Emisiones
La Unión Europea ha optado finalmente por una Euro 7 laxa que no va a limitar las emisiones de los coches gasolina y diésel hasta la prohibición de su venta en 2035, tal y como preveía el plan inicial, que exigía una nueva reducción de emisiones.
En lo que sí que ha sido inflexible Bruselas es en las emisiones de los neumáticos y las pastillas de frenos. Tanto las ruedas de los coches como los frenos están fabricados en un compuesto que se va desgastando con el uso, lo que se traduce en la emisión de micro partículas de goma. Unas emisiones que se cifran en hasta seis toneladas al año en Europa, una verdadera barbaridad.
De hecho se considera que los coches nuevos contaminan hasta un 60 % más por esta causa que por el tubo de escape. En este caso esta solución llega de la mano de tres jóvenes: Hanson Cheng, Siobhan Anderson y Hugo Richardson, que ha desarrollado este curioso invento que estratégicamente colocado detrás de los neumáticos recoge hasta el 60 % de las emisiones.
Estudiantes del Royal School of Art británico ha diseñado este proyecto que ha sido un éxito desde el minuto cero, hasta el punto de que ha recibido varios premios internacionales y lo que es más importante: financiación.
El plan de negocio inicial de los jóvenes estimaba el coste de desarrollo 1,1 millones de euros, si bien en la actualidad ya han recaudado más de 1,7 millones de euros, pues funcionan en régimen de startup.
Además de ser perjudiciales para el medio ambiente, diferentes estudios han demostrado que estos microplásticos son cancerígenos para el ser humano.
Es cierto que muchos de estos restos se acumulan en el asfalto, pero otros se volatilizan y pasan al aire o al agua, desde donde llegan al ser humano, acumulándose en el torrente sanguíneo. Unas limitaciones que van a afectar también a los coches eléctricos.
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