Ni precios cuidados, ni precios justos o lo que es lo mismo, forzar a los supermercados a un control de precios, ha funcionado. La cesta de la compra en Argentina está por las nubes y los argentinos sienten que se les viene la noche y les encuentra con el estómago creando telarañas. Dicho de otro modo, la inflación interanual general ha superado el 100 % en el mes de febrero y la comida exactamente lo mismo.
Argentina,
una vez más, sube al pódium de los países con
mayor inflación del mundo. Ocupa el sexto por detrás de
Zimbabue (244%), Venezuela (156%),
Líbano (142%), Siria (139 %) y
Sudán (103 %). En Hispanoamérica tiene el dudoso honor ocupar el segundo lugar por detrás de Venezuela.
El fantasma de la hiperinflación de finales de los años 80 y principios de los 90 resucita. Los argentinos no olvidan aquellos días en los que entrar a hacer la compra era una aventura de factura incierta. Los precios se disparaban en cuestión de minutos. Por megafonía se cantaban las variaciones y al llegar a la caja a pagar lo que estaba marcado había perdido vigencia. Todavía no se ha llegado a ese escenario, pero la situación empieza a adquirir parecidos más que preocupantes. Por primera vez desde 1990 ha alcanzado los tres dígitos.
El sector de alimentación es el más afectado por el último IPC de Argentina. El Instituto Nacional de Estadísticas (Indec) observa que los productos de alimentación y las bebidas sin alcohol subieron un 9,8 % respecto a enero del año pasado y del 102,6 en términos interanuales. El dato ha encendido las luces quemadas de alarma en la Casa Rosada y en más del 36 por ciento de la población que vive bajo la línea de la pobreza. Ni hablar de lo que piensa uno de cada 10 argentinos que, directamente, son indigentes.
Sindicatos y piqueteros se revuelven
La gente vive con el agua al cuello y al cinturón se le agotan los orificios para ajustarlo. Los sindicatos y los piqueteros, aliados tradicionales del kirchnerismo ya no pueden hacerse los distraídos con el gobierno que han respaldado y al que han tolerado lo que nunca hubieran perdonado a otro que no fuera peronista.
Manifestaciones y protestas en las calles se suceden cuando apenas quedan siete meses para las elecciones presidenciales.
El sueño de Sergio Massa, ministro de Economía, de convertirse en candidato de apuesta segura por su gestión al frente del ministerio se diluye con esta crisis. También el de Alberto Fernández que amaga con intentar la reelección pese a la oposición del kirchnerismo que le encumbró en el poder. El problema es suyo, pero también de Cristina Fernández, la mujer que, una vez más, se equivocó al elegir al hombre que debía acompañarla en el poder.
La vicepresidenta que habla y actúa como si estuviera al margen de un Ejecutivo donde es la número 2 en el escalafón, tiene difícil asumir las encuestas que anticipan una derrota demoledora del Frente de Todos
La vicepresidenta, que habla y actúa como si estuviera al margen de un Ejecutivo donde es la número 2 en el escalafón, tiene difícil asumir las encuestas que anticipan una derrota demoledora del Frente de Todos, donde ella es más que nadie, la que ordena y manda. Sin candidato definido las previsiones indican que la viuda de Néstor Kirchner sería la única con capacidad de lograr un resultado digno en la derrota y de paso, mantener sus fueros.
¿Cristina Fernández candidata?
Los analistas observan que a «Cristina» como se dirigen a ella en público sus leales, no le va a quedar más remedio que reflexionar y replantearse aquella declaración en la que se autoexcluyó de presentarse como candidata a cualquier cargo público.
La excusa de que está «proscrita» por la justicia es sabido que es una falacia. Aunque condenada a seis años de prisión y de inhabilitación para ejercer cargos públicos, la sentencia no tiene validez hasta que sea firme y para que se de ese escenario tendrían que pasar no menos de dos años.
La notica de la inflación es una tragedia para los argentinos y un aviso nuevo de que el kirchnerismo ya no es lo que era. Las jóvenes promesas de La Cámpora, la organización que un día fue juvenil, pierden pelo y hoy están sentados en los ministerios y en los escaños que representan a un Ejecutivo no sólo incapaz de resolver los problemas, sino con un talento formidable para crearlos y aumentarlos.
La inflación es, en definitiva, el problema más grave para una población cansada de que la historia se repita y para un kirchnerismo que siente que tiene sus días contados.