Combatientes beduinos y tribales durante los enfrentamientos contra los drusos en la ciudad de Sweida, sur de Siria
Siria revive el horror de la violencia sectaria con más de mil muertos: «Es una limpieza étnica»
Un nuevo estallido de violencia sectaria ha sacudido a Siria y ha vuelto a poner en duda la capacidad del líder islamista y exmiembro de Al-Qaeda, Ahmed al-Sharaa, de contener a los miembros más extremistas de su Gobierno. Desde la caída del régimen de Bashar al-Asad, el pasado mes de diciembre, a manos de grupos rebeldes liderados por la organización islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), las minorías han expresado su temor ante el inicio de un ciclo de venganza, que mostró su peor cara el pasado mes de marzo, cuando unos 1.500 civiles, en su mayoría alauíes –secta a la que pertenece la familia Al-Asad–, fueron masacrados por las fuerzas gubernamentales.
Tres meses después, la historia se ha repetido en el sur de Siria, en esta ocasión entre los drusos y clanes beduinos apoyados por las autoridades de Damasco. Todo comenzó cuando, el pasado 12 de julio, combatientes de una tribu beduina en la provincia sureña de Sweida secuestraron a un empresario druso e impusieron puestos de control en la zona. Esto disparó las tensiones entre ambas comunidades, lo que llevó a enfrentamientos directos durante 11 días, hasta que se acordó, el pasado 21 de julio, un alto el fuego entre los drusos y el régimen de Al-Sharaa.
Este nuevo episodio de violencia sectaria ha dejado más de 1.300 muertos, incluyendo 196 ejecuciones sumarias, según datos del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH, por sus siglas en inglés), que cuenta con observadores en el terreno. El conflicto, en un primer momento local, escaló peligrosamente con la intervención de Israel, que llegó a bombardear la capital de Siria, Damasco, bajo el pretexto de proteger a la minoría drusa, que también vive en el país hebreo. De hecho, cientos de drusos israelíes no dudaron en cruzar la valla que separa ambos países para reencontrarse con familiares y pedir la intervención del Ejército hebreo en la nación árabe para detener la masacre.
Para Eman Safadi, activista drusa israelí, los acontecimientos recientes en el sur de Siria no fueron enfrentamientos espontáneos entre comunidades, sino que responden a «una campaña deliberada y coordinada, llevada a cabo con el respaldo y la aprobación estratégica del régimen sirio». Khalifa Khalifa, analista político en Oriente Medio, va más allá y denuncia que se trata directamente de una «limpieza étnica». El experto druso recuerda que el ahora presidente interino de Siria, cuando fue gobernador del bastión rebelde de Idlib, impuso la sharía –ley islámica– y ya entonces los drusos eran forzados a convertirse al islam. «Y esto es lo que busca ahora este régimen: convertir a Siria en un califato», asevera Khalifa.
Beduinos y hombres armados tribales en Sweida, al sur de Siria
En este sentido, el analista sostiene que Occidente no quiere ver la realidad. «Han visto a Abu Mohammed al-Golani (nombre de guerra de Ahmed al-Sharaa) vistiendo de traje y ya se piensan que ha dejado atrás todo su pasado», apunta a El Debate Khalifa, en alusión a que varios países occidentales, entre ellos Estados Unidos, han decidido levantar las sanciones económicas que pesan sobre Siria y restablecer relaciones con Damasco, a pesar de las recientes masacres contra las minorías del país. El experto señala que el régimen trata de enmascarar esta violencia diciendo que simplemente se trata de un conflicto entre diferentes grupos, pero realmente todo responde a una estrategia perfectamente diseñada por Damasco.
«Los grupos terroristas como el ISIS declararon la yihad (guerra santa) contra los drusos el pasado mes de mayo, y básicamente lo que ha hecho el régimen sirio es apoyar a los yihadistas», denuncia Khalifa, quien, al igual que Eman, no cree que la tregua prevalezca. «Hay pocas esperanzas de una resolución estable. Para los drusos, esta es una lucha por la seguridad básica y la autonomía», explica la activista drusa. Sobre el futuro de esta comunidad en Siria, señala que «dependerá de si un nuevo marco político ofrece protección genuina, autonomía local y supervisión internacional». «Sin estas garantías, seguirán enfrentándose a las amenazas de grupos extremistas, facciones armadas e inestabilidad sistémica», concluye Eman.
En este frágil contexto, las acciones militares de Israel contra Siria han vuelto a poner a Oriente Medio al borde del precipicio. El Gobierno de Benjamin Netanyahu ya advirtió a Al-Sharaa de que protegería a los drusos ante cualquier violación de sus derechos. La activista, aunque defiende que Israel no «puede permanecer indiferente» ante estas masacres, matiza que el país hebreo «debe actuar con cautela». «Si bien una intervención militar directa podría intensificar las tensiones regionales, Israel puede desempeñar un papel crucial mediante la ayuda humanitaria, la asistencia médica y la presión diplomática en el escenario internacional», argumenta.