Imagen del lugar de los hechos: el radar, indetectable
Seguridad
El radar escondido de la DGT que avergüenza hasta a los conductores
Nadie niega que deban existir los radares, pero sí habría que poner en duda si se están colocando de manera sensata o simplemente para recaudar
La Dirección General de Tráfico va camino de los 3.000 equipos de radar en las carreteras españolas. En el último censo que hizo público hablaba de unos 1.300 radares móviles, unos 800 fijos y un centenar más de tramo, a los que hay que sumar los que operan desde los helicópteros Pegasus.
Hace ya unos años comenzó a llegar una nueva generación de radares de tamaño muy pequeño y con multitud de soportes que les permite fijarlos a casi cualquier sitio, desde la parte trasera de una señal a la puerta de un coche patrulla o a la parte trasera de un guardarraíl.
En cualquier sitio
Eso hizo que comenzaran a esconder estos radares Velolaser en los lugares más insospechados, hay que tener en cuenta que miden poco más de 40 centímetros y pesan menos de 2 kilos, lo que los hace indetectables.
Los nuevos radares son muy pequeños
Además disponen de batería de alimentación propia y de conexión por wifi, con lo que no necesitan que el coche patrulla esté cerca.
Son 100 % autónomos
En este caso un conductor denuncia la ubicación de un coche patrulla de la DGT que está literalmente escondido entre las zarzas y ramas de los árboles y en el carril contrario, un gesto que ha indignado tanto a los conductores que lo vieron como a los que lo han visto en redes sociales.
El coche y el radar están literalmente escondidos
Por si fuera poco los agentes han aprovechado para ponerse en un tramo junto a la señal de reducción de velocidad a 50 kilómetros por hora, lo que significa que algunos coche no van a tener ni tiempo literal de frenar antes de pasar por delante.
Hace un tiempo o que la DGT daba una instrucción en la que pedía a los agentes que evitaran colocar radares junto a las señales que indican una reducción brusca del límite de velocidad, como las travesías.
Un cóctel de circunstancias que habrá hecho que este radar se ponga literalmente las botas a multar conductores. Ocurrió en la M-133 de Madrid, en la zona del embalse del Atazar, una zona muy visitada por moteros.