Fundado en 1910

08 de mayo de 2024

President Donald Trump speaks with reporters after participating in a video teleconference call with members of the military on Thanksgiving, Thursday, Nov. 26, 2020, at the White House in Washington. *** Local Caption *** .

Donald Trump en una rueda de prensaGTRES

EE.UU.

Por qué Donald Trump no quería soltar los informes secretos del Gobierno

A Donald Trump le atribuyen carecer de un mínimo sentido de la responsabilidad y ser incapaz de valorar lo que representaban esos informes que con tanta alegría se llevaba

Donald Trump es, posiblemente, el presidente de Estados Unidos más excéntrico de los que hayan pasado por la Casa Blanca. Entendía la Administración como una de sus empresas donde sus deseos debían ser órdenes aunque estuvieran en el límite de la legalidad o, directamente, la violaran.
El multimillonario que rara vez tuvo las cuentas en orden con Hacienda gobernó, con sus aciertos y errores, bajo la premisa del ordeno y mando. Ese concepto podría explicar o ser una de las razones que le impulsaron a hacer un acopio indiscriminado de documentos altamente confidenciales o secretos de Estado.

El Estado soy yo

«Son míos», solía decir al referirse a los documentos que le facilitaban los servicios de Inteligencia estadounidense, según tres fuentes consultadas por el diario, que mantuvo un enfrentamiento abierto con el marido de Melania. Cuando había algún intentos de recuperarlos, mientras todavía estaba en la Casa Blanca, esa era la respuesta que daba a los atónitos funcionarios.
La anécdota recuerda a la protagonizada por el difunto presidente de Argentina, Carlos Saúl Menem, cuando se vio obligado a devolver un automóvil con el que estaba encaprichado. «La Ferrari es mía, mía, mía», insistía en un intento fallido por conservar un bólido con que el superó los 200 kilómetros por hora, en un viaje a la ciudad costera de Pinamar (Buenos Aires). Criticado por la prensa cuando le reprocharon haber superado los límites de velocidad, Menem respondió: «Es, verdad, pero soy el presidente». Trump, casi con certeza, compartía su opinión.

«Son míos»

El presidente que hizo lo imposible para quedarse en la Casa Blanca, no se movió un ápice de su posición –según las fuentes del periódico–, cuando le advirtieron de que no podía trasladar las cajas repletas de informes secretos a su club privado de Mar-a-Lago, en enero de 2021. «Son míos», volvería a responder, según las fuentes del periódico.
Con John Biden como presidente electo, los intentos de que devolviera la documentación resultaron infructuosos. Transcurrían los meses y Trump despreciaba todos los requerimientos oficiales y extraoficiales. Finalmente, fue el FBI el que decidió hacer un registro en las instalaciones de Palm Beach y proceder a la incautación.

No lo valoraba

A Donald Trump le atribuyen carecer de un mínimo sentido de la responsabilidad y ser incapaz de valorar lo que representaban esos informes que con tanta alegría se llevaba.
Los que le visitaron recuerdan cómo mostraba a las visitas los «souvenir», como un zapato que había pertenecido al jugador de baloncesto, Shaquille O’Neal, al tiempo que leía y permitía leer esos documentos y hasta la correspondencia que mantenía con Kim Jong-un, el líder norcoreano que provoca al mundo y se entretiene, haciendo ensayos nucleares.

En una reunión con dos altos cargos del Gobierno de Vladimir Putin, les mostró información clasificada del Mosad que Israel le había entregado

El periódico recuerda que la ligereza con la que Trump trataba esa información rozaba la insensatez. Un ejemplo lo ilustra: en una reunión con dos altos cargos del Gobierno de Vladimir Putin, les mostró información clasificada del Mosad que Israel le había entregado.
En otra ocasión, por su cuenta y riesgo, decidió tuitear una fotografía que la CIA había captado del lanzamiento fallido de un cohete iraní. Los intentos por evitarlo del asesor de Seguridad nacional, el director de la CIA y el director de Inteligencia Nacional, fueron en vano. Entonces, el único presidente de Estados Unidos de la era moderna que no metió a Estados Unidos en una guerra, tenía 63 millones de seguidores.
Entre las malas costumbres de Trump habría que añadir que arrojaba por el retrete documentos oficiales y secretos. Durante su legislatura, el fontanero de la Casa Blanca no pudo quejarse de falta de trabajo.

Chantaje, revancha o burla

John Bolton, el tercer asesor de Seguridad de Trump, cree que es posible que su antiguo jefe, «ni siquiera aprecie del todo» el motivo por el que se conducía de esa manera. Pero el riesgo de que ese material cayera en manos peligrosas, era real.

El ex presidente entendía algunos informes como un juguete que le podría permitir burlarse o presionar a sus homólogos

Otros observadores están convencidos de que el ex presidente entendía algunos informes como un juguete que le podría permitir burlarse o presionar a sus homólogos.
En concreto, recuerdan que en los viajes oficiales internacionales, le facilitaban, además de la documentación habitual, biografías de los presidentes que podían contener información financiera o íntima sensible, donde abundan detalles personales. El FBI descubrió en Mar-a-Lago una de esas carpetas hoy conocidas: la de Emmanuel Macron.
Comentarios
tracking