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Un soldado israelí revisa una casa que fue alcanzada por un cohete de Hezbolá en Kiryat Shmona, en el norte de Israel

Un soldado israelí revisa una casa que fue alcanzada por un cohete de Hezbolá en Kiryat Shmona, en el norte de IsraelAFP

Bajo fuego de Hezbolá, evacuados y arrancados de raíz: el drama de la población del norte de Israel

Más de 60.000 habitantes han tenido que ser evacuados a hoteles o localidades alternativas en zonas más tranquilas

Un día después del comienzo de la guerra de Israel contra Hamás, desatada por la masacre del 7 de octubre en el sur del país, se abrió otro frente, en el norte. La organización terrorista Hezbolá lanzó una fuerte ofensiva hacia el territorio adyacente a la frontera israelo-libanesa disparando cientos de cohetes, misiles y drones explosivos. Desde entonces hasta ahora, han sido más de 7.000.

Esto ha desencadenado una situación de emergencia en la Galilea israelí y más de 60.000 habitantes han tenido que ser evacuados a hoteles o localidades alternativas en zonas más tranquilas. Más allá del peligro con el que lidiaron, la «solución» creaba nuevos problemas derivados del hecho básico: la gente debía dejar su casa para no morir.

«No es fácil vivir de forma temporal ya casi un año. Y lo peor, sin que recibamos respuestas claras del Gobierno acerca de los planes para cambiar esta situación», confiesa a El Debate Tal Lavi Shimron, de 49 años, que hasta un día antes de la evacuación vivía en el kibutz Adamit, muy cercano a la frontera. Tal, madre de tres hijos, cuenta que es asesora de marketing digital en la industria turística, pero que en este momento es imposible dedicarse a su profesión en la zona que tanto promocionó siempre, convencida de que a todos les valdría la pena conocerla.

«El norte de Israel es hermoso, en un pequeño territorio hay mar y montaña, hay diversidad cultural, un material humano maravilloso, pero hoy en día estamos en guerra y no veo cómo recuperaré la sensación de seguridad que siempre tuve», relata con cierta tristeza.

Tal Lavi Shimron, de 49 años

Tal Lavi Shimron, de 49 añosTomas Solinski

Un sentimiento que comparte con Shimon Peles, del kibutz Neot Mordejái, ubicado a tan solo 5,8 kilómetros de la frontera con el Líbano, que no ha evacuado a su gente, pero eso no significa que viva tranquilo. Si bien no ha habido impactos de cohetes dentro de la parte poblada del kibutz, sí han caído en los campos y las inmediaciones y él ha tenido incluso que arreglar cañerías de agua dañadas por trozos de proyectiles.

No vemos el horizonte, no vemos cómo se cambiará la situaciónShimon PelesResidente del kibutz Neot Mordejái

«La sensación es muy fea, no sólo porque ahora estamos inseguros sino porque no vemos el horizonte, no vemos cómo se cambiará la situación», dice a este diario. «Hay que poner fin a esto para poder vivir con normalidad. Aquí hay familias con niños, no se puede así».

Él mismo tiene cuatro hijos y el desafío de garantizar la seguridad es una gran responsabilidad. Más allá del peligro personal en una zona de guerra, destaca el hecho de que resulta imposible disfrutar de la tranquilidad oyendo continuamente los disparos de Hezbolá que les pasan cerca, así como los disparos de respuesta del Ejército israelí.

Más allá de las quejas de la gente a lo que ven como falta de organización del Gobierno en cuanto a los presupuestos que hay que dedicar al tema de los evacuados con sus necesidades especiales y también a los no evacuados que ven sus trabajos arruinados y serios daños en sus campos, el gran desafío es la respuesta militar.

Para Tal, es inevitable. «A mí no me gustan las guerras y no quiero guerras, pero aquí la gente entiende que si no se dan pasos destinados a cambiar la situación y terminar con la amenaza de Hezbolá, perderemos el norte», asegura. «Yo llegué a Adamit, ubicado a sólo 400 metros de la frontera, sin pensar ni un momento en el peligro que eso podía significar. Sólo veía la belleza del lugar, la serenidad, la tranquilidad», explica. «Recordemos que los últimos años, desde el 2006, todo estaba tranquilo, pero ahora sabemos que todo ese tiempo Hezbolá se estaba armando. Ahora, lamentablemente, no creo que tengamos con quién hablar, el enemigo se dedica a armarse, a ver cómo destruirnos».

Un tema especialmente delicado es lo que muchos habitantes del norte sienten tras casi once meses de estar bajo el fuego de Hezbolá: que ellos viven en rutina constante de guerra y que para el Gobierno eso ya es «normal», que las reacciones son fuertes cuando se dispara hacia el centro de Israel, y no se da tanta importancia cuando ellos son el blanco.

«Entiendo que las cosas son más complicadas, pero es un hecho que lo sentimos así, ya parece rutina que nos disparan a nosotros, como si fuera lo normal», dice Tal Lavi.

Shimon Peles se pronuncia en esta misma línea. «Entiendo que hay muchos desafíos con los que lidiar, pero siento que el Gobierno no da la misma importancia cuando el fuego está dirigido hacia nosotros».

Shimon trabaja como director de Mantenimiento y Control en la compañía Hatanur, encargada de la distribución de agua en la zona fronteriza, lo cual también lo expone porque debe llegar personalmente a zonas bajo fuego. «Nadie de la autoridad central del agua me ha llamado, es una sensación muy fea que no podemos aceptar», señala.

Shimon Peles

Shimon Peles, residente del kibutz Neot MordejáiTomas Solinski

Preguntamos si está todo perdido y Tal responde con firmeza. «No, para nada. Yo soy optimista por naturaleza. Podemos salir adelante y el norte de Israel podrá volver a ser lo que era, pero llevará mucho tiempo y para eso precisamos que el Gobierno sepa cambiar de rumbo, devolver la seguridad y cuidar a la población en todo sentido. Así no podemos seguir».

Shimon no ve con claridad el horizonte, pero no da su brazo a torcer. Al fin de cuentas, nació hace 50 años, «casi en un refugio, en la Guerra de Yom Kippur, del Día del Perdón, y he tenido que librar muchas guerras».

Un día clave en esta guerra de baja intensidad entre Israel y Hezbolá fue este domingo 25 de agosto, cuando Israel, revelando haber detectado que la milicia libanesa planeaba lanzar miles de misiles hacia el país hebreo, incluyendo un blanco estratégico en el centro del país, lanzó un fuerte ataque preventivo destruyendo todos los lanzadores que le apuntaban en el marco de ese plan.

Los jefes de los consejos regionales adyacentes a la frontera con el Líbano, y la población a la que representan, esperaban que ese operativo israelí fuese el comienzo de algo más grande destinado a neutralizar la amenaza de Hezbolá y alejarlo de la frontera. No podían creerlo cuando, tras frustrar el ataque planeado, se volvió a «la rutina», aunque eso significaba seguir con los disparos «comunes» de decenas de cohetes por día desde Líbano al norte de Israel.

Publicaron un duro comunicado anunciando que se desconectan del Gobierno, con una mezcla de furia, ofensa y dolor. Tal Lavi Shimon y Shimon Peles entienden esta decisión. Las respuestas, sostienen, las tienen que dar las autoridades, para cambiar la situación.

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