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02 de mayo de 2024

Aquilino Cayuela
Análisis InternacionalAquilino Cayuela

2024, un año decisivo para el conflicto de Ucrania

La guerra en Ucrania entra en una fase decisiva en la que la victoria dependerá de que una parte u otra concluya que no merece la pena seguir luchando

Actualizada 04:30

El general Oleksandr Syrsky es el nuevo comandante en jefe de las fuerzas ucranianas

El general Oleksandr Syrsky es el nuevo comandante en jefe de las fuerzas ucranianasAFP

En los dos años transcurridos desde que Rusia invadió Ucrania, la guerra ha desafiado las expectativas.
En semanas posteriores al 24 de febrero de 2022, cuando las fuerzas rusas la invadieron, Ucrania sorprendió al mundo, y posiblemente a sí misma, al organizar una resistencia eficaz y poner fin al asedio de Kiev.
Después, cuando la guerra se desplazó hacia el sur y el este, Ucrania volvió a sorprender a los observadores con su campaña relámpago para expulsar a las fuerzas rusas de la provincia de Járkov, a principios de septiembre de 2022.
También hubo decepciones. Por ejemplo, la ofensiva de Járkov en lugar de cobrar un impulso más decisivo se tradujo en un nuevo endurecimiento de las líneas del frente que, aparte de la tardía retirada rusa de una posición insostenible en Jersón, apenas se movió en los meses siguientes.
Más tarde, después de despertar esperanzas entre muchos analistas occidentales, la tan esperada contraofensiva 2023 tardó demasiado y Ucrania no fue capaz de lograr un avance importante. Los mandos ucranianos tuvieran que aceptar que sus fuerzas no estaban bien preparadas para maniobras operativas a gran escala.
Ahora, cuando la guerra entra en su tercer año, Ucrania se encuentra en una situación cada vez más difícil mientras que Rusia lleva las de ganar.
El elemento fundamental del estado de cosas presente se debe al desgaste, primero en vidas humanas y luego en armamento y municiones que padece el ejército ucraniano. A esto se añade su dependencia de los aliados occidentales y, en especial, las dudas sobre la continuidad del apoyo estadounidense.
La percepción es que las fuerzas rusas, están más holgadas y despreocupadas de sus propias pérdidas.
Desde el principio el más básico realismo presentaba una lucha entre «David y Goliat» y todos somos conscientes de que lo más decisivo para Ucrania depende del grado de implicación de Europa y Estados Unidos en este conflicto.
El desarrollo de lo que ocurra en 2024 se centra ya en cuánto y de qué forma van a apoyar los aliados de Occidente al país invadido.
El valor y la gesta de los ucranianos en este tiempo esta fuera de toda duda, pero no basta y se agotan sus recursos humanos y materiales.
Ucrania se enfrenta a grandes retos, teniendo en cuenta lo limitados que están actualmente los recursos militares del país.
Hay pocas oportunidades de realizar grandes movimientos operativos contra Rusia en los próximos meses. Y si un nuevo paquete importante de ayuda estadounidense fracasa en el Congreso, podría obstaculizar drásticamente la capacidad de Ucrania para defenderse y dejaría la iniciativa en manos de Moscú.
Mientras Europa reevalúa el alcance y la naturaleza de su apoyo a Kiev, tiene que reconocer que esta guerra sigue siendo increíblemente difícil para ganar a la Rusia de Putin.
Cierto que el Kremlin ha sufrido desgaste y no consigue resultados rápidos tras todas las operaciones desarrolladas en esta guerra.
Con todo, los reveses de la guerra parecen tener poco efecto en Putin. Los costes de la guerra, incluidas las sanciones económicas, se han visto muy limitados por la subida de los precios del petróleo y el gas.
Rusia ha abierto nuevos mercados y la ruptura que ha generado en el mundo globalizado ha abierto una alianza tácita con China y explícita con Irán y Corea del Norte. Ha suscitados nuevas narrativas y nuevos alineamientos que han puesto en cuestión la hegemonía norteamericana y el relato accidental.
A nivel interno, ha fortalecido el autoritarismo del régimen aniquilando a todo opositor, lo hemos comprobado con Navalni y, desde finales de 2022, el Kremlin ha conseguido poner a todo el país en pie de guerra, aceptando sus gentes que les esperaba una larga lucha. Las encuestas han mostrado que los rusos apoyan en general la guerra, aunque no con gran entusiasmo.
Si Estados Unidos está vacilante por la baja popularidad de la gestión de Biden y el más que posible cambio de administración para el próximo noviembre, para Europa, sin embargo, mantener a Ucrania es vital y menos costoso que hacer frente a una victoria de Putin.
Permitir la victoria de Rusia habiendo llegado es este punto es un peligro serio. Sin embargo, un apoyo más decisivo también corre el riesgo de que la escalada se extienda.
Después de todo, la ayuda europea sigue siendo decepcionante, principalmente la lentitud de la producción de municiones y la inversión en defensa propia para fortalecer a la OTAN en el mismo territorio.
Dos años después del inicio de la guerra, y con la perspectiva de una victoria rusa reavivada, la mayoría de los líderes europeos reconocen el desgaste, aunque temen más las secuelas de una victoria de Putin.
La guerra terminará cuando una de las partes considere que ya no merece la pena el esfuerzo y busque reducir sus pérdidas algo que depende, cada vez más, de factores económicos, sociales y políticos que del mismo campo de batalla.
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