La custodia queda en manos de Loterías y Apuestas del Estado (SELAE)
Las bolas de la Lotería de Navidad: así se fabrican y se custodian
El bombo principal del sorteo, fabricado en bronce y diseñado para maximizar la visibilidad durante el proceso, es también sometido a revisiones periódicas
La Lotería de Navidad es uno de los rituales más arraigados en la tradición española y, cada 22 de diciembre, millones de personas siguen con expectación el giro de los bombos y el canto de los niños de San Ildefonso. Pero detrás del sorteo existe un complejo sistema de fabricación, verificación y custodia que garantiza la transparencia de uno de los acontecimientos más seguidos del año.
El corazón del sorteo son las bolas de madera de boj, un material elegido por su resistencia, estabilidad y escasa deformación con el paso del tiempo. Cada bola pesa aproximadamente tres gramos y mide 18,8 milímetros de diámetro.
En su superficie se graban los números mediante un proceso de marcado a láser que asegura precisión y uniformidad. Actualmente, cada edición del sorteo requiere más de 100.000 bolas: las que contienen los números del 00000 al 99999 y las correspondientes a los premios, desde el Gordo hasta las pedreas.
La fabricación se realiza bajo estrictos controles técnicos para garantizar que todas las bolas tengan el mismo peso, tamaño y textura. Estas características permiten que el movimiento dentro del bombo sea completamente aleatorio. Una vez producidas, las bolas pasan por un proceso de verificación individual y se almacenan en urnas numeradas.
La custodia queda en manos de Loterías y Apuestas del Estado (SELAE), que las guarda en cámaras de seguridad y solo las manipula bajo supervisión notarial.
Al detalle
El bombo principal del sorteo, fabricado en bronce y diseñado para maximizar la visibilidad durante el proceso, es también sometido a revisiones periódicas. Su estructura permite una rotación uniforme y transparente ante el público y los notarios presentes.
Toda esta infraestructura tiene un propósito esencial: garantizar la limpieza y la credibilidad del sorteo. La combinación de materiales tradicionales, tecnología de precisión y estrictos protocolos de control consolida la confianza de los ciudadanos en un sistema que, más allá de la ilusión colectiva, se apoya en procedimientos rigurosos y verificables.
Cada año, la imagen de las bolas doradas cayendo del bombo resume no solo un momento de emoción compartida, sino también un trabajo minucioso que comienza muchos meses antes del 22 de diciembre.