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24 de abril de 2024

Tropas de combate rusos embarcando para Kazajistán

Efectivos de combate rusos embarcan a KazajistánAFP

Kazajistán, el país detrás del conflicto

Posee inmensas reservas de materias primas, unos recursos que entonces atrajeron inversiones millonarias y que ahora podrían ser una de las causas del conflicto

Kazajistán, con sus 2.717.300 kilómetros cuadrados, es el noveno país más grande del mundo, mayor que toda Europa Occidental. Está situado en Asia Central y su escasa población es de 19 millones de habitantes. Comparte fronteras con Rusia, China, Kirguistán, Uzbekistán y Turkmenistán. Su única salida a un mar está en el oeste con el Mar Caspio.
El territorio fue habitado por tribus nómadas y las caravanas que transitaban la Ruta de la Seda. En el año 1221, los mongoles conquistaron Asia Central. Genghis Khan sustituyó la división patrimonial y tribal por administraciones territoriales y unió bajo su poder y el de sus sucesores a las tribus nómadas.
Los rusos comenzaron a colonizar la estepa kazaja en el siglo XVIII y al siguiente la anexionaron al Imperio Ruso. Tras la Revolución de 1917, el país acabó transformado en la República Socialista Soviética de Kazajistán en 1936, como parte de la URSS.
Moscú usó el territorio para importantes proyectos soviéticos, como el Cosmódromo de Baikonur, el proyecto de desarrollo agrícola «Tierras Vírgenes» o el enclave de Semipalatinsk, el mayor centro de pruebas nucleares de la URSS. También alojó campos de concentración. Nazarbayev regaló a Mariano Rajoy los expedientes de 152 españoles –divisionarios azules y republicanos–, que sufrieron en esos campos en los años 40.
Tras la disolución de la Unión Soviética, el 16 de diciembre de 1991, Kazajistán fue la última república soviética en declarar su independencia y Nursultan Nazarbáyev, el anterior jefe del sóviet local, pasó a ser su presidente. Sin empacho de su pasado, transitó del modelo comunista a una economía de mercado.
La capital de Kazajistán era Almatý, situada al sureste. En 1997 Nazarbáyev trasladó la capital a Akmolá que, en 1998, pasó a llamarse Astaná. La planificación general de la ciudad fue encargada al arquitecto Kisho Kurokawa. En el desarrollo urbanístico de Astaná participaron arquitectos como Frank Gery y Norman Foster. Uno de los símbolos de la ciudad, el Palacio de la Paz y la Armonía –una pirámide diseñada por Norman Foster–, fue construido para albergar los encuentros de los líderes de las religiones de todo el mundo. Federico Mayor Zaragoza, entonces presidente de la UNESCO, la calificó como Ciudad de la Paz. Finalmente, a la ciudad se le impuso el nombre de su presidente: Nur-Sultán.

Sociedad

Se caracteriza por su heterogeneidad religiosa, étnica y cultural, debida en parte a las deportaciones masivas de varios grupos étnicos enviados a este país gélido durante el gobierno de Stalin. En Kazajistán cohabitan más de 140 nacionalidades, siendo mayoritarios los kazajos, que suponen el 63,1 % de la población, seguido de los rusos que son el 23,7 %. Otros grupos étnicos significativos son los uzbekos (2,9 %), los ucranianos (2,1 %), los uigures (1,4 %), los tártaros (1,3 %) y los alemanes (1,1 %). Conviven hasta 46 religiones. Casi las tres cuartas partes de la población son musulmanas y los cristianos son la segunda comunidad religiosa más importante. Asimismo, existe una pequeña colectividad judía. El 40 por ciento de la población vive en el campo y el 60 por ciento en zonas urbanas.
El kazajo es el idioma oficial, aunque el ruso tiene una gran relevancia como idioma oficial en las instituciones y lengua de comunicación interétnica.

Economía

Desde su independencia en 1991, Kazajistán vio crecer su PIB gracias a la abundancia de sus recursos naturales, especialmente petróleo y gas, y a su creciente exportación a Europa. Sus reservas de petróleo y gas suponen el 11 % de las reservas mundiales.
La minería es abundante. Tiene las segundas reservas más grandes del mundo de uranio, cromo, plomo y zinc; la tercera de manganeso; la quinta de cobre; y está entre los diez primeros de carbón, hierro y oro. También es un significativo exportador de diamantes. Todo eso atrajo millonarias inversiones extranjeras antes y carros de combate ahora.

Exteriores

El país es miembro de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). En 2010 Kazajistán fue el primer estado postsoviético y de mayoría musulmana que presidió la OSCE, cuya primera cumbre de este siglo se celebró en Astaná.
Es uno de los seis estados post-soviéticos que tienen un Plan de Acción Individual de Cooperación con la OTAN y participa en el Programa para la Paz de la Alianza Atlántica. También es miembro de la Organización de la Conferencia Islámica. Cal y arena.
Tras los ataques terroristas del 11-S contra Estados Unidos, el Gobierno de Kazajistán se alineó con Washington, participando en la lucha contra el terrorismo islámico, así como para la campaña militar y de reconstrucción de Afganistán.
Kazajistán mantiene estrechas relaciones con Rusia, con quien comparte más de 6.800 kilómetros de frontera, y con China, con más de 1.500 kilómetros de lindes comunes.
Cuando se produjo el colapso de la Unión Soviética, Kazajistán tenía el cuarto arsenal nuclear más importante del mundo, pero fueron devueltas a Rusia tras varios tira y afloja.

Relaciones con España

Con la Unión Europea, España reconoció la independencia de Kazajistán. En febrero de 1992, establecieron relaciones diplomáticas y, desde 1999, hay embajada de Kazajistán en Madrid y de España en Astaná.
El entonces presidente, Nazarbáyev, hoy el poder en la sombra, ha viajado varias veces a España desde 1994. Por su parte, los Reyes de España han visitado Kazajistán en 2002, 2007 y en 2017.
En 2009 España y Kazajistán firmaron el Tratado de la Asociación Estratégica. Los intercambios superan los mil millones de dólares anuales, una balanza comercial favorable a Kazajistán, por la exportación de materias primas a España que, a su vez, transfiere a ese país tecnologías e industrias de valor añadido, especialmente en el campo de las telecomunicaciones, el transporte y las nuevas tecnologías, como el Talgo, aviones C-295 para transporte de tropas y aparatos A-400 firmados en 2021 por el Gobierno de Sánchez.
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