El alto ejecutivo que nunca ocultó sus convicciones falangistas

Corría el mes de septiembre de 1976, en los albores de la Transición a la democracia, cuando Perkins, filial de Motor Ibérica, puso en marcha lo que hoy llevaría el nombre de Expediente de Regulación de Empleo. Entre los afectados se encontraba Marcelino Camacho, que ya era líder de Comisiones Obreras. El impacto para la imagen de Perkins, dadas las circunstancias sociopolíticas del momento, fue devastador. Sin embargo, Juan Echevarría Puig, quien decidió el despido del mandatario sindical en su condición de director general de Perkins, siempre asumió la polémica decisión. Tiempo después, el Tribunal Supremo obligó a la empresa a readmitir a Camacho.

Echevarría había vivido meses antes una experiencia del mismo tipo –aunque no, obviamente, con las mismas consecuencias laborales– al ser cesado como director general de Correos y Telecomunicaciones –cargo que llevaba aparejada la presidencia de la extinta Caja Postal– por el primer gobierno presidido por Adolfo Suárez, deseoso de despojar la alta función pública de sus elementos más identificados con el régimen saliente. Echevarría era uno de ellos: jefe durante un largo periodo del Sindicato de Estudiantes Universitarios en Cataluña, hasta el final de su vida asumió sin tapujos sus orientaciones ideológicas.

Aunque supo evolucionar y adaptarse a las circunstancias: en 1980 impulsó junto a Joan Rosell –futuro presidente de una Confederación Española de Organizaciones Empresariales que Echevarría también ayudó a fundar–, la lista conservadora Solidaridat Catalana, que no obtuvo representación parlamentaria en las primeras elecciones autonómicas. Sus integrantes terminaron uniéndose a las filas de Alianza Popular y Echevarría retomó su carrera empresarial, rigiendo los destinos de Nissan Ibérica desde 1982 a 2000.

Ya tenía una amplia experiencia en aquel momento: además de dirigir la Perkins, había presidido empresas de la talla de Fecsa, Cable y Televisión de Cataluña y ocupó la vicepresidencia de Endesa y del World Trade Center. Fue, además, consejero del Puerto de Barcelona. Muy comprometido también en el universo académico, Echevarría, doctor en Derecho, fue también el primer presidente del Consejo Social de la Universidad Pompeu Fabra.

En el plano personal era el suegro del abogado independentista Joan Laporta, actual presidente del Fútbol Club Barcelona, que contrajo matrimonio –la unión acabó en divorcio– con su hija Constanza. Una compañía que se situaba en sus antípodas ideológicas. Mas Echevarría siempre fue muy pragmático: hace unos años recibió la Medalla a la Trayectoria Empresarial de manos de Pere Aragonés, a la sazón presidente de la Generalidad y militante de Esquerra Republicana de Cataluña.