerte anunciada
El cochero logró maniobrar y salir a toda prisa. Se dirigió a gran velocidad por las oscuras calles de Madrid hasta llegar al Palacio de Buenavista, donde Prim y sus ayudantes fueron atendidos de urgencia por los médicos. Algunas crónicas de la época apuntan a que Prim descendió por su propio pie del carruaje. En un primer diagnóstico, el general había sufrido graves heridas, pero su vida no corría peligro porque la mayor parte de los balazos se los había llevado en el brazo.
Durante tres días, Prim estuvo convaleciente hasta que, de repente, falleció por unas complicaciones médicas. Tal vez, una infección de sus heridas y unas fiebres que se sumaron a una mala praxis médica. Esto es lo que se pensaba hasta principios del siglo XXI, cuando se exhumó el cuerpo de Prim y un equipo forense analizó sus restos, también lo hizo el historiador Pérez Abellán que defendió la tesis de que Prim fue asesinado en su cama mientras se recuperaba de las heridas.

Amadeo I frente al féretro del general Prim
Otra investigación reafirmó la tesis tradicional, sin que unos y otros se hayan puesto de acuerdo desde entonces. Lo que está claro, más allá de las causas de la muerte y de los culpables, es que el magnicidio desestabilizó el proyecto monárquico. Prim había hecho posible la llegada al trono de Amadeo de Saboya tras la revolución de 1868. Ahora que su valedor había muerto, el nuevo monarca llegó a Madrid en un contexto político complejo y mientras la ciudad seguía conmocionada por la muerte del general.