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El embajador de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Mike Waltz, en el Consejo de Seguridad de las Naciones UnidasEFE

Venezuela lleva a la ONU su pulso con EE.UU. y denuncia un bloqueo petrolero mientras Washington refuerza las sanciones

Caracas denuncia una «agresión» ante el Consejo de Seguridad tras la incautación de dos buques con crudo, mientras Estados Unidos defiende las sanciones para asfixiar financieramente al régimen de Nicolás Maduro

La tensión entre Estados Unidos y Venezuela volvió a escalar este martes en el Consejo de Seguridad de la ONU, tras una reunión de urgencia solicitada por Caracas a raíz del bloqueo estadounidense a petroleros sancionados que transportan crudo venezolano. El representante permanente de Venezuela ante Naciones Unidas, Samuel Moncada, acusó a Washington de querer «imponer una colonia» en el país hispanoamericano, mediante lo que calificó como un «crimen de agresión».

Según Moncada, el bloqueo anunciado la semana pasada por el presidente estadounidense, Donald Trump, pretende «regresar el reloj de la historia 200 años» y someter a Venezuela por la fuerza. El diplomático describió las medidas como «una guerra de saqueo y expolio» del petróleo venezolano y advirtió de que el país «es solo el primer objetivo de un plan mayor» que, a su juicio, amenaza los derechos de los Estados del continente americano y el propio sistema de Naciones Unidas.

La reunión fue convocada a petición expresa del Gobierno de Nicolás Maduro, pese a que, según reconoció el propio Moncada, Caracas era «consciente» de que Estados Unidos vetaría cualquier resolución que frenara su estrategia. Durante su intervención, el embajador venezolano también se refirió a operaciones estadounidenses contra supuestas «narcolanchas» en el Caribe y a un eventual «ataque armado» que, afirmó, su Gobierno viene denunciando desde hace semanas.

Antes de la intervención venezolana, el embajador de Estados Unidos ante la ONU, Mike Waltz, defendió la política de sanciones «al máximo» contra Venezuela con el objetivo de impedir que el dictador Nicolás Maduro siga financiando al denominado Cártel de los Soles, al que Washington vincula con el narcotráfico. Waltz aseguró que los petroleros sancionados constituyen «el principal salvavidas económico» del régimen chavista, al que calificó de ilegítimo.

El endurecimiento de las medidas estadounidenses se ha traducido en acciones concretas en el Caribe. Este fin de semana, EE.UU. interceptó el petrolero Centuries, que transportaba crudo venezolano con destino a refinerías de China. Se trata del segundo buque incautado tras la confiscación, la semana pasada, del Skipper y su cargamento. Además, el Gobierno estadounidense confirmó el inicio de una «persecución activa» para interceptar un tercer tanquero, el Bella 1.

Desde Caracas, Nicolás Maduro afirmó que su país está recibiendo un «apoyo abrumador» del Consejo de Seguridad en defensa de la libre navegación y el comercio internacional. Durante un acto público transmitido por la televisión estatal, volvió a calificar de «piratería» las incautaciones de buques y aseguró que «nadie podrá derrotar» a Venezuela.

En la misma línea, el canciller Yván Gil sostuvo que el Gobierno venezolano obtuvo una «gran victoria» diplomática en la ONU y aseguró que quedaron desmontadas «todas las mentiras» de Estados Unidos. Según Gil, ningún país —ni siquiera aliados históricos de Washington— avala el uso o la amenaza del uso de la fuerza para someter a Venezuela bajo el pretexto del combate al narcotráfico.

Durante la sesión, algunos países, como Colombia, expresaron su rechazo al uso de la fuerza y a las «medidas coercitivas unilaterales», al considerar que erosionan el Estado de derecho y no deben sustituir al diálogo. Por su parte, el representante de Rusia, Vasily Nebenzya, calificó de «ilegal» el bloqueo estadounidense a los petroleros y advirtió de que podría sentar un precedente para futuras intervenciones contra países latinoamericanos.

Mientras tanto, el pulso diplomático entre Washington y Caracas continúa, con el petróleo venezolano como eje central de una confrontación que combina sanciones, presión militar y una creciente batalla política en los foros internacionales.