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09 de mayo de 2024

José María Ballester Esquivias
José María Ballester Esquivias

Una coalición entre Morawiecki y Tusk equivaldría a una entre Sánchez y Abascal

A falta de dos días para las elecciones polacas, los conservadores son favoritos, pero la crispación impide atisbar coaliciones

Actualizada 04:30

Donald Tusk, líder del partido Plataforma Cívica, candidato en las próximas elecciones polacas

Donald Tusk, líder del partido Coalición Cívica, candidato en las próximas elecciones polacasAFP

Cuando faltan dos días para que se celebren las elecciones legislativas en Polonia, se mantiene una diferencia media que varía de los cinco a los seis puntos entre la coalición conservadora Derecha Unida, congregada en torno a Justicia y Ley (PiS), y encabezada por el primer ministro Mateusz Morawiecki y la progresista, Coalición Cívica (KO), cuyo líder es uno de sus antecesores en el cargo y antiguo presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, que también preside el Partido Cívico (PO). Cualquiera de estas dos coaliciones se verá abocada a pactar de cara a la formación de un Gobierno estable.
El principal actor secundario de estos comicios es Confederación, partido aún más conservador que el PiS y muy liberal en materia económica, seguido de Tercera Vía, configurada en torno al Partido Campesino. Por último, concurre Nueva Izquierda, que guarda similitudes programáticas con Sumar en España.
«Lo que está en juego en estos comicios es especialmente importante, debido a la radicalización de la oposición liberal y de izquierdas», explica a El Debate Olivier Bault, periodista del semanario liberal conservador Do Rzeczy y director de Sovereignty, su edición en lengua inglesa.
Para entender el proceso ideológico emprendido por Tusk y los suyos, hay que volver unos tres lustros hacia atrás. Hasta 2005-2007 (periodo del primer gobierno del PiS –en coalición– y comienzo de la ruptura entre el PiS y el PO), el PO era un partido liberal-conservador moderadamente soberanista [en relación con la Unión Europea].
Hoy, bajo el impulso de Donald Tusk, se ha convertido un partido social-libertario (libertario en el sentido de progresista en cuestiones sociales). Ahora defiende el libre acceso al aborto hasta la duodécima semana de embarazo y apoya todas las propuestas de Bruselas, Berlín y París para que la UE sea cada vez más federal.

La valla con Bielorrusia

Insinúa, además, que desmantelará la valla fronteriza con Bielorrusia y apoya abiertamente el Pacto de Migración de la UE y la reubicación de algunos inmigrantes ilegales en Polonia. «En cuestiones relativas a la homosexualidad», prosigue Bault, «Tusk y sus amigos están a favor de las uniones civiles abiertas a los homosexuales como primer paso hacia el «matrimonio» entre personas del mismo sexo.

La coalición imposible

Todos los conservadores hace tiempo que se marcharon o fueron expulsados del PO. Por lo tanto, cabe descartar en cualquier caso, una coalición entre el PiS y el PO. «Sería como imaginar una coalición entre Joe Biden y Donald Trump en Estados Unidos, o entre Pedro Sánchez y Santiago Abascal en España».
«La animadversión es realmente demasiado fuerte y también las diferencias ideológicas, con la deriva izquierdista-libertaria de Tusk y sus amigos, hace que estos dos partidos sean totalmente incompatibles, mientras que parecían hechos para gobernar juntos hace veinte años, siendo entonces el PO simplemente más liberal en la economía mientras que el PiS ponía más énfasis en las cuestiones sociales».
Bault, cree, asimismo, que corresponde a Tusk el inicio de la escalada verbal, «a la cual todo el mundo se esperaba tras la severa derrota de su bando en 2005 corresponde a Tusk, «pero el PiS no le fue a la zaga y ahora la responsabilidad es compartida».

Lo lógico sería que el PiS, se alíe con Confederación

Lo lógico, pues sería que el PiS, se alíe con Confederación. Las consecuencias de esta hipótesis se percibirían desde el primer momento. Para Bault, semejante escenario «obligaría al PiS a 'derechizarse' aún más en cuestiones antropológicas: Confederación, y en particular su componente nacionalista (es una alianza de nacionalistas y libertarios), se muestra intransigente en cuestiones relacionadas con la protección de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, ya que el nacionalismo polaco es tradicionalmente un nacionalismo cristiano (en este caso católico).
A continuación, añade: «En cuestiones homosexuales, esto obligaría al PiS a ser menos hipócrita y a luchar más eficazmente contra el adoctrinamiento de los niños. Por último, también podemos imaginar que se cumpliría la promesa vacía de Morawiecki de combatir la pornografía accesible a los niños en internet».
Ese escenario también obligaría al nuevo Gobierno a reducir la inmigración legal pese a la presión de los empresarios, ya que existe una verdadera escasez de mano de obra en Polonia, donde la tasa de desempleo es una de los más bajas de la UE desde hace años.

¿Y en el plano europeo?

También obligaría al PiS a ser menos hipócrita sobre la cesión de soberanía a Bruselas y a adecuar las acciones de Polonia a su lenguaje de firmeza, defendiendo realmente la primacía de la Constitución polaca y oponiéndose frontalmente a las acciones de la Comisión y el Tribunal de Luxemburgo, encaminadas a ampliar las competencias de la UE a través de la jurisprudencia, cambiando el significado y el alcance de los tratados firmados y ratificados por los Estados miembros.

Obligaría al PiS a ser menos hipócrita sobre la cesión de soberanía a Bruselas

Es una apuesta segura que en el caso de una coalición del PiS (o más bien una coalición de Derecha Unida, ya que la actual coalición liderada por el PiS incluye otros dos partidos pequeños, incluido el del ministro de Justicia, Polonia Soberana, en su ala derecha) con Confederación, las cosas se van a tensar entre Varsovia y Bruselas.
Varsovia podría suspender sus contribuciones al presupuesto de la UE y bloquear a Bruselas siempre que sea posible mientras continúe el chantaje de la Comisión a los fondos europeos y mientras el Tribunal de Luxemburgo mantenga las multas diarias vinculadas a las reformas del sistema judicial polaco, y por tanto vinculadas a decisiones «ultra vires», es decir, fuera del ámbito de sus competencias. Por el contrario, Confederación siempre ha sido crítica con las reformas judiciales de PiS y podemos esperar mejoras, pero no necesariamente en el sentido de un gobierno de jueces como nos quiere hacer creer la nueva concepción del Estado de Derecho vigente en Bruselas.
De momento, Confederación no quiere saber nada de una coalición con el PiS.
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