Karina, la hermana de Milei, no sólo debe ser honrada sino parecerlo
Buscando en el baúl de los recuerdos de la Casa Rosada descubrimos que la mayoría de los presidentes de la democracia colocaron en el poder a familiares cercanos. Lo hicieron Menem, De la Rúa, el matrimonio Kirchner y no lo hizo Macri
El presidente Javier Milei y su hermana Karina en Lomas de Zamora (Buenos Aires) donde fueron apedreados en campaña
Buscando en el baúl de los recuerdos de la Casa Rosada descubrimos que la mayoría de los presidentes de la democracia colocaron en sus gobiernos, o en las entrañas del poder, a hermanos, hijos o familiares cercanos. Lo hizo Carlos Menem, lo hizo Fernando de la Rúa, lo hizo el matrimonio Kirchner y no lo hizo Mauricio Macri que se ocupó de sacar adelante una ley que pusiera punto final a un nepotismo descarado, pero que, en determinados contextos y conociendo Argentina, podía resultar comprensible.
En ese terreno fangoso de la política –y los negocios–, la confianza es el único pilar sobre el que un dirigente puede gestionar la cosa pública sin la preocupación de la traición. Al menos, en teoría. El gesto de Macri fue bien recibido, aunque, en rigor, pocos en Argentina se llevaban las manos a la cabeza cuando el presidente de turno colocaba a los suyos, con cierta tendencia, en puestos cerca de «la caja».
La decisión de Javier Milei de dar carpetazo a esa norma –por decreto de necesidad y urgencia– para designar a su hermana al frente de la secretaria general de la Presidencia desafinó con el tema de campaña que prometía sacudir a la casta y apretar el acelerador de la motosierra para limpiar los oscuros –y lucrativos– rincones corruptos de la Administración.
El entorno del presidente defendió la medida con el argumento previsto: «Karina es su sostén emocional, es la única en la que confía» repetían. Una vez más las explicaciones resultaban comprensibles, aunque difícil y éticamente poco aceptables.
Los críticos de Milei se esforzaron en destacar que las últimas actividades profesionales de su hermana se reducían a la venta de tartas y a echar las cartas del Tarot, aunque olvidaban mencionar que la mujer más poderosa del Gobierno y presidenta de La Libertad Avanza (LLA) también estudió Relaciones Públicas y Protocolo.
El primer escándalo
En tiempo récord saltó el primer escándalo del Gobierno que salpicó directamente a Milei aunque, según los testimonios de los implicados, la que se había metido en ese charco había sido Karina. ¿En cuál? En el de la promoción de LIBRA, la criptomoneda que subió como la espuma gracias a los tuits del presidente y se desvaneció como el agua del mar entre las manos.
El caso de LIBRA, que hizo perder millones a argentinos y americanos, sigue su curso en diferentes jurisdicciones, pero otro, bastante más sensible,–sobornos y sobreprecios en material para discapacitados– ha vuelto a colocar a Milei en una posición poco recomendable en vísperas de las elecciones legislativas de la provincia de Buenos Aires, un termómetro importante para analizar cómo sobrevivirá este Gobierno los dos años que le restan y si es posible, pese a todo, la reelección del libertario.
La grabación de, entre otras, unas conversaciones con Karina Milei en la Casa Rosada ha puesto contra las cuerdas al Ejecutivo que no niega la autenticidad de la voz de la hermana del presidente a la que se dirige como «el jefe». Sorprendentemente, ella, que rara vez deja oír su voz, ha logrado alzarla y que un juez prohíba la difusión de nuevos audios suyos. En concreto, el magistrado ha vetado que se hagan públicas las conversaciones del 29 de agosto, pero nada dice de otras fechas.
Hace pocos días Javier Milei, Karina y José Luis Espert, el candidato de La Libertad Avanza (LLA), tuvieron que salir con escolta reforzada a toda prisa de la caravana de campaña. Una lluvia de pedruscos les obligó a la huida. El Gobierno culpó al kirchnerismo de las agresiones, el enemigo ideal y quizás, tenga razón en este caso. Pero una escena similar hace apenas un año hubiera sido imposible.
Las encuestas
Las encuestas advierten de que la popularidad del presidente desciende, que cae en torno a los seis y hasta ocho puntos, pero sigue con un respaldo envidiable para cualquier dirigente: en torno al 38 por ciento, según sondeo de Hugo Haime.
Las urnas de este domingo en Buenos Aires dirán si hay castigo para un Gobierno que apasionó a una sociedad desesperada, cansada de la corrupción, del latrocinio perpetuo y del saqueo.
Javier Milei podrá, en función del resultado, poner en marcha la motosierra y cortar de raíz lo que es o lo que parece, más de lo mismo, aunque la víctima, forzosamente, tuviera que ser su hermana. Nadie apuesta por ello, pero de no hacerlo, él, posiblemente, será otra ilusión o el sueño roto de una Argentina que sigue esperando un salvador.