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El presidente chino, Xi JinpingAFP

Asia

China tiene un nuevo objetivo: mediar en el conflicto palestino-israelí

El gigante asiático afianza su ofensiva diplomática, mientras aumenta la presencia militar en torno a Taiwán

Irán y Arabia Saudí, la guerra de Ucrania y ahora Israel y Palestina. China continúa con su ofensiva diplomática, enarbolando la bandera blanca de la paz y el diálogo, mientras que aumenta la presencia militar en torno a Taiwán. El gigante asiático se ha convertido en el nuevo mediador por excelencia o eso quiere hacer creer al resto del mundo.
China defiende que su «postura de no intervención en los asuntos internos de otros países» le permite mantener una posición neutral para resolver los diferentes conflictos. Una aparente realidad que han aceptado los líderes europeos, que se han paseado por Pekín y ofrecido su mejor sonrisa y apretón de manos al presidente chino, Xi Jinping.
Los encuentros del presidente francés, Emmanuel Macron, la presidenta de la Comisión de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, el canciller alemán, Olaf Scholz, e incluso el presidente Pedro Sánchez dan muestra de que el Viejo Continente cree, o quiere creer, en el papel conciliador de Xi en el nuevo mundo. Los representantes europeos rogaron al presidente chino que mediara entre su fiel aliado, el presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo ucraniano, Volodimir Zelenski.
China, con motivo del primer aniversario de la guerra de Ucrania, presentó un plan de paz de 12 puntos. Ambiguo –como su política exterior–, pero que le ha permitido situarse como un nuevo actor en la invasión rusa. La reconciliación entre Arabia Saudí e Irán ha sido la gran sorpresa del año, pero aún más sorprendente, ha sido la mediación de Pekín. Xi se cuelga una medalla como «pacificador del año», tras conseguir que las dos potencias musulmanas suníes y chiíes en Oriente Medio hayan retomado unas relaciones rotas desde 2016.
A modo de bonus, Riad y Teherán podrían poner fin a la guerra de Yemen. Nueva victoria para China. Pero las ambiciones de Pekín no terminan aquí y se ha propuesto acabar con uno de los conflictos más enquistados de la historia reciente, el enfrentamiento entre Israel y Palestina. El conflicto israelí-palestino ha vuelto al foco mediático por los incidentes entre la población árabe y la Policía israelí en el interior de la mezquita Al-Aqsa, en Jerusalén, considerada uno de los lugares sagrados para el islam.
China no ha perdido la oportunidad de mostrar su renovado espíritu pacifista y ha defendido «la prioridad apremiante de hacer todo lo posible para lograr una desescalada de la situación y pedir a todas las partes, Israel en particular, que muestren calma y moderación para evitar que la situación se salga de control».
Un portavoz del Ministerio de Exteriores chino aseguró que el gigante asiático «seguirá trabajando con ahínco para encontrar una salida integral, justa y duradera a la cuestión palestina» e instó a la comunidad internacional a «actuar con un mayor sentido de urgencia y crear las condiciones para la reanudación de las conversaciones entre Palestina e Israel».
El ministro de Relaciones Exteriores de China, Qin Gang, ya se ha puesto manos a la obra, y según recoge la agencia de noticias oficial china Xinhua, mantuvo una conversación telefónica con su homólogo israelí, Eli Cohen, a quien insistió en que la salida «fundamental» pasa por reanudar las conversaciones de paz e implementar la «solución de dos Estados».
La «solución de dos Estados» para el conflicto palestino está prácticamente descartada y Pekín es consciente. Pero nuevamente, se sitúa como un «actor neutral», sin beneficiar a ninguna de las dos partes. Aún así, el Ejecutivo israelí está muy ocupada haciendo frente a los problemas internos y el tema palestino es el último de sus preocupaciones, mientras los israelíes se manifiestan a diario contra las últimas reformas del Gobierno de Benjamin Netanyahu.
Palestina e Israel no se convertirán en una victoria para China, pero mientras hace creer al resto del mundo que es el nuevo pacificador, Taiwán se prepara para hacer frente a la maquinaria bélica china, que no permite dudas algunas sobre su soberanía con respecto a la isla.

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