Osiris Puerto, un vendedor de helados de La Habana, relata en Ginebra la sangrienta represión del régimen castrista

«No soy político. No soy un activista. Soy un vendedor de helados de La Habana, Cuba. Y, sin embargo, todos los aspectos de mi vida han sido envenenados por la política cubana y su régimen corrupto» así inició el testimonio de Osiris Puerto Terry en la Cumbre de Derechos Humanos y Democracia que se desarrolla en Ginebra.

De adolescente, Puerto Terry cuenta que descubrió su talento para el boxeo. «Vencí a todos mis rivales y me convertí en el mejor boxeador de Cuba. Lo lógico era que me alistara en el equipo nacional y compitiera en la Copa Mundial de Boxeo. Pero el régimen me negó esa oportunidad por mi vínculo con mi padre», quien fue expulsado a EE.UU. cuando él tenía cuatro años.

Mi padre no era un criminal. Fue uno de los 125.000 cubanos expulsados en 1980

«A eso me refiero cuando digo que la política cubana arruinó mi vida. Destrozaron a mi familia, llevaron a mi madre al suicidio y acabaron con mi carrera en el deporte profesional, todo ello antes de que cumpliera los 18 años» lamentó el cubano ahora en el exilio.

Pero el sufrimiento de Puerto Terry en manos del régimen castrista apenas empezaba. Durante las protestas del 11 de julio de 2021 recibió tres balazos realizados por oficiales de la policía cubana.

Puerto Terry no participó en las protestas en las que miles de cubanos salieron a la calle para exigir un cambio de régimen, pero tampoco imaginó que por salir a la calle a trabajar viviría una pesadilla. «Había pasado el día vendiendo helados, terminé sobre las 16:30 y fui a reunirme con unos amigos para tomar algo. Vimos a la multitud de manifestantes. Pero eran pacíficos, coreaban lemas como Patria y Vida, Libertad y No tenemos miedo».

«Entonces aparecieron las brigadas antidisturbios» relató Puerto Terry al tiempo que explicó que «aquello se convirtió rápidamente en un campo de batalla. La policía atacó violentamente a los manifestantes. Me apresuré a volver a mi barrio, pero a unas cuadras de mi casa oí a un coronel decir a un grupo de seis oficiales: ¡Fuego a todos!»

Una vez comenzó el tiroteo, detalló Puerto Terry, «un agente me disparó a la cabeza, pero falló. Me escondí detrás de una columna e intenté correr hacia un edificio vecino. El policía disparó por segunda vez y me dio en la pierna derecha. Caí al suelo. El agente disparó de nuevo, alcanzándome en la espalda. Pedí ayuda a gritos. Dos vecinos me arrastraron al interior del edificio».

«Por suerte» continué el estremecedor relato «uno de ellos, Yoslien Rodríguez Roa, era médico. Lo conocía de la escuela. Me hizo un torniquete en la pierna para que no me desangrara y me cubrió las heridas de bala de la espalda».

Pero la pesadilla de Puerto Terry no terminó cuando logró ser llevado al hospital. Cuenta que «la policía que estaba fuera empezó a golpearme con palos. Los médicos corrieron a ayudarme, y lo último que recuerdo haber oído fue a la policía preguntando: ¿Van a salvar a ese contrarrevolucionario?. El médico jefe dijo: Sí, vamos a salvarle la vida porque ese es nuestro trabajo».

El calvario que vivió mientras los médicos le salvaban la vida y la represión aún cuando estaba en plena recuperación postoperatorio, se puede ver en detalle en el siguiente vídeo.

«Soy la prueba viviente de la violenta represión del régimen cubano el 11 de julio y de lo dispuestos que estaban a asesinar a civiles» apuntó Puerto Terry quien concluyó su testimonio diciendo: «La violencia de Cuba debe terminar. Estoy aquí hoy para exigir justicia: para mí, para los manifestantes, para los presos políticos y para todos los perseguidos por el corrupto régimen cubano».