Pablo Rodríguez Grez
Pablo Rodríguez Grez (1937-2025)
El abogado de Pinochet
Pese a que su papel durante el Gobierno militar fue marginal, su lealtad al general fue inquebrantable, hasta el punto de que nunca le cobró la minuta
Pablo Rodríguez Grez siempre lució corbata negra desde el 28 de noviembre de 1956: aquel fatídico día, su padre, el intelectual y político Manuel Rodríguez Valenzuela, figura del Partido Radical –formación liberal y laicista–, se suicidó después de que la Contraloría General de la República –equivalente chileno del Tribunal de Cuentas– hubiera abierto una investigación en su contra. Para su hijo, además del hondo dolor en el plano personal, el trágico episodio marcó el inicio de una convulsa trayectoria política.
Pablo Rodríguez Grez
Abogado
Abogado, profesor de Derecho Civil –deja varios libros publicados en esa materia– y agitador político, fue leal hasta el final a Augusto Pinochet y a su obra.
Su primer paradero, siguiendo los pasos paternos, fue el Grupo Universitario Radical antes de apoyar al democristiano Eduardo Frei Montalva en la elección presidencial de 1964. Posteriormente coqueteó fugazmente con el trotskismo. Sin embargo, el punto de inflexión definitivo de Rodríguez Grez se produjo cuando Salvador Allende, de cara a la campaña presidencial de 1970, configuró la Unidad Popular, que agrupaba a socialistas y comunistas.
Como esa fórmula izquierdista resultó vencedora de la contienda electoral –aunque de forma ajustada–, Rodríguez Grez estimó oportuno pasar del estilo clásico de oposición política a una fase paramilitar. Bien es cierto que la radicalización constante del Gobierno de Allende le facilitó la tarea. Para ello, fundó la organización Patria y Libertad, que jugó un papel determinante en la agitación callejera a través, por ejemplo, de los cacerolazos; pero fue sobre todo en junio de 1973, gracias a sus contactos con militares –y su fuerte vínculo con el servicio de Inteligencia de la Armada– que él y los suyos pudieron jugar un papel importante en la fallida sublevación del 23 de junio del Regimiento Blindado N°2, conocida como el tanquetazo. La operación fracasó –pese a que fue el ensayo general del golpe del 11 de septiembre– y Rodríguez Grez se refugió en la Embajada de Ecuador en Santiago de Chile.
El advenimiento de Augusto Pinochet tendría que haber significado, para Rodríguez Grez, la promoción a responsabilidades políticas de primer nivel. Mas ocurrió todo lo contrario: pese a mantener el contacto con el general y jefe del Estado, fue apartado de los círculos de poder durante el Gobierno militar. Su principal derrota fue la ideológica: mientras Pinochet y los suyos abocaban al país hacia un liberalismo económico contundente, Rodríguez Grez proponía una economía corporativista.
Por eso, al celebrarse los primeros comicios democráticos en 1989, el régimen prefirió presentar la candidatura del exministro Hernán Büchi. De nuevo, la decepción no quebró la lealtad de Rodríguez Grez hacia Pinochet; hasta el punto de que cuando perdió Büchi frente a Patricio Aylwin, fue de los que recomendaron no entregar el poder al nuevo presidente. La opción fue desechada.
Rodríguez Grez recuperó protagonismo con Pinochet fuera del poder, siendo el abogado de Pinochet y su familia, lejos de las luces públicas. Tuvo un rol clave en su defensa, en la de su esposa y sus hijos en las querellas posteriores a la detención y extradición desde Londres. Con una estrategia defensora basada, entre otras estrategias, en las alegaciones de prescripción y no aplicabilidad de los tratados internacionales de derechos humanos.
La estrategia fue, indudablemente, exitosa, pues la muerte alcanzó al general sin una condena. Jamás le cobró una minuta.