Fundado en 1910

29 de abril de 2024

Agentes de policía rusos detienen a un manifestante en apoyo del líder de la oposición rusa Alexei Navalni, en 2021

Agentes de policía rusos detienen a un manifestante en apoyo a Alexéi Navalni, en 2021EFE

Rusia amenaza con mandar al frente a los que se manifiesten por la muerte de Navalni

Las autoridades rusas han detenido a más de 400 ciudadanos rusos por hechos como dejar una flor en un altar en su honor

Rusia quiere eliminar cualquier mínimo detalle que recuerde el fallecimiento, aún por determinar, del opositor ruso Alexéi Navalni. El disidente sigue siendo una figura incómoda para el Kremlin, incluso tras su muerte. Los altares improvisados que se levantaron en su memoria por toda Rusia fueron desmantelados de manera inmediata. No hay duelo para Navalni. Ni siquiera a su familia le han dejado ver los restos mortales del opositor. Ahora, el Kremlin amenaza a todo aquel que se atreva a recordar al disidente con ser enviado al frente ucraniano.
Desde la muerte de Navalni, que fue notificada el pasado viernes a mediodía, las autoridades rusas han detenido a más de 400 ciudadanos rusos por, en ocasiones, el simple hecho de depositar una rosa en homenaje al opositor. Medios independientes rusos han denunciado que al menos seis hombres, detenidos en San Petesburgo por estos hechos, han recibido órdenes de comparecer ante un Tribunal y afrontan el riesgo de ser enviados a la guerra de Ucrania.
Estos medios documentan el caso concreto de un joven de 27 años, detenido por dejar una flor en un monumento dedicado a las víctimas de la represión política, que ha asegurado que le han llamado para presentarse a filas. Rusia ha utilizado de manera habitual esta técnica para acallar a las voces críticas y ahondar en la represión de su propio pueblo. La familia de Navalni también está siendo víctima del abuso de poder del Kremlin.
La madre del opositor ruso, Lyudmila Navalnaya, lleva desde el pasado sábado reclamando poder ver el cuerpo de su hijo. Las autoridades rusas le niegan el derecho de velar y enterrar a su vástago. Lyudmila ha presentado una demanda ante un tribunal ruso con la vaga esperanza de que la Justicia le permita recuperar los restos mortales de Navalni. En su desesperación, desde la remota ciudad de Salejard, en el Círculo Polar Ártico –localidad más cercana a la cárcel donde se encontraba el disidente– la mujer se dirigió directamente al presidente ruso, Vladimir Putin.
«Me dirijo a usted, Vladímir Putin. La solución de este asunto sólo depende de usted ¡Déjeme ver de una vez por todas a mi hijo!», zanjó, en un vídeo que subió a su cuenta de X, antes Twitter. Vestida de riguroso negro, con gafas de sol, mientras los copos de nieve resbalaban por su abrigo, Lyudmila denunció que no sabía dónde estaba el cadáver de su propio hijo, cuando ya se cumplían casi cinco días desde su fallecimiento.
Hoy, en otra grabación, Lyudmila ha informado de que finalmente le han dejado ver los restos de su hijo, pero que la están chantajeando para que entierre a Navalni «en secreto». Putin, que ni siquiera se ha dignado a pronunciar el nombre del disidente, se ha desvinculado por completo del fallecimiento de su principal adversario. Funcionarios del Comité de Investigación señalaron, este lunes, que el cuerpo de Navalni sería sometido a una investigación «química» durante al menos 14 días.
Para el entorno del disidente esto no es más que otra prueba de que el Kremlin solo intenta ganar tiempo para «borrar las huellas del crimen». Moscú se limita a tachar de «infundadas» y «groseras» las acusaciones contra el jefe del Estado ruso y, aunque, Moscú intenta quitar hierro al asunto y hacer oídos sordos, la represión se intensifica. Rusia ha retirado de los quioscos casi todos los ejemplares de Sobesédnik, el primer periódico del país que abrió en su portada con la imagen de Navalni.
La prensa y la televisión rusa han ignorado de manera deliberada la muerte del opositor ruso. El Kremlin quiere acabar ya con este episodio negro y se afana por acallar a todos aquellos que se atrevan, si quiera, a mentar al disidente. Las técnicas para conseguir la obediencia del pueblo ruso son las habituales: cárcel, amenazas e, incluso, la guerra.
Comentarios
tracking