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Shavkat Mirziyoyev, presidente de UzbekistanEfe

Esas raras revueltas y protestas en Karakalpakistán

Las masas de centenares de manifestantes fueron manipulados por algunos líderes con segundas intenciones

18 fallecidos, 243 heridos, 516 detenidos son las cifras provisionales que han arrojado las «raras protestas» que tuvieron lugar hace unos días en la República Autónoma de Karakalpakistán, una de las 14 regiones que conforman el actual Uzbekistán. ¿Cuál es el origen de estas protestas? ¿Quién está detrás de ellas?

Ex Unión Soviética

Uzbekistán, la nación centroasiática más poblada (más de 35 millones de habitantes), con miles de uzbekos repartidos entre los estados que le rodean, es uno de los países de la antigua Unión Soviética donde más se vive el Islam, cosa que se ve no sólo en su hermosa herencia arquitectónica sino también en su práctica habitual.

Reforma constitucional

En diciembre de 2021, el Presidente Mirziyoyev, en el poder desde 2016, propuso un reforma a profundidad de la Constitución. Ese proceso siguió su curso parlamentario en ambas cámaras y a finales de junio las enmiendas se presentaron a la Comisión Constitucional.
El texto presentado al público el 28 de junio contemplaba unas 170 intervenciones en 60 artículos. Las enmiendas más llamativas son aquellas dirigidas a extender el mandato presidencial de 5 a 7 años, fortalecer los derechos civiles y establecer un clima favorable para los negocios y la inversión en el país, la protección de la competencia leal, la garantía de las condiciones para el desarrollo del espíritu empresarial, la prevención del monopolio de actividades económicas, el derecho a realizar cualquier actividad legal para los empresarios y obtener ganancias ilimitadas.
El proyecto también prevé disposiciones que rigen la mejora de las bases de las autoridades estatales, el fortalecimiento de los poderes del parlamento y prevé una alta participación de los ciudadanos en el proceso legislativo.

Separación entre Estado y religión

Además, de acuerdo con declaraciones del Ministro de Justicia, Ruslanbek Davletov, la Constitución mantendrá una neta separación entre el Estado y la religión.
Las enmiendas debían pasar una primera fase en el Parlamento, una segunda fase de consulta al público del 25 de junio al 5 de julio (aunque ya se conocían algunos detalles y los debates ya habían comenzado antes). El paso final es un referéndum, que aún no tiene fecha establecida.
Desde diciembre y hasta el 20 de junio, la población había presentado en torno a 48.500 propuestas de enmienda; el 4 de julio ya eran más de 57.000, de manera que el plazo para presentar enmiendas fue extendido por el Pleno del Oliy Majlis (la Cámara Baja) hasta el 15 de julio.
Este hecho demuestra, al menos, dos cosas: una, el compromiso serio de Mirzioyoyev con las reformas democráticas del país, que se toma en serio la democracia; y dos, que la ciudadanía vio en el nuevo presidente una bocanada de aire fresco, una oportunidad que aprovechar para expresarse y hacer oír su voz. Y no la van a desaprovechar.
Las protestas
Sin embargo, las enmiendas propuestas a las versiones actuales de los artículos 70, 71, 72, 74 y 75 de la Constitución de la República de Uzbekistán relativas al estatus de la República de Karakalpakistán no gustaron a todo el mundo. Los manifestantes se opusieron específicamente a lo que se refiere a la anulación de su derecho a la secesión, una rara excepción en el Derecho Constitucional comparado que, además, es herencia soviética.
Las razones de fondo de por qué una serie de manifestantes se lanzaron a protestar a las calles no están aún claras. ¿Es que estos manifestantes desean ejercer dicho derecho? ¿Qué futuro le esperaría a una Karakalpakistán independizada?
Es obvio que sólo la inversión del Gobierno de Tashkent puede hacer prosperar a una región asolada por la desecación del mar de Aral y sus consecuencias medioambientales, además del atraso económico que sufre con respecto a otras regiones que gozan de gran atractivo turístico (Samarcanda, Bujara, Jiva,…).
Las protestas derivaron en asaltos a edificios públicos estatales y a almacenes de armas. Esa es precisamente la línea que no se puede atravesar, cuando una protesta cívica pasa de ser pacífica a violenta. Completamente inaceptable.
Muy probablemente –y las investigaciones posteriores seguramente así lo revelarán— las masas de centenares de manifestantes fueron manipulados por algunos líderes con segundas intenciones, cuya intención no era sólo protestar sino desestabilizar al Gobierno actual y generar una situación similar a la de Kazajistán en enero de este año. Lamentablemente, esas acciones desembocaron en muertes (al menos, 5 miembros de la Guardia Nacional) y destrozos materiales.
Mirziyoyev visitó dos veces la región los días 2 y 3 de julio y mantuvo reuniones con activistas de la región, miembros de la Jokargy Kenes (Asamblea Regional) y representantes de los ancianos, además de visitar varias zonas residenciales de la ciudad. Finalmente, retirará del proyecto la eliminación del derecho a la secesión de Karakalpakistán.

Apoyo de Putin

Las reacciones internacionales van desde el apoyo incondicional de Putin a Mirziyoyev, el respeto escrupuloso de China a los asuntos internos del país amigo, y la postura de los países occidentales, que podría resumirse en cuatro puntos: preocupación por los acontecimientos, llamamiento a una investigación independiente y apoyo a las reformas democráticas del presidente y una resolución pacífica del conflicto.
Así se expresaron tanto Charles Michel (Presidente del Consejo Europeo), Josep Borrell (Vicepresidente de la Comisión Europea) y el portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Ned Price. Las conversaciones con la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, siguieron esas mismas líneas.
*Profesor Universidad San Pablo CEU