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Siria, las matanzas a minorías y el renacer del ISIS bajo el Gobierno de Al-Sharaa

La ya frágil situación de seguridad de Siria se caracteriza por frecuentes enfrentamientos entre las comunidades suní, alauita y drusa

Detención de miembros del EI en Siria

Hemos visto imágenes de líderes mundiales saludando en la ONU al nuevo mandatario sirio Ahmed al Sharaa, antes Abu Mohamed al-Golani su nombre de guerra como líder terrorista de las sucesivas franquicias yihadistas de Al-Qaeda, en Siria. Todos los demoliberales han querido ahora normalizarle y aplaudirle. Ha sido el primer líder sirio en hablar ante la ONU.

Pero Siria sigue en guerra, una lucha encarnizada entre yihadistas de uno y otro lado, entre cuyas víctimas se encuentra la comunidad cristiana. ¿Quién piensa en nuestros hermanos cristianos de la Tierra Santa y del medio Oriente?

Desde que el régimen de Al- Assad fue derrocado en 2024, el ISIS se ha reorganizado y ha llevado a cabo una campaña de terror en toda Siria, dirigiéndose contra el nuevo Gobierno sirio, pero sobre todo se ha lanzado ferozmente contra las minorías cristiana, chií y kurda.

En su apogeo, en 2014, el ISIS controlaba aproximadamente un tercio del país. Aunque el grupo ya no controla ningún territorio en Siria y su número ha disminuido de unos 100. 000 combatientes a 2.500 en la actualidad, está aprovechando el caos posterior a la derrota de Al-Assad en Siria para reconstruirse y reconstituirse. La Bestia crece, lo que supone nuevos obstáculos para la estabilidad que el país lleva tanto tiempo buscando.

El ISIS o Daesh ha tenido un especial ensañamiento contra los cristianos cuyas comunidades están asentadas en su tierra desde hace millares de años, su único motivo contra ellos es su confesión religiosa, y se aplican contra ellos con especial inhumanidad. Ellos sí que tienen una estrategia. Ahora mismo, se siguen agrupando y son decenas de miles quienes están limpiando sus armas y saben lo que hacen allí. Igual que en 2014 sus combatientes lo llaman «el fin de los tiempos». Nuevamente decapitaciones, crucifixiones, renacer de la esclavitud. Su único motivo: morir por el Califato y lograr un mundo sin infieles.

Un niño camina entre los escombros de un edificio en SiriaEFE

Creen que están en una guerra apocalíptica entre el bien y el mal y piensan que están jugando un papel histórico. Ahora, la capacidad de ataque del grupo es cada vez más mayor, precisa y sofisticada, y apunta a objetivos que se encuentran mucho más allá de las esferas tradicionales de operación del ISIS. En junio, por ejemplo, un terrorista suicida vinculado al ISIS atacó una iglesia ortodoxa griega en Damasco, matando a 25 e hiriendo a 63 personas.

Dos meses más tarde, el grupo lanzó más de dos docenas de ataques en el noreste de Siria, utilizando una combinación de tácticas guerrilleras, como disparos con armas pequeñas, emboscadas, asesinatos y artefactos explosivos improvisados dirigidos contra puestos de control militares y vehículos gubernamentales.

El año pasado, el ISIS se atribuyó la responsabilidad de 294 ataques en Siria, frente a los 121 de 2023; las estimaciones de las Naciones Unidas y los grupos de derechos humanos son aún más elevadas.

La ya frágil situación de seguridad de Siria se caracteriza por frecuentes enfrentamientos entre las comunidades suní, alauita y drusa. A medida que aumenta la frecuencia de los ataques terroristas, el nuevo Gobierno sirio corre el riesgo de perder su legitimidad política al no proteger a las minorías del país.

La población siria, por su parte, se enfrenta a la posibilidad real de un resurgimiento terrorista a gran escala, extendido entre Sirie e Irak. Esta situación se volvería más peligrosa si la Administración Trump, tal como ha anunciado, comienza a retirar, en primavera, a los aproximadamente 2.000 soldados estadounidenses estacionados en el país.

Desde 2014, Estados Unidos ha sido el eje central de la Coalición Global para Derrotar al ISIS, con un grupo internacional de lucha contra el terrorismo que ha trabajado con las fuerzas de seguridad locales para debilitar al ISIS. Sin la participación activa de Washington, los 88 miembros restantes de la coalición tendrán dificultades para mantener a raya al ISIS o para apoyar adecuadamente a los actores locales, como las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), una milicia mayoritariamente kurda que recientemente había llegado a un acuerdo para fusionarse con el Estado.

También las fuerzas rusas que apoyaban a Al-Assad contribuyeron en pleno conflicto sirio a destruir al ISIS. Pero ahora puede acampar a sus anchas nuevamente.

El ISIS estuvo especialmente activo la primavera pasada. En marzo, tras los enfrentamientos violentos entre las comunidades suní y alauita en la ciudad portuaria de Latakia, llevó a cabo una serie de ataques contra las SDF. Luego, en mayo, el grupo lanzó otra serie de ataques tras los enfrentamientos al sur de Damasco entre las fuerzas de seguridad de la nueva Administración y las comunidades suníes y drusas. Ese mismo mes, solo una semana después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reuniera en Riad con el nuevo presidente de Siria, Ahmed al-Shara, el ISIS lanzó una serie de atentados con bombas y emboscadas en Siria e Irak.

El grupo también se atribuyó la colocación de un artefacto explosivo que alcanzó a un «vehículo del régimen apóstata», como lo denominan, en el sur de Siria. Una semana más tarde, otro atentado con bomba perpetrado por el ISIS en el sur de Siria tuvo como objetivo a combatientes del Ejército Sirio Libre, una milicia respaldada por Estados Unidos.

Por mucho que la ONU normalice a Al-Golani, la Siria que gobierna es un verdadero avispero.