
Un cartel en la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) en Washington DC
Trump borra el rastro de la USAID: eliminan su nombre de la sede y la web desaparece
Trump y sus aliados han señalado que USAID se desvió de su propósito original para convertirse en una plataforma de promoción ideológica
Este viernes, varios trabajadores retiraron toda señalización de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) en su antigua sede en el edificio Ronald Reagan de Washington. La desaparición física de la agencia, que ha sido clausurada por la administración de Donald Trump, marca el cierre definitivo de una era en la cooperación internacional de EE. UU.
Elon Musk, jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), publicó en X imágenes de la fachada sin el logotipo de USAID y un escueto mensaje: «Este edificio ahora está ocupado por CBP», en referencia a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.
Pero la eliminación de USAID no se ha quedado solo en lo físico: su página web también ha desaparecido. Cualquier intento de ingresar al sitio oficial ahora muestra una pantalla en blanco, sin rastros de su contenido anterior. Con esto, la administración refuerza su intención de erradicar cualquier huella de la agencia, cuya gestión ha sido blanco de críticas por el uso de fondos en proyectos que la Casa Blanca considera ideológicamente sesgados y alejados de los intereses de los contribuyentes estadounidenses.
La desaparición de USAID no ha sido una sorpresa. Desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump dejó claro su escepticismo hacia los programas de asistencia internacional, argumentando que el dinero de los contribuyentes debía usarse dentro de EE. UU. en lugar de financiar proyectos en el extranjero. En su primer mandato, ya había recortado parte de los fondos destinados a la agencia, y con su regreso al poder, su cierre se convirtió en una prioridad.
Trump y sus aliados han señalado que USAID se desvió de su propósito original de apoyo al desarrollo y asistencia humanitaria para convertirse en una plataforma de promoción ideológica. Entre los ejemplos que han denunciado están la financiación de medios de comunicación, la impresión de anticonceptivos personalizados en países en desarrollo y proyectos como una «ópera transgénero» en Colombia o programas de activismo LGBT en Guatemala. También se ha cuestionado el respaldo a iniciativas de turismo en Egipto o la inyección de recursos en sectores considerados no estratégicos para los intereses de EE. UU.