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Imagen de un ataque estadounidense a una narcolancha en el CaribeAFP

¿Por qué los narcos insisten en embarcarse a pesar de que ahora su negocio sí puede costarles la vida?

Temeridad propia de la cultura narco, análisis riesgo-beneficio o incluso extorsión sobre personas ajenas al narco podría explicar que aún veamos narcolanchas retando a la Marina estadounidense

Nunca antes el crimen organizado y el narcotráfico en el Hemisferio Occidental fueron amenazados frontalmente como ahora. Estados Unidos y la administración del presidente Donald Trump, a pesar de las críticas del Partido Demócrata, están aplicando una implacable campaña de disuasión para detener el tráfico de droga desde Venezuela y Colombia hacia Estados Unidos e incluso Europa.

La ofensiva militar de EE.UU. en aguas internacionales del Caribe y del Pacífico Oriental contabiliza a la fecha unas 30 narcolanchas destruidas y al menos 100 muertos que se encontraban de tripulantes en las mismas, pero ¿A pesar de que ahora traficar con drogas sí puede costarles la vida por qué siguen haciéndolo?

Una de las posibles explicaciones se debe a la 'cultura narco' consolidada por años en México, Colombia y Venezuela, donde burlar a las autoridades concede estatus, poder y reconocimiento. En este caso, aunque resulte poco racional, los narcotraficantes asumen como reto personal el intento de burlar a la Marina estadounidense. Si llegan a lograrlo alcanzarán la 'inmortalidad' y 'el respeto eterno' en el mundo narco.

Una narcolancha llena de fardos de droga, atracada en un puerto junto a una patrullera de la Guardia CivilFoto de archivo

Por otro lado, podría tratarse del resultado de un análisis riesgo-beneficio que les lleva a concluir que el beneficio supera el riesgo. De por sí el negocio del narcotráfico siempre ha sido muy lucrativo y lo que antes costaba una decenas de miles de dólares ahora podría costar una centena de miles. Es decir, los tripulantes de las lanchas, de sobrevivir y llevar la mercancía a su destino, podrían obtener ganancias superiores a los 100 mil euros que les permitiría retirarse del negocio tras un solo viaje.

Otra posible explicación de que todavía sigamos viendo narcolanchas volando por los aires podría ser una situación dantesca resultado del chantaje y la extorsión que podrían estar aplicando los cárteles de la droga a personas hasta ahora relativamente ajenas al negocio. Es decir, mediante amenazas, secuestros u otros métodos difíciles de imaginar -para quienes no somos criminales- podrían estar obligando a personas inocentes a ser carne de cañón.

Sea la explicación que sea, lo cierto es que todavía no hemos llegado al punto de inflexión que, a pesar del riesgo de muerte, obligue a parar totalmente el tráfico de drogas por vía marítima. ¿Cuántas narcolanchas más tendrán que ser destruidas? ¿Cuántos narcotraficantes deben morir? La respuesta aún no la sabemos, pero la determinación del Gobierno estadounidense, por un lado, y de los narcos, por el otro anticipan un saldo mucho más elevado que el que hasta ahora tenemos.