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Sala Apolo del Museo del Louvre donde tuvo lugar el robo de las joyas de la emperatriz EugeniaMuseo del Louvre

El informe que el Louvre no quiso ver y advertía de la falta de seguridad del museo

Advertía de los riesgos de un atraco y señalaba que en los últimos cinco años sólo se han instalado 138 cámaras en las salas del Louvre, de forma que apenas un tercio del total de las salas del museo están equipadas

El informe estaba ahí, pero metido en un cajón. Advertía de que el sistema de seguridad del Louvre no era el adecuado y servía en bandeja la entrada de ladrones al museo. La tentación estaba al alcance de un atraco y este se ha producido.

La ministra de Cultura, Rachida Dati, estaba indignada y ayer cargo contra los que le habían precedido en el cargo y todos aquellos que hicieron caso omiso al informe: «La responsabilidad [del robo]son los cuarenta años de abandono sobre la cuestión de la seguridad».

El mencionado informe tenía que publicarse a finales de año, pero su contenido se ha filtrado con ocasión del robo del domingo. El Tribunal de Cuentas lamenta la falta de voluntad de la dirección del museo para actualizar su sistema porque pese a que su presupuesto de funcionamiento es de 323 millones de euros, las partidas para la seguridad son bajas «a la vista de las necesidades estimadas».

Los expertos de este órgano de fiscalización y de control de los gastos de las administraciones señalan que en los últimos cinco años sólo se han instalado 138 cámaras en las salas del Louvre, de forma que apenas un tercio del total de las salas del museo están equipadas.

Dati, por su parte, quiso insistir en que desde 2022 se han solicitado más de tres auditorías sobre la seguridad y que está previsto ajustar todos los dispositivos con los estándares fijados, pero eso tarda tiempo porque los procedimientos de las licitaciones públicas tardan más que en el sector privado.

Igualmente señaló que con el programa de renovación que había anunciado en enero el presidente francés, Emmanuel Macron, para el Museo del Louvre, evaluado en cerca de 800 millones de euros, 160 millones están dedicados a la seguridad y «se han empezado a desplegar las medidas».

La ministra quiso insistir en que el museo en su estructura actual no fue concebido para la cantidad de visitantes que recibe (8,7 millones en 2024, lo que le convierte en el más concurrido del mundo) y en que tampoco está «preparado para las nuevas formas de delincuencia».

El hecho es que el comando de cuatro ladrones que se llevó ocho joyas de la corona francesa y perdió en su huida una novena, la corona de la emperatriz Eugenia de Montijo, que estaban en dos vitrinas de la Galería de Apolo, no utilizó tecnologías punteras.

El éxito del atraco parece sobre todo fruto del efecto sorpresa y de la rapidez con la que actuaron, siete minutos entre el momento en que llegaron al flanco sur del Louvre, junto al sur del río Sena, y cuando se fueron en dos escúter de gran cilindrada con el botín.

Dos ladrones subieron por el montacargas hasta un balcón, abrieron un boquete en el cristal de una de las puertas con un disco de corte y, sin que nadie se lo impidiera –los empleados del museo tienen la consigna de no enfrentarse y los policías no llegaron a tiempo–, utilizaron esa misma herramienta para fracturar las vitrinas que protegían las joyas.

El ministro de Justicia, Gérald Darmanin, que durante cuatro años estuvo a las riendas del departamento de Interior, reconoció que «lo que es seguro, es que hemos fallado» puesto que los delincuentes fueron capaces de poner un montacargas en plena calle, utilizarlo para subir a la primera planta del Louvre, llevarse joyas de un valor «incalculable» y así «dar una imagen deplorable de Francia».