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El presidente ruso Vladimir PutinAFP

212 días de guerra en Ucrania

Putin causa el caos entre sus generales en el campo de batalla al darles órdenes directas desde Moscú

Un informe de inteligencia de EE.UU. indica que hay continuas disputas entre los generales rusos por las órdenes contradictorias y absurdas que reciben desde el Kremlin

Desesperado, Vladimir Putin trata de encauzar la guerra en Ucrania, que se le ha complicado tras la pérdida de la región de Jarkov, dando palos de ciego y tomando decisiones de dudosa conveniencia.
La guerra no ha ido como esperaba el presidente Putin y su camarilla de aduladores en el Kremlin. Lo que se esperaba que fuera una guerra relámpago de unos días para deponer al presidente Zelenski e imponer un gobierno títere en Kiev se ha convertido en una guerra sangrienta que ya va por su día 212.
La guerra en Ucrania está poniendo en la cuerda floja al presidente Putin y a su régimen autoritario. Para enderezar el rumbo, el inquilino del Kremlin ha decidido dirigir en persona desde Moscú a sus tropas en Ucrania con órdenes directas a sus generales en el campo de batalla.
La decisión de hacer efectiva la anexión de los territorios ucranianos de Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia, además de decretar la movilización parcial de la población, suena a una medida a la desesperada para intentar recuperar la iniciativa en la guerra, además de calmar el nerviosismo de los sectores más fanáticos del nacionalismo ruso que ven cómo la posibilidad de perder la guerra no es en absoluto descartable.
Sin embargo, el principal indicio de que Putin está desquiciado por los continuos reveses de sus tropas en el frente es que ha empezado a inmiscuirse en persona en el devenir de la guerra dando ordenes directamente a sus generales en el campo de batalla.
En el pasado, Adolf Hitler también optó por tomar las riendas de las decisiones de su ejército en persona durante la Segunda Guerra Mundial cuando la derrota de la Alemania nazi era ya una evidencia.
Una actitud que también siguieron otros líderes autoritarios, como el Kaiser Guillermo II, o el zar Nicolás II en la Primera Guerra Mundial. Ambos casos acabaron en absoluto desastre.
En el caso concreto del zar ruso, su intromisión en el devenir de la guerra lo convirtió a ojos del pueblo ruso, en responsable directo de la derrota de la debacle rusa en la contienda mundial, lo que contribuyó notablemente a su caída y al estallido de la revolución bolchevique.

Malestar y caos en el mando ruso

En la actual guerra en Ucrania, la inteligencia militar de Estados Unidos obtuvo información que indica que las instrucciones que da Putin a sus generales son absurdas y contradictorias, generan malestar en el mando ruso y serían responsables, en parte, del mal desempeño de las tropas rusas.
Según el análisis de inteligencia estadounidense, revelado por la CNN, la intromisión de Putin en las acciones directas de guerra es una actitud muy inusual en un ejército moderno, y sería un síntoma de la disfuncionalidad del Ejército ruso y de la descomposición de su mando.
La entrada en juego de Putin en las decisiones que se toman en el campo de batalla, junto con la falta de compromiso en la toma de decisiones de los generales por miedo a que se les responsabilice de las derrotas, hace que los batallones rusos se muestren dubitativos sobre los puntos donde concentrar sus capacidades ofensivas.
La reportera de la CNN, Katie Bo Lillis, que tuvo acceso al informe, reveló que «hay desacuerdos importantes sobre la estrategia a seguir entre los líderes militares, incapaces de ponerse de acuerdo sobre dónde centrar sus esfuerzos para apuntalar las líneas defensivas».
Según el informe estadounidense, a pesar del bombo y platillo con que se anunció la movilización parcial de la población rusa para fortalecer el impulso militar en Ucrania, y el entusiasmo con que lo han acogido los sectores más radicales del nacionalismo ruso, Rusia se mantendrá estancada con una capacidad limitada para iniciar nuevas contraofensivas.
Los problemas endémicos del ejército ruso, como los problemas en las líneas de suministro y las comunicaciones, se mantendrán. Otros problemas, como la baja moral de las tropas, incluso se agravarán, pues muchos de los movilizados son reclutas forzosos o carecen de un entrenamiento adecuado.