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27 de abril de 2024

Ana Barber

Ana Barber

Ana Barber (1948-2024)

Profesora de buen hacer profesional y humanidad

Si por algo ha destacado Ana es por su disponibilidad y lealtad a la Universidad, y por su talante positivo, afable y sereno

Ana Barber icono
Nació el 2 de septiembre de 1948 en Pamplona, donde falleció el 16 de marzo de 2024

Ana María Barber Cárcamo

Profesora

Fiel discípula y colaboradora del profesor Francisco Ponz, «el Dr. Ponz», como le llamaba, de él aprendió el rigor científico y el afán por la verdad que supo transmitir a los demás

El día 16 de marzo murió la profesora Ana María Barber Cárcamo en Pamplona, su ciudad de origen (2 de septiembre de 1948). Era catedrática emérita del área de Fisiología de la Facultad de Farmacia y Nutrición, y alumna de la tercera promoción de Biología de la Universidad de Navarra (1970). Se había jubilado en 2012 con un amplio currículum, después de 42 años de intensa actividad docente e investigadora en las facultades de Ciencias, y de Farmacia y Nutrición.
Tras su licenciatura, se incorporó al departamento de Fisiología Animal para realizar la tesis doctoral, bajo la dirección de los profesores Francisco Ponz y Rafael Jordana. Entre los años 1992 y 2007 ocupó cargos directivos en el departamento de Fisiología Animal y, más tarde, en el de Fisiología y Nutrición. Fue también directora del Programa de Doctorado de Fisiología y Alimentación, y editora en jefe de la revista Journal of Physiology and Biochemistry desde 1994 hasta 2014. Como miembro Ordinario de la Sociedad Española de Fisiología, participó activamente en las reuniones científicas, siendo muy apreciada por fisiólogos de distintas universidades españolas.
Fiel discípula y colaboradora del profesor Francisco Ponz, «el Dr. Ponz», como le llamaba, de él aprendió el rigor científico y el afán por la verdad que supo transmitir a los demás.
Sin fecha ni constancia en su currículum académico, si por algo ha destacado Ana es por su disponibilidad y lealtad a la Universidad, y por su talante positivo, afable y sereno. Ana tenía la capacidad de acoger a todos con esa gran sonrisa entrañable que la caracterizaba. De gran altura intelectual, era notoria su discreción, humildad y sencillez, sabiendo estar en un segundo plano para aupar a los demás, y supliendo cuando hacía falta, y siempre con las prioridades muy claras para hacer compatible su vida profesional y familiar, pues el logro más importante de su existencia fue su familia: su esposo, Javier Marcotegui, compañero en los estudios universitarios, sus 4 hijos y sus cónyuges, y sus 11 nietos.
De fe recia y muy devota de los santos navarros y de nuestra Sra. de Roncesvalles, festejaba sus fiestas como buena navarra. Amante del senderismo y del arte, con su marido Javier, visitaron ciudades e hicieron el Camino de Santiago con antiguos alumnos de la Universidad. Ana nos deja un gran legado de buen hacer profesional y humanidad que no olvidaremos.
M. Pilar Lostao, catedrática de Fisiología de la Universidad de Navarra
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