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24 de abril de 2024

Prisioneros Azovstal Ucrania

Soldados rusos registran a los prisioneros ucranianos de AzovstalAFP

85 días de guerra

Aluvión de críticas internas contra el Kremlin por su triunfalismo en Ucrania

La propaganda rusa sobre la caída de Mariúpol y la planta de Azovstal se vuelve en contra de Moscú

Poco le ha durado al Kremlin el exagerado júbilo por la rendición de los soldados ucranianos que defendían la siderurgia de Azovstal, último foco de resistencia en la ciudad ucraniana de Mariúpol, ocupada por tropas rusas.
Los sectores más afines al Kremlin y al presidente Vladimir Putin, los más fundamentalistas del neo imperialismo ruso, se han expresado frustrados y furiosos por el acuerdo con Ucrania para poner fin al asedio de Azovstal.
Tras meses de propaganda belicista orquestada desde el Kremlin, los nacionalistas rusos querían que su ejército aplastara a la resistencia ucraniana.
Las imágenes de los autobuses llenos de soldados ucranianos convertidos en héroes han sabido a derrota en los círculos de propaganda prorrusa.
En el informe de monitorización diaria de los perfiles de propaganda rusos en los medios de comunicación e internet, elaborado por el Institute for the Study of War (ISW), se pone de relieve este malestar.
El acuerdo alcanzado para liberar a los cerca de 1.000 combatientes ucranianos en Azovstal «generó cierta indignación y confusión en las redes sociales prorrusas en lugar de la celebración esperada por el Kremlin por la capitulación total de Mariúpol».
Esta reacción crítica, señala el informe de ISW, «socavará las operaciones de información rusas», cuyas acciones de propaganda se muestran cada vez menos eficaces y cuentan con menos fieles dispuestos a creer las mentiras del Kremlin ante la evidencia del fracaso del ejército ruso en Ucrania.
En los canales de Telegram afines a la invasión incluso se permiten ridiculizar al ministerio de Defensa ruso «por negociar con ‘terroristas’ y ‘nazis’ ucranianos».
Algunos blogueros e influencers que actúan como altavoces de la propaganda del Kremlin «criticaron a la República Popular de Donetsk por organizar los procedimientos de evacuación, y culparon a los negociadores de crear el discurso del martirio ucraniano».
Por el contrario, los fieles más fanáticos del militarismo ruso, alimentados durante meses por el propio Kremlin, «pidieron el encarcelamiento o incluso la muerte de los militares ucranianos que se rindieron».
Los más fieles al presidente Putin «esperaban que las fuerzas rusas destruyeran a los defensores ucranianos en Azovstal».
Cegados por la propaganda, «a algunos rusos les puede resultar difícil conciliar el mensaje triunfal con las negociaciones abruptas que llevaron a una rendición negociada», se añade en el informe de ISW.

Extremistas en el poder

El historiador ruso residente en Kiev, y opositor al régimen de Putin, Dmitriy Galkin, advirtió en un artículo publicado en Kyiv Post que los ultranacionalistas y estalinistas están adquiriendo cada vez más poder e influencia en el gobierno ruso a medida que Putin se debilita por la guerra.
Estos fundamentalistas reclaman al gobierno ruso que emprenda «una guerra a gran escala contra Ucrania» sin importar «las pérdidas y bajas».
Galkin cita al escritor y político ultranacionalista, Zakhar Prilepin, líder del partido «Por la Verdad», como el principal representante de este variopinto grupo de fanáticos.
Según Prilepin, Putin «debe ignorar por completo a Occidente y asumir que la violencia es la única forma de salvar a Rusia de sus enemigos internos y externos».
Prilepin exige también que Moscú se deshaga de los incómodos oligarcas y confiscar su dinero, además de «encarcelar a los liberales para proteger los valores tradicionales frente a la influencia occidental».
Estos grupos han sido hasta ahora minoritarios y, durante un tiempo, incluso fueron perseguidos por el propio Putin, pues veía en ellos una competencia a sus intereses políticos.
Sin embargo, ahora los necesita como ariete frente a aquellos que ponen en duda la política imperialista del Kremlin.
En ese sentido, Galkin afirma en su artículo de Kyiv Post que, con la prolongación de la guerra, con una Rusia cada vez más aislada por las sanciones internacionales, «la probabilidad de que Putin preste atención a los extremistas es cada vez mayor».

Críticas de un excoronel

Las críticas por la errática estrategia rusa en Ucrania no llegan sólo desde la «opinión pública» teledirigida desde el Kremlin.
En la mismísima agencia estatal rusa, Rossiya Novosti, el coronel retirado del ejército ruso, Mikhail Khodarenok, advirtió que la situación de las operaciones militares rusas en Ucrania empeorará.
El coronel atacó la estrategia de propaganda rusa que definió como «tranquilizantes de información» que se ofrece a la audiencia rusa.
En Rusia «se difunde información sobre el colapso moral o psicológico de las fuerzas armadas de Ucrania, como si estuvieran cerca de una crisis moral o una fractura. Nada de eso se acerca a la realidad», afirmó.
A pesar de que el presentador del programa trataba de redirigir la conversación hacia las posiciones oficiales mantenidas por Moscú, el coronel Khodarenok aseguró que Ucrania podría armar a un millón de personas.
Recordó la ayuda que la Unión Europea, y Occidente, está proporcionando a Ucrania, y que un millón de personas pueden unirse a la lucha. Rusia «necesita ver esta realidad sobre el futuro cercano, y debemos considerarla en nuestros cálculos operativos y estratégicos».
«La situación para nosotros va a empeorar», aseguró, y reconoció que el aislamiento internacional que las sanciones ha sometido a Rusia supone un grave problema que el Kremlin está ignorando.
El coronel Khodarenok fue más allá y criticó también la obsesión del gobierno ruso con Finlandia.
«No apuntemos nuestros misiles hacia Finlandia, eso sería ridículo. El mayor problema para nuestra situación militar y política es que estamos bajo un aislamiento geopolítico total. Y todo el mundo está en nuestra contra, da igual que no lo queramos admitir».
Las críticas del coronel Khodarenok no son una novedad. En febrero advirtió que Rusia «está subestimando el grado de odio en la república vecina (Ucrania) hacia Moscú».
«Nadie va a recibir al ejército ruso con pan, sal y flores en Ucrania», como vendía la propaganda del Kremlin para preparar a la población rusa para la invasión.
El coronel crítico se mostró pesimista con la evolución de la guerra en los próximos meses y descartó una victoria rusa a corto plazo.
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