Lealtad absoluta a la Reina Sofía

La única vez que la Princesa Tatiana Radziwill consintió en hacer declaraciones públicas sobre su especial relación con la Reina Sofía fue a Pilar Urbano, memorialista autorizada de quien fuera Reina consorte de España entre 1975 y 2014. Era la contrapartida, cumplida a rajatabla, de la excepcional confianza que Doña Sofía, poco dada -por temperamento y por conciencia de rango- a las revelaciones, había depositado en ella.

La Princesa era hija del Príncipe Dominik Radziwill, jefe de una de las ramas del ilustre linaje polaco, de la Princesa Eugenia de Grecia, prima hermana del Rey Pablo I de los Helenos. La abuela paterna de la Princesa Tatiana era la Archiduquesa Renata de Austria, prima carnal del Rey Alfonso XIII, por lo que, al margen de su parentesco con Doña Sofía, también era prima tercera del Rey Juan Carlos.

Por vía materna, la Princesa Tatiana era nieta del Príncipe Jorge de Grecia, controvertido gobernador de Creta antes de la Primera Guerra Mundial, y de la Princesa María Bonaparte, una de las figuras más originales de la realeza europea contemporánea: además de ser la heredera de una inmensa fortuna, era una psicoanalista de alto nivel, discípula y colaboradora de Sigmund Freud. La Princesa Tatiana la acompañó en varios viajes por el mundo. Lo mismo que a Doña Sofía, con quien estuvo, por ejemplo, en desplazamientos oficiales a Bolivia y a la República Checa.

La especial relación entre las primas afloró en la niñez, cuando el estallido de la II Guerra Mundial obligó a los padres de ambas a exiliarse en Sudáfrica. Allí, como recordó Doña Sofía, ambas tenían sus respectivas muñecas, pero solo había un carricoche. De ahí que se enfrascaran en alguna que otra riña. Debieron de ser escasas, pues el hecho de que la Princesa viviera en Francia y Doña Sofía en Grecia no supuso un impedimento para que se consolidaran los vínculos. La Princesa Tatiana fue una de las ocho damas de honor de su prima en su boda con Don Juan Carlos en 1962 en Atenas. Un acontecimiento que dio pie para que se disparase el rumor, según da a entender el historiador dinástico Ricardo Mateos, entre la Princesa y el entonces Príncipe Harald de Noruega.

Mas terminó contrayendo matrimonio con el cardiólogo francés Jean Henri Fruchaud, hijo de un héroe de la II Guerra Mundial. La pareja se conoció en el hospital en el que la Princesa trabajaba como enfermera. De esa unión nacieron dos hijos, Fabiola y Alexis. Los Fruchaud, refractarios a publicidades baratas y de vida social discreta, fueron durante décadas habituales del veraneo de Doña Sofía en Marivent. Siempre en según da fila: sabían estar en su sitio.