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México, criminalidad y el síndrome de Diógenes

La sociedad mexicana, con la complicidad del Gobierno, se «acostumbró» a convivir con la basura de la criminalidad y no se inmuta con los 80 asesinatos por día

Actualizada 04:30

MEX6607. VILLAHERMOSA (MÉXICO), 16/03/2025.- Fotografía cedida por la presidencia de México, de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, durante un acto protocolario este domingo, en el estado de Tabasco (México). Sheinbaum inauguró la planta potabilizadora denominada ‘Carrizal 2’, obra con la que pretende ampliar el acceso a agua potable para más de 500.000 habitantes en Tabasco, en el sureste mexicano. EFE/Presidencia de México/SOLO USO EDITORIAL/NO VENTAS/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, durante un acto en el estado de Tabasco (México).Presidencia de México

El diagnóstico en torno a la realidad mexicana es terrible y al mismo tiempo, paradójico. Cada 15 minutos una persona es asesinada en México y es muestra de la brutalidad que se vive en el país. Más de 200.000 homicidios dolosos cometidos durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador son reflejo de ello y los muertos se siguen produciendo –80 asesinatos cada día– durante el actual gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo.

Cabe destacar que la impunidad en torno a esos crímenes es total y que el cinismo gubernamental, en cuanto a su responsabilidad frente a esos hechos, es inmenso.

En una sociedad responsable esta situación debería resultar insoportable. En muchísimas naciones del mundo la sociedad ya le habría cobrado (en las urnas) a ese gobierno tal nivel de incompetencia, de complicidad y de corrupción.

¿Por qué la sociedad mexicana no reacciona ante esta brutal realidad?

La escalada de violencia en México no nació en el gobierno del Presidente Calderón

Un análisis serio obliga a reconocer que México ha sido un país violento desde muchísimo tiempo atrás. Muchas décadas. También es cierto que la violencia se ha recrudecido en los últimos 35 años y que se ha producido una paulatina y creciente escalada que, día a día, ha ido incrementándose. Esa escalada es innegable.

Conforme México y el mundo mejoraron la calidad y el nivel de información (sumado a la aparición de las redes sociales) la sociedad mexicana empezó a ser testigo de ese diario incremento delictivo en su país y de la impunidad descarada con la que se cometen miles de atrocidades criminales cada semana.

Visto lo anterior, esa ciudadanía pudo conocer más sobre su realidad y se fue «acostumbrando» progresivamente a una cotidianidad extremadamente violenta; a «vivir con miedo» y a un «estado de indefensión ciudadano» por la cínica complicidad de las autoridades con el crimen organizado, concretamente con el ex presidente López Obrador y, actualmente, con Claudia Sheinbaum Pardo. En este sentido, el presidente norteamericano Donald Trump ha sido claro al denunciar reiteradamente la complicidad gubernamental con las diversas organizaciones del crimen organizado, al grado de calificarlas oficialmente como organizaciones terroristas.

Ese «estado de indefensión» le ha inculcado al ciudadano la errática percepción de que «los delitos son inevitables» y frecuentes; que «todos los gobiernos son iguales» y que «contra la impunidad no hay nada qué hacer». Así se ha construido una victoria cultural de los grupos criminales, que hoy tienen un poder de intimidación brutal en todo el territorio nacional.

El Síndrome de Diógenes es un trastorno del comportamiento que se caracteriza por el total abandono personal, el aislamiento y la acumulación en el hogar de grandes cantidades basura y desechos domésticos. Quienes padecen este síndrome se acostumbran a ese lamentable panorama; sus sentidos se atrofian y la podredumbre, el olor nauseabundo y las moscas pasan a ser parte de su «normalidad».

De manera analógica podemos considerar que la falta de reacción por parte de la sociedad mexicana frente a la violencia de los delincuentes (y la complicidad del gobierno) tiene relación directa con un «Síndrome de Diógenes» en el cual la sociedad mexicana se «acostumbró» a convivir con la basura de la criminalidad; con la peste y secuelas que estos delincuentes producen. Una resignación fatal que concluye –falazmente– que esa es ya una realidad inevitable.

La aceptación de Claudia Sheinbaum (85 %, según algunas encuestas) resulta paradójicamente incomprensible

La sociedad mexicana (mayoritariamente con baja escolaridad y en situación de pobreza) ha sido incapaz de producir una reacción social sustantiva frente a esa asociación crimen–gobierno. A pesar de esos cientos de miles de homicidios dolosos, el índice de aceptación de la presidente Claudia Sheinbaum (85 %, según algunas encuestas) resulta paradójicamente incomprensible.

Ahí es donde se observa el inmenso y perverso poder de la repartición de dinero público con fines de manipulación social entre los pobres. Terrible realidad para un país que hoy está gobernado por un régimen de izquierda tiránico que ha destruido todo el marco institucional de la democracia y de la justicia, a fin de perpetuarse en el poder. Mal futuro para México, rehén de esa izquierda criminal y de su propio Síndrome de Diógenes

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