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19 de mayo de 2024

Pedro von Eyken jefe de la oficina comercial y encargado de negocios de Argentina en Cuba

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Entrevista al diplomático argentino

Pedro von Eyken: «Argentina necesita un cambio estructural y por eso votaré por Milei»

El diplomático confiesa, durante su entrevista con El Debate, que su voto será para la alianza del opositor Javier Milei con Patricia Bullrich

Pedro von Eyken fue número dos, jefe de la oficina comercial y encargado de negocios de Argentina en Cuba. Cumplió luego como embajador en Haití entre 2017-2019. De sus vivencias en Cuba escribió un libro que tuve la oportunidad de presentar junto a él en Buenos Aires, titulado Testigo de una revolución traicionada. Esta entrevista con el diplomático y autor versa sobre las elecciones presidenciales en su país.
¿Cómo ves a estas alturas la posibilidad de que Javier Milei y La Libertad Avanza logre que Argentina vuelva a ser el país que fue, con su majestuosidad cultural y económica?
–Como politólogo, deseo subrayar dos elementos. Por un lado, creo en aquello de que los políticos piensan en la próxima elección, mientras que los hombres de Estado piensan en la próxima generación, algo válido en todo el mundo y también en Argentina.
En cierto modo se engaña al electorado y se prometen cosas que luego no se van a cumplir, aunque ese engaño tiene matices, entre aceptables y no aceptables, hasta llegar a convertirse en traiciones. En Argentina, con todas las críticas que se le pueden hacer debido a muchos motivos, Carlos Menem, entre 1988 y 1989, en su campaña presidencial, tuvo un discurso frontalmente distinto a lo que hizo luego como presidente.
Menem prometía un «salariazo» y una «revolución productiva», dos cosas muy demagógicas y cercanas al discurso tradicional peronista. Pero cuando asumió, él llevó a cabo la política económica más neoliberal de la historia argentina, cercana al consenso de Washington: reducir el gasto y privatizar empresas públicas, a lo que sumó una fuerte apertura a las importaciones de productos manufacturados.
Un año después de asumir, agregó a ello la convertibilidad del peso con el dólar, uno a uno, desde marzo-abril de 1991. Tuvimos, desde entonces, niveles bajísimos de inflación durante diez años, algo que no existía en Argentina desde 1947. La inflación de hoy, con Sergio Massa como ministro de Economía hace un año y medio, se halla desbocada, cercana al 200 % anual y puede empeorar.
Después no se tomaron las medidas económicas complementarias, llegamos a una crisis de deuda y sobrevino la grave crisis económica de finales del 2001, que condujo a la renuncia del sucesor de Menem y la llegada de un presidente elegido por el Congreso, que canceló la convertibilidad. Sin perjuicio de ello, Menem dejó importantes beneficios (que hoy Milei reconoce y reivindica).
La privatización de empresas públicas produjo un extraordinario desarrollo de las comunicaciones (no todos tenían teléfono en mi país antes de 1991) y la producción de petróleo, que de importarlo pasamos a exportarlo.
Como cubana que sueño con recuperar algún día el país que tuvimos, admiro esa paciencia envidiable que le noto a Victoria Villarruel al lidiar con la prensa y con los rivales del mismo bando, ¿Cómo crees que lo consigue?
–Aquí todos se preguntan cómo va a llevar a cabo Milei, si es elegido presidente el próximo día 19, sus dos promesas económicas emblemáticas: cerrar el Banco Central y dolarizar la economía. Algo que, por lo pronto, requeriría modificar la Constitución. No digo que sea imposible, pero sí muy difícil, sobre todo ahora, habida cuenta que el Congreso que emerja de esta elección va a ser muy atomizado, sin la mayoría absoluta necesaria para modificar cosas muy estructurales. Además modificar la Constitución requiere más que la mayoría absoluta, se necesitan los 2/3 de los legisladores de ambas cámaras.
Por otro lado, el argentino medio, de clase media baja, se acostumbró a recibir demasiado del Estado desde 2003, subvenciones, planes sociales, etc... lo que ha conducido a un déficit fiscal impresionante. Esto ha sido emblemático de los presidentes Néstor y Cristina Kirchner y hoy resulta muy difícil salir.
El déficit es descomunal y por eso su solución es capital en el discurso de Milei. Además, lamentablemente, en Argentina se ha naturalizado la corrupción, que alcanzó niveles de miles de millones de dólares en los Gobiernos de ambos Kirchner, durante 16 años, según va descubriendo la Justicia en Argentina, que aún es independiente.
Las mayorías toleran esos niveles de corrupción siempre que reciban los beneficios acostumbrados desde 2003, aunque con esos miles de millones se habrían podido encarar muchas transformaciones que Argentina necesita.
En tu libro se comprueba la culpabilidad del castrismo en todo lo que estamos viviendo a nivel internacional. Viendo lo sucedido recientemente en España, ¿la traición se ha convertido en sistema eficaz del izquierdismo, o como en Cuba siempre lo fue?
–No sé si todo esto tiene que ver con la Revolución Cubana. El engaño o traición de Castro, que yo planteo ya en el título de mi libro, fue mayúsculo, mucho mayor que las mentirillas aceptables de una campaña electoral latinoamericana.
Fidel Castro venía engañando al mundo, a través de la prensa, ya desde la lucha en la Sierra Maestra. Recordemos el famoso reportaje del periodista Matthews, en la Sierra, publicado en el New York Times.
Y siguió engañando al pueblo cubano (no a todos, la gente se iba dando cuenta) hasta que en diciembre de 1961 admite públicamente su adscripción al marxismo-leninismo en la Plaza de la Revolución. También se lo dijo a periodistas norteamericanos en un encuentro con la prensa del hotel Statler en Washington, en su visita de 1959.
La gente más instruida, dentro y fuera de Cuba, se daba cuenta. Un ejemplo fue el vicepresidente de EE.UU., Richard Nixon, reunido con Castro en abril de 1959 ya que el presidente Eisenhower no quería recibirlo.
Nixon dejó escrita su opinión en un memorándum sobre el encuentro, que se desclasificó muchos años después, cuando él mismo ya había sido presidente. Allí Nixon admite que Castro era «muy naíf o un gran mentiroso» y que era comunista.
Aparte de Nixon, en Cuba se advertía la verdadera deriva de la Revolución, que no habría elecciones ni volvería la Constitución de 1940. No olvidemos la visita del vice premier soviético Anastas Mikoyan, que se produce en febrero de 1960, cuando se suscriben importantes convenios y se va atando Cuba a la URSS. Eso fue antes de diciembre de 1961.
El engaño o traición de Castro, como sostengo en mi libro, fue doble: él mintió al decir que no era comunista y mintió, en los 30 años siguientes, al prometer mejorías a su pueblo con el comunismo, ya que en esos 30 años, de 1961 a 1991, en especial a partir de la implosión soviética (pero no sólo debido a ella) Cuba retrocedió enormemente. Basta llegar a La Habana y recorrerla toda para darse cuenta.
Yo mismo apuesto a un cambio estructural, fundamental en mi país y por eso mi voto será para la alianza de Javier Milei con Patricia Bullrich. Después del domingo 19 de este mes veremos si él gana y cómo puede llevarlo a cabo. Quizá no sea inmediato y encuentre serias resistencias populares.
Si fuera Massa el más votado, sólo queda esperar que de un giro de 180 grados en lo que está haciendo ahora y abandone la fuerte deriva kirchnerista.
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