Descubridor de Primo Levi y editor de la vieja escuela

El editor, escritor y fotógrafo argentino Mario Muchnik falleció este domingo en Madrid a los 91 años, según ha informado su familia. Nacido en la provincia de Buenos Aires en 1931, se doctoró en Física y ejerció desde muy pronto como fotógrafo, pero la vocación de su vida fue la edición, que practicó en todas sus variantes: familiar, multinacional y, en su última etapa, unipersonal.

Sus raíces le conectaron con una de sus áreas de investigación más recurrentes: la del Holocausto. Nacido en una familia de judíos de origen ruso, estudió Físicas en las universidades de Columbia, en Nueva York, y se doctoró en Roma. Entre 1963 y 1966 fue profesor del Instituto de Física Nuclear de Roma y, en 1967, editor-jefe en Londres de una empresa audiovisual, para instalarse después, en los setenta, en Barcelona.

Su familia había huido de Argentina tras la llegada del primer Gobierno peronista y su padre fundó la mítica Fabril Editora, germen de la conocida editorial Difusora Internacional, y también organizaba en casa reuniones con artistas y literatos, entre ellos los escritores Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato, lo que motivó el interés de Muchnik por la literatura.

Primero creó la editorial Anaya-Mario Muchnik, que dejó en 1997. Un año más tarde puso en marcha la editora Taller de Mario Muchnik, después Muchnik Editores. Quienes trabajaron con él, también durante su etapa como director literario en Seix Barral y Ariel, dicen que era «de la vieja escuela», de los que leían los originales y corregían ferros y galeradas. Lo hacía acompañado de su mujer, la periodista y pintora Nicole Muchnik.

Mario Muchnik descubrió a autores como Elias Canetti, Ismaíl Kadaré, Carlo Ginzburg, Oliver Sacks, Bruce Chatwin, Kenizé Mourad, Julien Green, Manès Sperber, Albert Cossery, Gilles Kepel… Y conoció y editó a Borges, Cortázar, Alberti, Sabato, Onetti, Calvino, Primo Levi, Susan Sontag y J. M. Coetzee.

Como autor, publicó Michelangelo (1975), Mundo judío. Crónica personal (1983), Mundo judío (1985), Un bárbaro en París (1986), Albert Einstein (1989) y Para mis amigos libreros (1993). Se declaraba judío no creyente, transgresor y nunca dentro del judaísmo tradicional; de hecho, defendía la causa palestina.

Aunque es menos conocida, su faceta como fotógrafo también es reseñable: ha protagonizado multitud de muestras y exposiciones, especialmente debido a sus retratos de figuras como Julio Cortázar, además de Gabriel García Márquez o Jean-Paul Sartre, entre muchos otros.