
Miguel de Oriol e Ybarra
Miguel de Oriol e Ybarra (1933-2025)
Un arquitecto creador, un humanista visionario
Fue uno de los últimos y más significativos representantes de la 'generación de los 60' en la arquitectura española
Miguel de Oriol e Ybarra ha muerto en Madrid, su ciudad natal, a la que dedicó tanto tiempo, pensamiento y esfuerzo a lo largo de sus noventa y un años de vida. Con él desaparece uno de los últimos y más significativos representantes de la «generación de los 60» en la arquitectura española, etapa en la que el predominio de los postulados derivados del «movimiento moderno», iniciado después de la I Guerra Mundial y difundido en el mundo, se consolida finalmente en España.

Miguel de Oriol e Ybarra
Arquitecto
La variada obra arquitectónica de Miguel de Oriol comprende todas las modalidades, desde la arquitectura residencial a la industrial, pasando por edificios de uso terciario, docente, representativo y religioso.
Nacido en el seno de una de las familias más relevantes del empresariado español en la época contemporánea, su inquietud creadora y su espíritu visionario caracterizan su figura. Aunque su obra y su pensamiento arquitectónico son plenamente modernos, en alguna medida continúan la senda innovadora y creativa abierta por su abuelo paterno José Luis de Oriol y Urigüen, también arquitecto y a la vez gran impulsor de iniciativas empresariales, entre las que sobresalen las compañías Hidroeléctrica Española – hoy Iberdrola, tras su fusión con Iberduero - y Talgo, que han configurado decisivamente la realidad socio-económica de nuestro país.
En el caso de Miguel de Oriol, el espíritu familiar de emprendimiento y responsabilidad social, ligados al desarrollo de España y a una clara conciencia de su papel en el mundo, se compaginaba muy bien con el espíritu de innovación, reforzado además por la ampliación de su formación como arquitecto y urbanista en la Universidad de Yale en Estados Unidos, tras terminar la carrera en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid en 1959.
Este espíritu adquiría a veces acentos utópicos y visionarios, sobre todo en lo que atañe al urbanismo y al papel de los arquitectos en la concepción y gestión de la ciudad, sin rehuir nunca la defensa pública de sus planteamientos, por polémicos que pudieran ser. Todo ello se aprecia en proyectos de renovación urbana ideados y dirigidos por él tan importantes como la remodelación del espacio urbano alrededor del Palacio Real y la Plaza de Oriente en Madrid, y también en sus numerosos escritos y artículos, empezando por su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1990, al que respondió otro relevante arquitecto y académico, José Antonio Domínguez Salazar. Su título, «Madrid a pie, una utopía», revela significativamente esos rasgos de su personalidad.
Con este texto, dedicado a la reflexión sobre el Madrid contemporáneo y sus posibilidades de convertirse en una de las grandes capitales del mundo occidental, Miguel de Oriol se convirtió de alguna manera en precursor, al decir «Madrid aspira a presidir una región urbanizada que represente y convoque al mundo que habla nuestro idioma». Tres décadas y media después esas posibilidades se están convirtiendo en algo tangible, con todas sus consecuencias —muchas positivas y otras problemáticas, como sucede en todas las «regiones metrópoli»—, y el autor de ese discurso ha alcanzado a verlo.
La variada obra arquitectónica de Miguel de Oriol comprende todas las modalidades, desde la arquitectura residencial a la industrial, pasando por edificios de uso terciario, docente, representativo y religioso. Aunque enraizada en los postulados funcionales y estéticos de la renovación arquitectónica del siglo XX, esta obra responde también a una voluntad de configurar el espacio urbano. La más lograda expresión de ello es, sin duda, Torre Europa, uno de los edificios que presiden el Paseo de la Castellana en Madrid, construido entre los años 1975 y 1985. Su inconfundible silueta lo convierte en uno de los símbolos del Madrid del último cuarto del siglo XX.
Muchas otras obras constituyen la creación arquitectónica de Miguel de Oriol. Quizás las más interesantes y representativas sean el Colegio Carmelitas de San Sebastián, uno de los primeros edificios españoles de la corriente brutalista, proyectado en 1963 junto con Vicente Orbe Piniés, la Residencia San Jaime, construida en 1964 en Estepona (Málaga), la sede en San Sebastián de la Universidad de Deusto, edificada entre los años 1961 y 1973, el Pabellón del Vaticano en la Exposición Universal de Sevilla de 1992, y algunos otros edificios situados en Madrid, como el Colegio Salesiano Santo Domingo Savio, de 1961-1968, el conjunto residencial La Rinconada, llevado a cabo entre 1968 y 1971, y el complejo Eurocis, que ocupa una manzana entera del barrio de Salamanca, terminado a comienzos de los años 80, a los que se añaden el Club de Golf de La Moraleja y la Escuela de Música Reina Sofía-Fundación Isaac Albéniz.
La deliberada búsqueda de un estilo propio dentro del racionalismo arquitectónico contemporáneo, de la que son ejemplo todas estas obras, permite decir que Miguel de Oriol, además de dejar una impronta duradera en el espacio urbano español de nuestro tiempo, ha logrado plasmar en ellas su fuerte convicción en el valor artístico, y no sólo social, de la creación arquitectónica. Su figura se cuenta, por ello, entre los arquitectos españoles más destacados de nuestro tiempo y así se recordará.
- Alfredo Pérez de Armiñán y de la Serna es académico de Número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando