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Carmen de Carlos
CrónicaCarmen de Carlos

Xi Jinping aprovecha la guerra arancelaria de Trump en Sudamérica para tirar de chequera y liderazgo

El gigante asiático gana terreno y confianza con una bolsa de dinero/inversiones capaz de seducir y convencer hasta a Javier Milei, un presidente lejos de cualquier sospecha de vínculo o afinidad con los regímenes socialistas

Actualizada 04:30

Lula Da Silva, Xi Jinping, Gustavo Petro y Gabriel Boric

Lula Da Silva, Xi Jinping, Gustavo Petro y Gabriel BoricDavid Díaz

El pulso entre Estados Unidos y China se celebra en todos los rincones del planeta. El centro y el sur del continente americano no son una excepción, por el contrario, es terreno abonado –y en disputa– por ambas potencias. En los años 70 y hasta los 90 Washington tenía una presencia y protagonismo en la zona insuperable, pero los tiempos han cambiado y la desidia de sucesivos gobiernos estadounidenses ha permitido que el gigante asiático haya ganado –y continúe– ganando terreno.

En silencio, sin ostentaciones, pero con miles de millones de dólares y yuanes Pekín se ha convertido en un socio estratégico en la región. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca le ha beneficiado con su desconcertante guerra arancelaria. Dicho de otro modo, ha logrado el efecto contrario al deseado en lo que un día fue su «patio trasero». La expresión ilustraba la libertad con la que Estados Unidos podía hacer y deshacer en su vecino del sur. Primer inversor –seguido de España– y socio comercial durante décadas, en un abrir y cerrar de ojos Pekín le ha desplazado del primer puesto del pódium en Sudamérica en intercambio comercial y va por más.

El tiempo que perdió Estados Unidos lo ha sabido aprovechar el gigante asiático con una bolsa de dinero e inversiones capaz de seducir y convencer hasta a Javier Milei, un presidente lejos de cualquier sospecha de vínculo o afinidad con los regímenes socialistas que, pese a su discurso, no le ha dado la espalda al gigante asiático.

En la inauguración esta semana del IV Foro Ministerial China-Celac en Pekín, el presidente de la República Popular China tomó el micrófono y se dirigió a los únicos dirigentes presentes y que Trump desprecia o sobre los que tiene escasa consideración en esa Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños: Gustavo Petro, Luiz Inacio Lula da Silva y Gabriel Boric.

Xi se convirtió en el abanderado del multilateralismo y el libre comercio en la Celac

Xi Jinping, sin necesidad de mencionar el nombre del adversario con el que todavía no ha cruzado palabra (Trump) se erigió en salvador de la dignidad del continente. El secretario general del Partido Comunista de China y Presidente de la Comisión Militar Central de China, se convirtió en el abanderado del multilateralismo y el libre comercio, ante los líderes y sus ministros que ahora se califican a sí mismos de «progresistas». Su canciller, Wang Yi, ya había rescatado, oportunamente, la maldita expresión de los 70 para condenarla: «Latinoamérica no es el patio trasero de nadie».

Xi aprovechó su alocución para anunciar algo parecido a la versión oriental del Plan Marshall en tiempos de un imprevisible Donald Trump: «Para respaldar el desarrollo de los países latinoamericanos y caribeños, China suministrará 66.000 millones de yuanes (9.200 millones de dólares) en créditos.»

El intercambio comercial entre China y la región superó el año pasado los 500.000 millones de dólares

China actúa y piensa a largo plazo. Esta filosofía o estrategia le ha permitido llegar hasta donde está hoy y permitir a Xi recordar que el intercambio comercial entre China y la región superó el año pasado los 500.000 millones de dólares por primera vez. Dicho de otro modo y en sus palabras, «40 veces más que al principio del siglo».

Luiz Inácio Lula da Silva, fuera de juego y sin el liderazgo en la región que caracterizó sus anteriores presidencias, se consoló en Pekín con poder criticar el papel que está desempeñando Trump y arremetió contra «la imposición de aranceles arbitrarios» y el riesgo de «iniciar una nueva Guerra Fría».

El exsindicalista brasileño, en buena sintonía con el poder chino, alabó la importancia del gigante asiático como «el segundo mayor socio comercial de la Celac» (EE. UU. sigue en cabeza) y «uno de los inversores directos más importantes en la región. La asociación con China es un elemento dinámico para la economía regional», afirmó, como recoge Afp.

Gustavo Petro, el presidente colombiano capaz de replegar velas cuando se trata de Washington sin mover un músculo, se despachó en este foro CELAC o club mayoritario de la «izquierda latinoamericana», a placer. En este espacio le reprochó a Trump su política migratoria, su codicia y su «negacionismo del cambio climático.» El exguerrillero acusado de empinar el codo y tener hábitos de consumo poco saludables, lamentó que el diálogo dentro de América «no avanza» y defendió la importancia de impulsar las relaciones con regiones como Asia, Europa y África. El diálogo con estas otras regiones «puede estar libre de autoritarismo, de imperialismos», proclamó Petro.

Es el momento propicio para dar un salto de calidad en la vinculación económica con ChinaGabriel BoricPresidente de Chile

El presidente de Chile, Gabriel Boric, un híbrido entre la izquierda trasnochada y el liberalismo de este siglo, afirmó: «Tenemos la convicción de que es el momento propicio para dar un salto de calidad en la vinculación económica con China.» El país andino es uno de los principales socios de Pekín en la región. Fue el primer Estado sudamericano en establecer relaciones con la China comunista en 1970 y el primero también en suscribir un tratado de libre comercio en 2005.

El gigante asiático es el principal socio comercial de Santiago con unos intercambios de casi 59.000 millones de dólares en 2024 y un superávit de más de 18.000 millones para el país andino, que exporta sobre todo cobre a China. Esto significa que sus relaciones son una cuestión de Estado desde finales del siglo XX. Tanto con los gobiernos del democristiano Eduardo Frei Ruiz-Tagle (actual embajador extraordinario y plenipotenciario en Asia–Paçífico) como en los de los socialistas Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. Los del malogrado Sebastián Piñera tampoco fueron una excepción. Es decir, con la izquierda (a la chilena) y con la derecha, China ha sido un socio estratégico.

En este contexto, aunque sin citar directamente a Estados Unidos, Boric arremetió contra la guerra arancelaria iniciada por Donald Trump y la contrapuso al espíritu de «cooperación» y «diálogo» que según él domina en la cumbre China-Celac.

La cita de este Foro, con el secretario de Estado Marco Rubio, atento a los presidentes que acudían a Pekín (Brasil, Chile y Colombia), reunió a los cancilleres de buena parte de los 33 países miembros. Washington lo observó con desconfianza, pero se dio cuenta de que, todavía, no está todo perdido.

Por un lado, sigue siendo el primer socio comercial e inversor de Hispanoamérica en su conjunto y por otro, ninguno se animó todavía a sacar los pies del tiesto americano más de la cuenta. Ni siquiera el verborrágico Petro, presidente protémpore del bloque, quien tras despacharse contra el «imperio» anunció: «Hemos solicitado al gobierno de los Estados Unidos que se haga la cumbre Celac-Estados Unidos.»

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