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06 de mayo de 2024

TRIBUNAAntonio López-Istúriz

Europa y su responsabilidad moral con Ucrania

Nuestra responsabilidad moral es clara: estar del lado de Ucrania en su búsqueda de paz y justicia

Actualizada 04:30

«¡Slava Ukraini! ¡Heroiam Slava! ¡Gloria a Ucrania! ¡Gloria a los héroes!». Con este grito vuelvo de Ucrania después de vivir en primera persona en sus calles y de la mano de sus valientes ciudadanos la cara más terrible de la guerra iniciada en el país por Putin.
La semana pasada participé como ponente en el Kyiv Security Fórum, un foro organizado en colaboración con la OTAN y que reunió a grandes figuras internacionales del sector de la defensa mundial, y donde tuvimos la oportunidad de debatir sobre los grandes retos de la seguridad a nivel internacional.
No se podría decir que el conflicto en Ucrania es un tema ignorado por nuestros medios. Los españoles saben y entienden la importancia de lo que pasa allí.
Me enorgullece que nuestros ciudadanos, en su gran mayoría, sigan demostrando un claro apoyo al pueblo ucraniano. Pero también es verdad que, al inicio del tercer año de conflicto, y ante crisis políticas domésticas y otros conflictos externos, la atención se disipa, y dejamos de darle la debida importancia al heroísmo diario de un país que lucha por nuestros principios europeos de democracia y libertad.
Un país que con su lucha contiene a un autócrata que busca rescribir la historia europea y es una amenaza más que real al futuro de la paz y la libertad en nuestro continente y en el resto del mundo.
Ucrania es, sin duda, un país de contrastes: la dureza de la situación y el miedo, por los bombardeos día y noche, rompen completamente con la amabilidad de sus ciudadanos, el dinamismo de Kiev y la falsa sensación de normalidad.
En un momento dado, durante el evento, la realidad del país nos tocó de lleno, y tuvimos que ser trasladados a un búnker de seguridad cercano debido a los ataques aéreos rusos.
Concretamente, ese día cayeron a nuestro alrededor más de 30 misiles, algunos de los cuales impactaron en un edificio residencial a tan solo 150 metros de la sede del evento. De igual manera, esa misma noche las alertas nos despertaron a las 4:30 de la mañana, teniendo que regresar al búnker de seguridad hasta las 7 de la mañana.
Ucrania enfrenta una lucha desgarradora por su libertad y su futuro, y no podemos mirar a otro lado. He podido comprobar de primera mano las consecuencias y magnitud de la tragedia, todavía visible, de las masacres producidas por la retirada de las tropas rusas hace ya dos años en las ciudades de Borodyanka, Bucha e Irpin.
Allí se pueden ver las carreteras llenas aún de vehículos abandonados cuyos ocupantes, familias que huían del horror, fueron asesinados a sangre fría.
También edificios civiles, y no objetivos militares, tales como casas, escuelas y diversas muestras del patrimonio cultural ucraniano derruidos y abandonados, testigos de historias que nos recuerdan la crueldad de esta guerra impulsada por Putin.
Una guerra que nos obliga a reconocer que durante muchas décadas los europeos hemos vivido en una burbuja de paz que podría reventarse demasiado rápido si no actuamos con diligencia y responsabilidad.
Durante mi viaje he tenido la oportunidad de volver a reunirme con los ex primeros ministros Arseniy Yatsenyuk y Yulia Timoshenko, con quienes el Partido Popular Europeo viene trabajando desde hace años, y debatir sobre la manera en la que Europa puede ayudar a Ucrania a ganar esta guerra y a su reconstrucción posterior.
Hemos hablado también de la situación interna en el país, y hemos coincidido en la necesidad que los líderes ucranianos demuestren su sincero compromiso con la lucha contra la corrupción dentro del país, un mal endogámico que supone uno de los mayores lastres para la salud democrática de Ucrania
Pero también les he dicho con sinceridad, que lamentablemente estos días en Europa nos cuesta mantener la atención en los miles de héroes ucranianos que luchan cada día por defender sus libertades y las nuestras.
Reconocemos la bravura del pueblo ucraniano, pero la multitud de conflictos internaciones surgidos en los últimos meses, diluye la atención de lo que ocurre en Ucrania. No podemos permitir que pase algo así. Es nuestra obligación como europeos –y la de todos los que comparten nuestros valores democráticos al otro lado del Atlántico– reconocer que la paz es frágil y que hay que luchar por ella.
Que los misiles siguen cayendo sobre los ucranianos, que el dictador ruso no se detendrá, que la lucha de los ucranianos es nuestra lucha, y que si por nuestra negligencia o falta de apoyo no logran la victoria, seremos nosotros, nuestros hijos y nietos los que sufrirán las consecuencias.
El pueblo ucraniano lucha por resistir a la opresión rusa y por tener la libertad de elegir y abrazar los valores europeos. Por ello nuestra responsabilidad moral es clara: estar del lado de Ucrania en su búsqueda de paz y justicia.
  • Antonio López-Istúriz es eurodiputado del PP y Secretario General de la Internacional Demócrata de Centro.
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