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Retrato de Pico della Mirandola tomado de Icones virorum illustrium doctrina & eruditione praestantium de Jean-Jacques Boissard

900 tesis, 22 lenguas y una muerte por arsénico: la vida imposible de Pico della Mirandola

En febrero de 2008 anunciaron que los exámenes forenses habían desvelado que los restos examinados contenían arsénico en cantidad tóxica, mercurio y plomo. Su asesinato quedó demostrado

Giovanni Pico della Mirandola, conde della Concordia (1463-1494), fue testigo de la brillante época de la Florencia de los Médicis y contemporáneo de la de nuestros Reyes Católicos. Su familia afirmó que descendía del emperador romano Constantino el Grande, siendo señores de Mirandola, ciudad episcopal entre Mantua y Módena, erigida como principado en el siglo XV. Giovanni, desde la adolescencia, demostró poseer una gran inteligencia, una memoria sorprendente, elegancia en el vestir y una capacidad de trabajo sobresaliente.

Llegó a estudiar 22 lenguas —entre ellas el caldeo, el hebreo y el árabe—, y se sintió interesado por ciencias, artes y letras, de tal manera que todos los que le rodearon se asombraron de su talento y cultura. Al ser tercer hijo del matrimonio principesco, se le destinó al sacerdocio, por lo que su madre, a los 14 años, lo envió a Bolonia a estudiar Derecho Canónico. Pero lo abandonó para dedicarse al estudio de las letras en Ferrara con Giambattista Guarino.

Entre 1480 y 1482 estuvo en Padua para emprender estudios sobre filosofía, pasando a Pavía más tarde. Se interesó por la lengua griega y, finalmente, llegó a Florencia, donde trabó amistad con el intelectual Marsilio Ficino, el filólogo clásico Ángel Poliziano y Lorenzo el Magnífico, siendo uno de los miembros más activos de la Academia Platónica de la ciudad.

Marsilio Ficino , Giovanni Pico della Mirandola y Agnolo Poliziano , retratados por Cosimo Rosselli en la Capilla del Milagro del Sacramento en Florencia

Más tarde se dirigió hacia París, donde se entrevistó con el rey Carlos VIII y con el humanista Roberto Gaguin, redentor de cautivos y ministro general de la Orden de la Santísima Trinidad. A su vuelta a Italia, inició sus estudios orientales con el averroísta hebreo Elia del Megligo. Elaboró 900 tesis con las cuales pretendió presentarse en la Roma de los Papas para proponer un debate público sobre ciertos problemas filosóficos y teológicos, sin excluir las doctrinas de la cábala y de la magia natural. Si en principio fue acogido con interés su debate, los rumores de herejía terminaron por frustrarlo.

El Papa ordenó la creación de una comisión para censurar sus escritos, y Pico della Mirandola terminó firmando una declaración de renuncia a trece conclusiones ante la sospecha de que fueran poco ortodoxas. Pero en mayo de 1485 publicó una Apología contra sus jueces, a los que acusó de mala voluntad. Tras intentar nuevamente el debate en Francia, donde fue encarcelado, terminó refugiándose en la corte de los Médicis, en Florencia, donde siempre fue bien acogido.

En 1489 terminó de escribir su Heptaplus, escrito sobre la creación del universo, en el que meditó sobre el Génesis, buscando desentrañar sus significados más recónditos. Dos años después, con veintiocho años de edad, renunció a sus cuantiosos bienes y a su parte del principado familiar, debido a su profundo fervor religioso. En 1490 estableció contacto con el líder religioso y radical Savonarola, mientras continuaba centrando su actividad en ligar el cristianismo con conceptos de los platónicos florentinos, que veían esta religión como una evolución de las filosofías caldeas y hebraicas. Pico pretendió demostrar que, confrontando estas ideas con la cristiana, sería posible convertir a los musulmanes y judíos más fácilmente, en un tiempo en que en Europa se planteaba cada vez más esa posibilidad.

Paralelamente, publicó numerosas obras de filosofía, religión, historia y parte de su correspondencia. También escribió sonetos y otras obras menores, una de ellas a favor de la cábala y otra criticando la astrología. Pico viajó por toda Italia como mendicante, hasta que en 1493 el Papa Alejandro VI lo absolvió de cualquier imputación de herejía y lo admitió de nuevo en el seno de la Iglesia católica.

Precisamente, cuando estaba acabando su libro contra la astrología —después de comprobar que no aceptaba sus predicciones meteorológicas—, se produjo su muerte, a una edad muy temprana. Para lograr concentrarse en sus estudios, se había trasladado al convento de los dominicos —la orden de Savonarola— en Florencia, donde tomó el hábito de terciario.

Se sospechó que fue asesinado por su secretario, Cristóforo de Casalmaggiore, el 17 de noviembre de 1494, por su amistad con el peligroso fraile dominico, muy crítico con los Médicis. Ese día, el rey de Francia, Carlos VIII, entraba en la ciudad, el cual —al saber que había estado enfermo— le envió dos de sus médicos personales, los cuales nada pudieron hacer. Se cumplió el horóscopo del sienés Lucius Bellancius, que había predicho que no llegaría a vivir 33 años. Una rápida ponzoña inundó su cuerpo, no hallándose explicación a su asesinato. Fue enterrado en la iglesia de San Marcos, junto a su amigo Angelo Poliziano, que había muerto dos meses antes.

En 2007 fueron exhumados los restos de Poliziano y della Mirandola y fueron examinados por un grupo de científicos, bajo la dirección de Giorgio Gruppioni, profesor de Antropología de Bolonia, para conocer exactamente la causa de sus muertes. En febrero de 2008 anunciaron que los exámenes forenses habían desvelado que los restos examinados contenían arsénico en cantidad tóxica, mercurio y plomo. Su asesinato quedó demostrado.