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Un obús autopropulsado ucraniano en el frente de BakhmutEFE

321 días de guerra en Ucrania

La catastrófica e inesperada consecuencia para Ucrania de la ofensiva rusa sobre Bakhmut

Ucrania se enfrenta a uno de los mayores desafíos desde el inicio de la guerra justo cuando parecía que su empuje ofensivo era imparable

Continúa la ofensiva rusa sobre las ciudades de Bakhmut y Soledar con importantes avances de las tropas ocupantes en las últimas horas, que están cerca de rodear por completo a los defensores ucranianos.
El domingo 8 y el lunes 9 la situación se complicó notablemente para las tropas ucranianas, abrumadas por la concentración de poder de ataque ruso en este frente.
El informe del Ministerio de Defensa británico señala que «las fuerzas rusas y Wagner han realizado avances tácticos en la pequeña ciudad de Soledar, en Donbás, y es probable que ya controlen la mayor parte del asentamiento».
Situada a 10 kilómetros de Bakhmut, la estrategia de Rusia consiste en lanzar una ofensiva sobre la ciudad desde Soledar y envolverla desde el norte «para interrumpir las líneas de comunicación ucranianas».
Las fuerzas ucranianas están exhaustas y, aunque las tropas rusas también están sufriendo bajas catastróficas, el grueso de los muertos rusos los pone el Grupo Wagner, mientras que la mayor parte de los 300.000 soldados reclutados por el Kremlin en otoño aún no han entrado en combate.
Moscú estaría reservando a la nueva fuerza reclutada estos meses para una gran ofensiva en Lugansk y Donetsk a partir de primavera. Pese a todo, no está claro que el entrenamiento de estas nuevas tropas haya sido suficiente como para crear una fuerza significativa que barra la resistencia ucraniana.

Cambio de planes

Los ucranianos, por su parte, ante la ferocidad de la ofensiva rusa en Bakhmut y Soledar han tenido que cambiar de planes y aplazar la cacareada contraofensiva sobre Zaporiyia prevista para este invierno.
Según el Institute for the Study of War (ISW), «las fuerzas ucranianas están concentrando un gran grupo de fuerzas en el oeste de la región de Donetsk, junto al área de Vuhledar, para preparar nuevas ofensivas».
Esas tropas destinadas a dar la batalla por Bakhmut y Soledar procederían de las fuerzas destinadas, antes del cambio de planes, a avanzar por Zaporiyia hacia la ciudad de Melitopol.
Este movimiento indica que Ucrania no está dispuesta a dar por perdidas las ciudades de Bakhmut y Soledar, y se prepara para emprender una contraofensiva.
La batalla por estas dos localidades ya se ha convertido en la más sangrienta de la guerra, superando al asedio de Mariúpol o al de Severodonetsk.
Sin embargo, y así se ha destacado en todos los medios, informes sobre la guerra y análisis, estas dos ciudades tienen muy escaso valor táctico, y la obsesión rusa por conquistarlas sin importar el número de bajas, se explicó con la estrategia del jefe del Grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, ansioso por presentar Moscú una victoria de sus mercenarios con la que imponerse sobre las élites del Kremlin.
Pero la sangrienta batalla de Bakhmut y Soledar ha revelado dos aspectos que hasta ahora han pasado inadvertidos y que podrían resultar decisivos para el transcurso de los próximos meses de guerra, y que explicarían el porqué de la obcecación rusa por conquistarlas y la negativa ucraniana de emprender una retirada táctica.
En primer lugar, están las minas de sal y yodo de la zona de Bakhmut y Soledar. Su conquista, control y explotación sería el objetivo real de Prigozhin, el motivo por el que quiere conquistar el área a toda costa.
El control de dichas minas daría al Grupo Wagner una ingente fuente de financiación que aumentaría su autonomía del Kremlin y que convertiría a Prigozhin en un auténtico «señor de la guerra» con un feudo propio en Ucrania fuera de todo control de Moscú.

Ucrania pierde la iniciativa

Por otra parte, aunque la conquista de Bakhmut y Soledar no dará ninguna ventaja a las tropas rusas en el campo de batalla, sí que ha tenido un efecto catastrófico y del todo inesperado: Ucrania ha perdido su iniciativa en el campo de batalla.
Aunque no está claro que Rusia pueda recuperar la ventaja, tampoco está tan claro que las tropas ucranianas puedan mostrar la superioridad que mostraron a la vuelta del verano.
En ese contexto, es poco probable que en los próximos meses se vean espectaculares ofensivas sobre Zaporiyia o Lugansk como las que se vieron sobre Jarkov o Jersón.
La gran incógnita no es tanto si Ucrania logrará resistir o no en Bakhmut y Soledar. La gran incógnita es qué sucederá en primavera, cuando el terreno se descongele y se reactiven los combates.
Los efectos de esa ayuda no se notarán de forma inmediata. Los nuevos sistemas estadounidenses, y de los demás países occidentales que han comprometido material, estarán en pleno servicio a partir de primavera y se espera que ayuden a Ucrania a desbaratar la ofensiva rusa y recuperar la iniciativa militar.
Sin embargo, Rusia ha demostrado que tiene una gran capacidad para adaptarse y, del mismo modo que encontró la fórmula para reducir los devastadores efectos de los sistemas de artillería HIMARS sobre sus posiciones, no es descartable que encuentren un atajo para contrarrestar el poderío de los vehículos Bradley, AMX-10 RC o las defensas antiaéreas Patriot.