Piedad Córdoba
Piedad Córdoba (1955-2024)
La colombiana favorita de Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Cristina Kirchner
Exponente perfeccionada del izquierdismo iberoamericano, adepta de la controversia sistemática, siempre se mostró favorable a una solución
Nació el 25 de enero de 1955 en Medellín, donde falleció el 20 de enero de 2024
Piedad Esneda Córdoba Ruiz
Política
Inició su andadura política en la administración municipal de su ciudad natal antes de ser elegida concejala. En 1992 obtuvo un escaño en la Cámara de Representantes y en 1994 pasó a formar parte del Senado. Militó durante años en el Partido Liberal, antes de romper con él y fundar diversas formaciones escoradas a la izquierda.
Por el número de fotos en que Piedad Córdoba aparece en compañía del fallecido mandatario venezolano Hugo Chávez, un lector incauto podría concluir que era la presidenta de Colombia o, en todo caso, su ministra de Asuntos Exteriores. Pues ni lo uno, ni lo otro: era, nadie lo niega, una parlamentaria influyente que disponía de un fiel caladero de votantes, principalmente congregado en Medellín, su provincia de origen, pues en Colombia los senadores son elegidos en una circunscripción única para todo el país.
Córdoba formó parte del Senado desde 1994 a 2010, cuando fue abruptamente desposeída de su escaño por el procurador general de la República –equivalente a fiscal general en España– que le recriminaba sus vínculos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). Más de un lustro después, el Consejo de Estado anuló el castigo, si bien Córdoba nunca volvió a recuperar el favor del sufragio universal: en 2018, presentó su candidatura a las primarias de la elección presidencial que terminaría ganando Gustavo Petro –un amigo suyo de años atrás, aunque, últimamente, la relación entre ambos se había enfriado–, pero desistió ante la falta de apoyos.
Lo cierto es que, dentro o fuera de las instituciones, Córdoba defendía, inasequible al desaliento, unas ideas de izquierda radical en todos los ámbitos. En relación con el conflicto que asola a Colombia desde hace décadas, se mostró siempre a favor de una solución negociada con las Farc. Ese posicionamiento le valió un secuestro de varias semanas, perpetrado por el grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia.
Pero también un voto de confianza por parte de su principal adversario político, el entonces presidente Álvaro Uribe, que la designó miembro de la comisión negociadora del conocido como «acuerdo humanitario». Al final, entre ella y Chávez solo lograron la liberación de seis rehenes. Sin embargo, su instantánea con el guerrillero Iván Márquez en el Palacio de Miraflores –sede de la presidencia de Venezuela– impulsó a Uribe a destituirla.
El mandatario colombiano lo dejó claro: «Nosotros necesitamos una mediación contra el terrorismo y no legitimadores del terrorismo» antes de añadir que «sus palabras [las de Córdoba], sus actitudes, dan la impresión que usted no está interesada en la paz de Colombia, sino en que Colombia sea víctima de un Gobierno terrorista de las Farc». La aludida logró que ese contratiempo aumentara su fama como persona de confianza en Colombia de un izquierdismo iberoamericano que se encontraba en fase ascendiente: además de su hilo directo con Chávez –lo mantuvo con Nicolás Maduro–, era, sin ir más lejos, una interlocutora habitual de Cristina Kirchner en Argentina.
En el plano interno, Córdoba, de ascendencia «afro» –el turbante que lucía se encargaba de recordarlo– fue woke antes de tiempo, como lo demuestra su defensa de las minorías , ya fueran étnicas o sexuales o de los « derechos reproductivos», léase aborto.
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