La gran belleza italiana

Mito del cine de los 60 y a la altura del exotismo y la belleza de Sophia Loren y Brigitte Bardot, Claudia Cardinale era hija de padres sicilianos, aunque nacida en Túnez cuando aún era un protectorado francés. Su entrada al mundo del cine llegó, como en tantos otros casos, a raíz de que ganara un concurso de belleza tras lo que el director francés Jacques Baratier se queda embelesado por su belleza y la fichó para trabajar en el drama El día del amor junto a Omar Sharif. Pero ese mismo año, 1958, es la comedia Rufufú, que haría con Vittorio Gassman y Marcello Mastroianni, la que la sitúa en el mapa de las jóvenes actrices italianas a las que seguir la pista.

A partir de la década de los 60, su carrera empieza a consolidarse con películas importantes como Rocco y sus hermanos, El bello Antonio, La calle del vicio o La chica con la maleta, pero lo que la convierte en una verdadera estrella internacional son los tres éxitos que cosechó en 1963 con La pantera rosa, El Gatopardo y Fellini, ocho y medio. La primera le abre las puertas al cine hollywoodiense al que nunca quiso dedicarse por entero y en las otras demuestra una implicación que iba mucho más allá de ser una mera cara bonita.

En esa época trabaja repetidamente en Estados Unidos en películas como El fabuloso mundo del circo con John Wayne y Rita Hayworth, Misión secreta con Rock Hudson, Los profesionales con Burt Lancaster y Lee Marvin, Mundo perdido con Anthony Quinn o No hagan olas con Tony Curtis. Entretanto, no deja de rodar en Italia y se casa con el productor Franco Cristaldi. Los trabajos de esos años, entre los que están Celos a la italiana, Los indiferentes, Sandra o Guapa, ardiente y peligrosa, culminan con una de sus películas más aplaudidas: Hasta que llegó su hora de Sergio Leone.

A partir de los años 70, la actriz combina sus trabajos estadounidenses e italianos con otros en Francia y Reino Unido, como El clan de los marselleses con Jean-Paul Belmondo o Días de furia con Oliver Reed, respectivamente. A finales de la década, y considerada ya una actriz madura, es enormemente aplaudida por su papel de la mujer adúltera en la miniserie de Franco Zeffirelli, Jesús de Nazareth. Con este trabajo Claudia Cardinale culmina su deseo de trabajar con los mejores directores italianos coetáneos a ella: Luchino Visconti, Federico Fellini, Sergio Leone, Marco Ferreri, Damiano Damiani y Franco Zeffirelli.

La actriz rodó varias películas en España como Hasta que llegó su hora, Las petroleras, La sonrisa del gran tentador o El clan de los sicilianos, lo que le llevó a entender bien el español, aunque nunca se animó a hablarlo.

Después de divorciarse en 1975 trasladó su residencia a Francia donde vivió desde entonces sin abandonar nunca la actuación. En 2005 publicó sus memorias que causaron un gran revuelo debido a las confidencias amorosas que en ellas contaba a lo largo de sus casi cincuenta años de carrera profesional.

Enormemente homenajeada a lo largo de su vida, destaca el León de Oro Especial que recibió en 1993 durante la celebración del Festival de Venecia que homenajeó con este premio a una de sus actrices más queridas e internacionales.