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19 de mayo de 2024

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Propaganda a favor de la guerra en las calles de MoscúAFP

54 días de guerra

«No hay guerra»: el descabellado método del Kremlin para ocultar a los rusos la invasión a Ucrania

Moscú ha emprendido una estrategia de desinformación masiva y represión para que los ciudadanos rusos no conozcan las atrocidades de su Ejército en Ucrania

En los telediarios que se emiten en la televisión rusa, el Ejército ucraniano bombardea sus propias ciudades y asesina a sus civiles.
Los gobernantes ucranianos son «neonazis y drogadictos», el Ejército ruso está consiguiendo todos sus objetivos y la guerra no es guerra, es una pacificadora «operación militar especial».
Eufemismos, mentiras y neolengua describen la información que los ciudadanos rusos reciben sobre la invasión de su país a Ucrania.
Según esa información, la población rusa del Donbás ha sido víctima de un genocidio por parte de Kiev, y por eso Putin ha ordenado la citada «operación militar especial».
Los reporteros rusos muestran los edificios de apartamentos supuestamente destruidos por los «nacionalistas» ucranianos.
La palabra omnipresente en todas las piezas es la misma: «desnazificación».
Bajo ese término, se esconden las verdaderas intenciones del Kremlin: ocupar Ucrania, dividirla en repúblicas independientes e incorporarlas a la Federación Rusa. En resumen: la desaparición del Estado ucraniano y la deportación de parte de su población.
De los crímenes de guerra cometidos por las tropas rusas en Bucha y en la región de Kiev durante la ocupación, ni rastro, y si lo hay, es para denunciar un «montaje» con el objetivo de desprestigiar a Rusia.
De la destrucción masiva de Mariúpol bajo las bombas rusas, ni un minuto de televisión. Las pocas referencias son para responsabilizar al batallón Azov de llenar de explosivos la ciudad con los que simular bombardeos rusos contra zonas residenciales.
En cuanto a las dificultades con que se encuentra el Ejército ruso en Ucrania, las desproporcionadas bajas militares, la pérdida de material bélico o la retirada del frente norte, apenas se les da cobertura y siempre con la misma justificación: se está ganando la guerra minimizando la bajas, de ahí la lentitud de los avances.
Según la CNN, los informativos rusos muchas veces son sucesiones de acusaciones, insultos y amenazas de exaltados comentaristas que piden la destrucción total de Ucrania y la rusificación de toda su población.
El presidente Putin es omnipresente en la pantalla con su discurso de que occidente busca «la destrucción de Rusia» y por eso, la «operación militar especial» en Ucrania es necesaria para frenar a la OTAN y garantizar la supervivencia de la patria.
La televisión rusa se ha convertido en un contenedor de burda propaganda del Kremlin: niños y jóvenes ondeando la bandera tricolor rusa, portando carteles con la «Z» que identifica a los tanques rusos y a los partidarios de Putin, el himno nacional ruso a todas horas e imágenes de victoriosas tropas rusas avanzando en los frentes ucranianos.
En Rusia no hay una opinión crítica hacia el Kremlin y hacia la guerra. O al menos no se tolera. Aquellos que osen alzar la voz, se enfrentan a penas de hasta 15 años de cárcel y fuertes multas.
La misma palabra «guerra», al igual que «ataque» o «invasión» están prohibidas, y quien se refiera a la «operación militar especial» en esos términos puede ser acusado de calumniar al Ejército ruso y enfrentarse también a penas de cárcel.
En Rusia no hay medios de comunicación independientes. Los que había han ido cerrando a lo largo de los años de Putin en el poder acosados por la fuerte censura y las barreras a la libertad de expresión e informativas.
Los pocos medios libres que quedaban cerraron poco después de iniciar la invasión. En Rusia, todos los medios de comunicación que existen son pro Putin y se limitan a difundir la información oficial que les repiten a modo de consignas desde el Kremlin.
Los medios de comunicación internacionales, al igual que las redes sociales, están bloqueadas o intervenidas.
El objetivo del Kremlin con esta operación liberticida bien planificada y mejor ejecutada es que los ciudadanos rusos no sepan lo que sucede en Ucrania y cerrar toda ventana a la disidencia ciudadana interna.
En la reciente película No mires arriba, protagonizada por Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence, el gobierno de Estados Unidos repetía hasta la extenuación la consigna que da título al largometraje para convencer a la población de que el impacto de un cometa contra la Tierra no iba a causar la muerte inmediata del 100 % de la población mundial.
Evidentemente, la idea no podría haber sido más errada y sus consecuencias más catastróficas.
Del mismo modo, las autoridades rusas repiten la consigna «no hay guerra» con la esperanza de que los ciudadanos jamás descubran que sí están en guerra y que su Ejército ha invadido al país vecino y está aniquilando a su población civil.
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