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20 de abril de 2024

Biden Rueda Prensa Casa Blanca

El presidente Biden durante una rueda de prensa en la Casa BlancaAFP

76 días de guerra

La vulnerabilidad del orden internacional y el declive de la «Pax americana»

Lo que salga de esta guerra podría iniciar una nueva era de conflictos

Afirmaba la Teoría de estabilidad hegemónica (R. Keohane 1977) que «el sistema internacional es más propenso a permanecer estable cuando una nación-Estado es la potencia predominante del mundo».
Esto, unido a la llamada Pax americana, constituyó a Estados Unidos como verdadero «Hégemon» desde 1945 tras el final de la Segunda Guerra Mundial y, más tarde, a partir de la década de 1990, tras el final de la Guerra Fría, de una manera amplia y próspera
En este segundo momento fue el liberalismo político (J. Rawls, 1971) quien constituyó su «religión imperial» a instaurar en todo el mundo. El orden democrático-liberal era la nueva fe para llevar a todos los rincones del planeta. En nombre de «la democracia» y la defensa y promoción de sus dogmas: pluralismo, tolerancia, neutralidad e igualdad, Estados Unidos ha gozado de una ventaja competitiva en la política mundial llevada a cabo por su proselitismo académico, cultural, económico y el poder de los «mass media», incluso, haciendo uso de la fuerza militar cuando ha sido necesario.
Los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, el Pentágono y Pensilvania constituyeron una grave conmoción para esta hegemonía, pero la guerra presente muestra lo frágil que es este orden internacional. Principalmente son dos sus grandes vulnerabilidades: la economía y la seguridad.

La economía

Esta pasada semana los mercados han sufrido un grave desequilibrio. La Reserva Federal de EE.UU. hizo el mayor cambio contra el aumento del coste de vida en 22 años.
El Banco Central elevó las tasas de interés en medio punto porcentual. El aumento de las tasas de interés en 50 puntos ha sido el mayor movimiento, en las últimas décadas. La alta inflación del 8,5 por ciento de marzo hacía pensar que la Reserva Federal en EE.UU. aumentaría las tasas de interés en 75 puntos, algo sin precedentes.
El pasado miércoles Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal anunciaba un aumento menos drástico lo que suponía un alivio y los índices bursátiles subieron un 3 por ciento.
Pero la inflación se está comiendo todo lo que no está en activos tangibles. El Dow Jones cayó más del 3 por ciento, y el Nasdaq de tecnología pesada cayó un 5 por ciento. Pero, ¿qué sucederá si la inflación se mantiene permanentemente alta?
Los rendimientos de los bonos aumentan cuando sus precios caen, lo que significa que se vuelven más baratos. Como resultado, los inversores tendieron a vender sus bonos del gobierno en lugar de comprarlos.
Las ventas de bonos son un misterio y lo sorprendente es que el fuerte aumento de los rendimientos no ha estado acompañado por el aumento que se esperaba. Los datos del mercado laboral de Estados Unidos junto con la inflación están a la base de las decisiones de la Reserva federal.
Estos acontecimientos de Estados Unidos están condicionando decisiones de otros bancos centrales. El gran interrogante es si el Banco Central Europeo (BCE) va a subir los tipos de interés en julio y no, como estaba previsto, ya el próximo año. Y si los sube, en qué medida.
En conjunto: inestabilidad bursátil, altísima inflación, incremento de precios energéticos, y escasez de alimentos básicos. Todo ello supone menos poder adquisitivo para todos, es decir, más pobreza.

Seguridad

La agresión rusa en Ucrania ha demostrado lo vulnerable que es el orden internacional. Es cierto que no ha logrado la división que buscaba en Europa occidental dada la enorme dependencia energética de la misma respecto a Rusia.
Aun así, son muchos los países que han evitado tomar partido en las rivalidades entre Estados Unidos y Rusia: China, Brasil, Egipto, India, Indonesia, Arabia Saudí, Sudáfrica y Turquía, aun cuando, aparentemente, participan y apoyan muchos elementos del sistema internacional, suscriben sus normas y suelen respetarlas.
Pero dichos países, tal vez, porque perciben en la posibilidad de un «Eje chino-ruso» como útil contrapeso a la hegemonía norteamericana están marcado distancias. Muchos de ellos están cerca de ser importantes actores económicos y militares y por eso recelan de las instituciones dirigidas por Estados Unidos.
Mal que les pese a los medios de propaganda occidental, si nos damos cuenta son apenas dos docenas de naciones quienes están firmemente comprometidas con la imposición de sanciones a Moscú; otros muchos las han rechazado explícitamente, especialmente países en vías de desarrollo que no aceptan la narrativa estadounidense y europea.

Un escenario posible

Tales vulnerabilidades y divisiones previsiblemente se acentuarán en las próximas semanas si la voluble economía empeora o cae y si la seguridad internacional sobre el terreno se vuelve más ambigua, en esta fase de la guerra.
Por ejemplo, imaginemos que Rusia pida un alto el fuego para consolidar sus ganancias territoriales en el sureste de Ucrania y, con la ayuda de Pekín, busque recabar el apoyo en estos países más equidistantes. Es un escenario posible.
Washington seguro de poder imponer su «Pax» y su «religión oficial» está en peligro de romper el frágil consenso existente. Sobre el terreno es una lección importante a la vista de los recientes acontecimientos en Europa: imponer «democracia» y «tolerancia» empieza a no funcionar. Algo está cambiando el curso histórico.
A menos que Estados Unidos y Europa adopten otro enfoque lo que salga de esta guerra puede iniciar una nueva era de conflictos.
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