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29 de marzo de 2024

Sarah Everard, desaparecida el 28 de febrero

Sarah Everard, desaparecida el 28 de febreroPeter MacDiarmid/Shutterstock

Historia de un crimen

Cadena perpetua para el policía que violó y mató a Sarah Everard

Sentencian al policía Wayne Couzens por el asesinato de Sarah Everard

En marzo de 2021, a eso de las 9 de la noche, la ejecutiva Sarah Everard estaba volviendo a casa cuando desapareció en una tranquila calle en Clapham, Londres, zona popular entre los profesionales jóvenes. Ahora se sabe que su desaparición fue a manos del policía Wayne Couzen, que tras un turno de doce horas condujo hasta Clapham y forzó a Everard a entrar en su coche. 
Los restos quemados de Sarah se encontraron diez días más tarde. Couzen la violó y estranguló en un bosque cercano, quemando su cuerpo para intentar no dejar rastro.
Pero el rastro existía; varias cámaras de seguridad y la conexión automática del móvil del secuestrador alertaron a las autoridades del nexo entre Everard y el policía, y arrestaron a Couzen el pasado 9 de marzo. Su sentencia llegaría meses más tarde, este 30 de septiembre.
Wayne Couzens fue condenado con cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. El juez Adrian Fulford determinó que Couzens llevaba tiempo planificando un ataque sexual con violencia y la elección de Sarah como víctima fue secundaria y aleatoria.

Conmoción en redes sociales

El caso de Sarah causó un enorme impacto en las redes, empezando en Instagram y Twitter un debate sobre la violencia de género en Inglaterra y la seguridad de las mujeres por la noche. «Hizo todo lo que debía», rezaba la frase mas circulada, refiriéndose a las circunstancias de su desaparición; no era tarde, su zona era segura, y la calle estaba iluminada. 
Este caso y su eco en redes sociales llevó a olas de manifestaciones en Reino Unido reclamando protección para las mujeres y la erradicación de una cultura violenta contra las mujeres.

Nuestra policía está aquí para protegernos, y sé que los agentes comparten nuestra pena y desconcierto ante esta total traición de su deberBoris Johnson, primer ministro inglés

La magnitud del debate mediático sobre la violencia sexual se tradujo a una serie de infografías compartidas por Instagram tanto por hombres como mujeres que, desconsolados por el caso de Sarah, prometían velar y ayudar a que todos los que anden por la noche se sientan más seguros. 
La ministra del interior Priti Patel declaró en el momento de la desaparición que «todas las mujeres deberían sentirse tranquilas recorriendo [sus] calles sin temor a la violencia», mientras que el alcalde de Londres, Sadiq Khan, dijo que las calles de Londres «no eran seguras para las mujeres o las niñas». Patel consideró decretar nuevas leyes contra el acoso sexual, entre las cuales se criminalizaría el acoso verbal – aunque dichas leyes aún no se han materializado.

Abuso de poder

Hasta ayer, la narrativa del caso era sencilla: un loco fuerza a Sarah a entrar en su coche, y le quita la vida horas más tarde.
Pero el juicio a Wayne Couzens reveló las circunstancias exactas del secuestro de Sarah Everard; el policía, abusando de su poder sobre la ley, «arrestó» a la chica por una supuesta infracción de la normativa COVID-21 londinense. Aunque la transgresión era completamente falsa, Sarah no lo sabía. Sin tener razón para dudar de la autoridad del policía Wayne Couzens, entró en su coche de forma voluntaria, aterrada solo por haber incumplido la ley.
Este hecho probado ante el juez, vuelve a avivar una conversación ya de por si indignante. Ahora, se suma al debate la conversación sobre la autoridad incuestionable de los agentes de policía, y la introducción de nuevas normativas para evitar que estos abusen de su poder legal.

Uno de los acontecimientos más terribles en la historia […] del servicio de policía metropolitanoCressida Dick, Comisionada de la policía metropolitana

El primer ministro Boris Johnson se ha pronunciado sobre la sentencia, expresando su decepción por el engaño de Wayne Couzens: «Nuestra policía está aquí para protegernos».
Las redes se apresuran a catalogar este caso como de violencia policial, haciendo eco de noticias como la de George Floyd en 2020. El debate que se abre, sin embargo, abarca mucho más que eso: un abuso de poder policial, un caso más de violencia sexual y mil preguntas respecto al frágil equilibrio entre la seguridad de las mujeres y la cultura de sobreprotección. 
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